Capítulo 6

Al otro día el Gitano luego de pasar todo el día en la casa de Perla sintiéndose horrible por todo lo que estaba pasando, decidió ir al cementerio a ver si podía despedirse de Esmeralda. Ya lo había intentado una vez y había sido un completo fracaso. El necesitaba ese cierre, necesitaba expresarle muchas cosas. Lo había evitado por demasiado tiempo y si lo hacía tal vez obtendría un poco de paz. Cuando llegó hasta la tumba y leyó su nombre sintió que le dolió el pecho. En lugar de querer decirle adiós sintió vergüenza y desasosiego por todo lo que últimamente estaba pasando.

• Sé que no estoy haciendo buen trabajo. Me hiciste prometer que me encargaría del bienestar de nuestros hijos y la realidad es que todo se ha salido de lugar. No sé qué hacer, tu sabrías mejor que yo que hacer.

El Gitano dijo sin poder contener las lágrimas.

• Te extraño demasiado. Te necesito. No estaba listo para enfrentar la vida sin ti. Tú eras la que mantenía todo en orden. Tú eras la que mantenía la familia unida. Ahora Joaquín tienes ideas alocadas. Nos hemos distanciado y las cosas están bastante mal. No sé qué hacer para poder arreglar lo que está pasando, para poder cumplir mi promesa.

El Gitano se limpia las lágrimas que seguían rodando por sus mejillas.

• No me reconocerías en estos momentos. Sé que no soy ni la sombra del que solía ser. Todo porque tú no estás conmigo. Pensé que estos últimos años los íbamos a pasar viajando y disfrutando de lo que nos quedaba. Ya había dejado de trabajar tanto para poder estar más contigo, pero una vez más la vida se enfusco conmigo y no dejó que disfrutara de eso. Debí haberlo hecho antes. Debí haberte dedicado más tiempo desde hace tiempo. Ya nada me anima. No quiero levantarme en las mañanas, no quiero comer, no me anima ni pasar tiempo con los muchachos. Estoy tan listo para morirme, pero sé que ni eso me va a dar la vida. Sé que todos estos pensamientos están mal y sé que si pudieras escucharme te avergonzarías de mí, pero la realidad es que no sé cómo voy a salir de este hueco. No sé cómo voy a salir de esta tristeza que me consume. Cometí tantos errores en la vida. Fui bastante malo en muchos momentos que merezco todo este dolor. Ahora, aunque sé que lo merezco no puedo soportarlo más. Te necesito en mi vida.

Luego de una pausa

• Sé que me tengo que resignar. Sé que no hay nada que pueda hacer, pero no estoy listo. De la misma manera que no pude despedirme, no estoy listo para enfrentar la vida sin ti. No creo que nunca lo estaré.

El Gitano se levanta de donde se había arrodillado ya que sentía que le faltaba el aire y sabía que tenía que irse. Ya no pudo más con lo que sentía. Su desasosiego era demasiado grande.

Una vez salió del cementerio decidió intentar una vez más con Joaquín. Ya estaba resignado con las demás cosas de Esmeralda y hasta con el poemario. Simplemente quería la sortija.

Una vez llegó a la casa lo recibió Asturia. Ella fue muy fría con él. Al Gitano no le importó. Joaquín salió rápidamente.

• Te vengo a dar la oportunidad de que llevemos la fiesta en paz. Quiero la sortija de Esmeralda.
• Ya te dije que no y a respuesta sigue siendo no.
• Joaquín, por la memoria de tu madre, por favor dame la sortija. Esa sortija además de ser la sortija de matrimonio de Esmeralda, pertenecía a mi madre biológica. Representa mucho para mí.
• Mis ideas también representan mucho para mí y tú las rechazaste sin ni siquiera escucharlas bien. Siempre he sido el extraño de la familia y la realidad es que ya basta. Yo no tengo la culpa de que mamá hubiese tenido una indiscreción.
• Tu mamá nunca me faltó ni con el pensamiento.
• Si ese comentario te da paz…
• Joaquín, por favor, déjame honrar la memoria de tu madre. Déjeme cumplir la promesa de mantener la familia unida. Fue su último deseo.
• El que no está logrando mantener la familia unida eres tú.

Asturia no se había ido lejos. Se había quedado cerca para escuchar la conversación. Cuando Joaquín dijo las últimas palabras, ella decidió intervenir.

• Joaquín, solo dile que está perdiendo el tiempo. Que por su terquedad tuvimos que tomar decisiones.

El Gitano mira a ambos intrigado.

Joaquín lo mira serio y a la misma vez con total frialdad.

• Como tú no me quisiste decir donde estaba el dinero, vendimos las prendas de mamá. Ella tenía varias cosas bastante valiosas incluyendo la sortija.

El Gitano no podía creer lo que estaba escuchando. Nunca en un millón de años pensó que Joaquín se atrevería a tanto. Respiró profundo para no sobre actuar, miró a Joaquín con total decepción y simplemente abandonó la casa.

El Gitano llegó a casa de Perla tarde. Ya para la hora de la cena. No se sentía bien. Sentía que le faltaba la respiración, que le dolía el pecho y a su vez el brazo izquierdo.

Cuando llegó a la sala Perla se percató de que estaba en la casa e inmediatamente se dio cuenta que algo le ocurría.

• Papá, ¿todo bien? Te veo sulfurado y pálido.
• Acabo de tener un mal rato con Joaquín. Vendió todas las prendas de Esmeralda, incluyendo la sortija. (el Gitano le dice apretándose el pecho como si tuviera dolor)
• Papa, te duele algo.

El Gitano se tocó el brazo izquierdo en señal de dolor y se desplomó. No pudo ni explicarle a Perla lo que sentía. Perla comenzó a gritar para que buscaran a Darío. Azucena al escuchar los gritos actuó lo más rápido que pudo y Darío llegó en unos segundos. Cuando Darío comenzó su examen se dio cuenta que no podía hacer nada. Era un ataque al corazón, el conocía los síntomas, pero a su vez sabía que las posibilidades de sobrevivir eran mínimas.

Entre uno de los trabajadores y Darío lo llevaron al consultorio. Perla estaba desesperada y muy angustiada. Azucena no paraba de llorar. Luego de como unos 20 minutos Darío salió con un semblante sombrío, triste. En cuanto Perla lo vio ya sabía el diagnostico. Azucena también imaginó lo que Darío iba a decir. Ambas se abrazaron y lloraron con mucho sentimiento. Darío trato de consolar a Perla, pero su dolor era demasiado grande.