Capítulo 9
Al otro día Joaquín se levantó temprano. Comenzó a trabajar temprano en los establos, claramente velando que David no llegara. Ya como para las 2 de la tarde, David llegó para tomar el té con Azucena y Perla. Cuando Joaquín lo vio se ocultó para que este no lo viera. Sabía que tenía que en algún momento enfrentar a David, pero aún no estaba listo.
David por su parte notó a Perla extraña. Ella estaba allí de cuerpo, pero no de mente. Una vez Azucena se retiró a descansar, David decidió abordarla.
- ¿Qué te pasa?
- Nada. No sé de qué hablas.
- Como si no te conociera.
- Estoy cansada hoy. Eso es todo.
- Perla, sabes que no me engañas. Ahora, ya que no quieres hablar de eso. Hay otro asunto pendiente.
- ¿Qué asunto?
- Contrataste un empleado nuevo y no me dijiste nada.
- ¿Cómo lo sabes?
- Aníbal me dijo. Confronté a José, pero lo negó. No le seguí insistiendo ya que sé que las fidelidades de José hacia ti son fuertes. Yo sé que se entendían antes de que conocieras a Darío. Sé que te va a defender hasta la muerte. Lo cual me hace sospechar aún más que hay gato encerrado.
Perla respira profundo y lo mira con seriedad.
- Es mi casa, no.
- Perla, tu nunca me has ocultado nada referente a los trabajadores o los negocios. Por lo tanto, sé que algo pasa.
- Tienes razón. Pensé que iba a tener más tiempo, pero ya veo que no. Acompáñame.
Perla le dice estas últimas palabras comenzando a caminar hacia los cuartos de la parte de atrás. David la siguió intrigado y hasta un poco molesto. Cuando llegaron a los cuartos de la parte de atrás, Perla entró al de Joaquín. Este estaba sentado bebiendo agua ardiente y comiendo algo. Perla y David lo tomaron totalmente desapercibido. Cuando David lo vio se quedó en estado de impresión inmediata y su rostro cambio a puro coraje. Era ver al Gitano cuando estaba enojado.
- David. (fue lo único que alcanzó a decir Joaquín.)
- Esto es en serio. Luego de tantos años como te atreves a regresar.
- El no regresó. Lo encontré por casualidad en Tierra Santa. Ya es tiempo de dejar los rencores. Ya es tiempo de olvidar.
- Olvidar. No Perla. Las cosas que hizo Joaquín no se pueden olvidar.
- Estoy sumamente arrepentido de todo lo que paso. Por eso es que estoy aquí. Perla me convenció que es tiempo de poner nuestro pasado atrás.
David lo miró con mucho coraje. En su expresión había mucho rencor y sobre todo resentimiento. Joaquín no pudo evitar ver a su papá en las últimas semanas que pasaron juntos.
- No puedo poner el pasado atrás. Por tu culpa papá no está con nosotros. Por tus caprichos sus últimos momentos fueron de dolor. Además, abandonaste a tu familia. Ahora quieres que olvidemos todo lo ocurrido. No es tan fácil Joaquín. No quiero que ni Graciela ni Lili pasen por penas por tu culpa.
- Yo tampoco quiero que ellas pasen por penas. Yo no quiero que olvides todo lo que paso. Yo estoy claro que fui yo el que se equivocó. Solo quiero que trates de buscar en tu corazón un poco de empatía y me perdones. Aunque sea por la memoria de nuestros padres.
David no pudo más con el coraje y luego de las últimas palabras de Joaquín salió del cuarto como alma que lleva el diablo.
Joaquín se sintió fatal y Perla no pudo evitar la expresión de preocupación en su rostro.
- Hay que dejarlo que procese la situación un poco.
- Tal vez deba solo irme. Solo van dos días y ya siento que ha sido demasiado.
- No Joaquín. Ya llegamos a este punto. Ya estamos aquí. Dale tiempo a David. No es una situación fácil y tienes que entenderlo.
Perla deja a Joaquín con sus pensamientos y va hasta la sala. David no se había ido y estaba como esperándola para darle su descarga sin Joaquín para escucharlo.
Cuando Perla se acercó, David abrió la boca para comenzar a hablar, pero Perla no lo dejó.
- No empieces. Ya imaginaba que querías decirme unas cuantas cosas sin Joaquín presente.
- Pues sí, tenemos muchas cosas que discutir.
- Así como estas, no me interesa discutir nada contigo. Cuando te calmes podemos hablar de lo que quieras.
- No Perla. Las cosas esta vez no van a ser como tú quieres. (Le dice con un tono de voz alto)
- Me haces el favor y bajas la voz. Esta es mi casa.
- No me da la gana.
- A mí no me da la gana de escucharte. (Le dice mientras trata de irse, pero David la toma por el brazo)
- Me sueltas. (le dice mientras se suelta de su agarre)
A todo esto, Darío había llegado a la casa y se encontró con la discusión de Perla con David)
- Sus gritos se escuchan casi afuera. Me imagino que David ya sabe que Joaquín está en la casa.
David mira a Darío con coraje y decepción.
- Tú también lo sabias. ¿Por qué no me habías comentado nada?
- Eso es asunto de ustedes. A mí no me metan. Creo que aquí los ánimos están muy caldeados. Yo creo David que debes irte y enfriarte un poco. Perla voy a pedir un té para que también te calmes un poco. Así no van a llegar a ningún acuerdo. Además, con sus gritos van a importunar a Azucena. No creo que es momento que ella sepa que Joaquín está aquí.
- No quiero que se entere nunca. Quiero a Joaquín fuera de esta casa.
- David ya dije que ambos están muy exaltados. No es momento de discutir nada. Mejor vete y hablan en otro momento.
David miró a Darío con muchísimo coraje, pero decidió respetar sus deseos y se fue. Estaba que humeaba del coraje. Salió a todo galope de la casa y decidió solo irse a su casa a pasar el trago amargo.
Cuando David reventó la puerta al irse, Darío abrazó a Perla y la besó en la frente.
- Sabías que no iba a ser fácil.
- No me imaginaba que tanto. Pensé que David lo iba a tomar un poco más tranquilo. Me equivoque.
- Dale tiempo. No debe ser fácil. Sé que debe haber muchos sentimientos encontrados.
- Demasiados, diría yo. Y para colmo todos salimos con el carácter de papá.
- ¡Cómo! Y perdona la pregunta, ¿cómo tu madre pudo con ustedes?