Fingiendo amor

CAPÍTULO 5-2

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Damiano

Las palabras de la madre de Miley seguían retumbando en mi cabeza. ¿Casarnos de verdad? Esto no solo complicaba todo el plan, sino que lo ponía en peligro. ¿Cómo íbamos a salir de esta sin delatarnos? Sentí cómo mi garganta se secaba mientras intentaba procesar la magnitud del desastre.

Miré de reojo a Miley, esperando que dijera algo, cualquier cosa que pudiera sacarnos del apuro. Pero estaba paralizada, con una sonrisa tensa que no alcanzaba a disimular el pánico en sus ojos.

—Señora Cherrys —dije, tratando de sonar calmado—, entiendo lo importante que es para ustedes la tradición. Pero Miley y yo... —me detuve un segundo, buscando las palabras adecuadas—, ¿Es realmente necesario que nos volvamos a casar?

—Por supuesto que es necesario. Miley sabe muy bien lo importante que es para nosotros compartir este momento con la familia. Siendo nuestra única hija, es aún más especial.

—Madre, yo sé que lo es —intervino Miley, con una voz algo quebrada—, pero... ¿no crees que no es el mejor momento? El abuelo acaba de fallecer hace poco. Piensa en lo que dirá la gente si planeamos una boda ahora.

—Exactamente —añadí, apoyándola rápidamente, mientras intentaba reforzar el argumento.

La señora Cherrys suspiró, como si ya hubiera tenido esa conversación antes.

—Eso mismo le comenté a tu padre, pero él dijo que no pasa nada. Así que no me salgan con excusas. Esto no se trata de lo que dirá la gente; se trata de hacer las cosas como deben hacerse. Además, no entiendo cuál es el problema. Solo van a volver a decirse sus votos. Parece como si no lo desearan.

—¡Claro que lo deseamos! —expusimos al mismo tiempo, obligándonos a sonreír.

—Entonces no se diga más. Celebraremos su boda este fin de semana, aquí en el rancho, y será hermosa. —El entusiasmo en sus ojos me dejó claro que no había forma de negociar. Aplaudió con emoción, como si estuviera organizando el evento del año—. Ahora, vamos a que coman algo. Evander, ve a buscar a tu hermano Kian a los establos. Tu padre no comerá con nosotros; fue a ver a su compadre.

Evander asintió y salió de la casa sin decir una palabra.

Mientras tanto, la señora Cherrys nos llevó prácticamente a empujones a la cocina.

Nos sirvió un estofado que, a simple vista, parecía delicioso, pero no pude saborearlo en lo más mínimo. El nudo de tensión en mi estómago me tenía demasiado distraído como para disfrutarlo.

Honestamente nunca pensé que mi plan para mantenerme alejado de la ciudad y del tipo que quería matarme me llevaría a una boda que claramente no deseaba.

La señora Rosy aprovechó el momento para hacerme más preguntas, algunas inocentes, otras bastante incómodas. Llegó al punto de preguntarme por mi familia y si podrían asistir a la boda.

Me inventé una historia y le dije que mis padres vivian en otro país por lo que no podrían venir. No podía decirle la verdad, que mi padre era el presidente de este país y mi madre la primera dama. Y que yo siendo la oveja negra de la familia me había distanciado.

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***

La noche cayó rápidamente sobre el rancho, envolviendo todo en un silencio que solo rompían los crujidos de la madera vieja y los sonidos lejanos de los animales en el establo. Miley y yo apenas habíamos intercambiado palabras desde la comida; estábamos demasiado ocupados lidiando con las miradas serias de su hermano Kian y las pocas palabras del señor Cherrys, quien no dejaba de vigilar cada uno de nuestros movimientos.

Si bien el padre de Miley apenas me dirigía la palabra, algo en su comportamiento cambiaba cuando Bethany estaba cerca, cuando la tenía en sus brazos. Sus ojos se suavizaban, y más de una vez lo vi apartar la mirada de nosotros para enfocarse en ella, como si la niña fuera un bálsamo en medio del descontento general.

Cuando llegó la hora de dormir, la madre de Miley nos informó que no compartiríamos habitación.

—Es mejor que duerman en habitaciones separadas —dijo sin rodeos, mientras nos indicaba dos habitaciones contiguas en el ala este de la casa.

Por primera vez en todo el día, sentí un alivio genuino. Aunque eso no eliminaba los problemas que seguían acumulándose sobre mis hombros.

Ya en la habitación, me dejé caer sobre la cama, pero el sueño no llegaba. Mi mente estaba enredada en un torbellino de pensamientos: ¿cómo íbamos a salir de esto? ¿Qué pasaría si alguien descubría que todo esto era una farsa? ¿Estaba a tiempo de irme antes de que las cosas se complicaran?

Cerré los ojos pensando qué hacer. El rancho estaba tan silencioso que podía escuchar mi propia respiración. Pero incluso en la tranquilidad de la noche, no podía relajarme. Cada crujido en el suelo me hacía pensar que alguien se acercaba a la puerta, tal vez Kian con alguna recriminación más o el señor Cherrys exigiendo respuestas.

Esperé que se hiciera más tarde y me puse de pie de un brinco y salí de la habitación como un ninja para ir a ver a Miley. Necesitabamos discutir esto y planear qué hacer antes de que amaneciera y su padre nos llevara a ver al cura del pueblo.

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