Fingiendo amor

CAPÍTULO 9

Miley

Papá estaba concentrado preparando al ganado para las vacunas cuando nos acercamos, pero su semblante serio se suavizó apenas nos vio.

—Buenas tardes, tío Thoren —saludó Jack con la misma familiaridad de siempre.

—Llegas tarde —respondió mi padre con su tono habitual, aunque sin verdadero reproche—. Tenemos que terminar hoy con las vacunas, así que ponte a trabajar.

—Por supuesto, voy a preparar mis cosas —dijo Jack, soltándose de mi brazo antes de ir hacia su equipo.

Aproveché para arremangarme la camisa, lista para ayudar a sostener a los animales.

—¿Mis hermanos no están ayudando? —pregunté, extrañada de no verlos por aquí.

—Fueron a supervisar la cosecha de fresas. Este año ha sido excelente, y después viene la temporada de arándanos, también con muy buena producción —explicó mi padre orgulloso mientras ajustaba una cuerda.

Asentí, sintiéndome orgullosa de cómo el rancho seguía prosperando. Pero mi atención se desvió un momento hacia los establos, donde había dejado a Damiano.

Me pregunté si seguía recogiendo estiércol... o si ya había encontrado una manera de escaquearse. Estaba actuando raro cuando le presenté a Jack.

Jack regresó poco después con todo su equipo listo. Se ajustó los guantes y preparó las jeringas con la destreza de alguien que había hecho esto cientos de veces.

—Bueno, ¿listos para ensuciarnos un poco? —bromeó con una sonrisa, mirándome de reojo.

—Siempre —respondí, arremangándome aún más la camisa mientras mi padre nos indicaba por dónde empezar.

Las reses estaban inquietas, pero con mi padre guiándolas y Jack trabajando con eficiencia, el proceso fue bastante fluido. Mi trabajo consistía en sujetar al ganado para que Jack pudiera aplicar las vacunas sin problemas.

—Recuerdo cuando hacíamos esto cuando éramos adolescentes y terminábamos con más vacunas en nosotros que en los animales —comentó Jack con una risa.

—Tú siempre te pinchabas solo —le recordé entre carcajadas.

—Lo hacía para que no te sintieras mal cuando te pasaba lo mismo —replicó con tono dramático, sacándome otra risa.

Mi padre nos observaba con una expresión que delataba cierto aprecio por Jack. No era raro; después de todo, los padres de Jack eran padrinos de Kian y llevaban años siendo cercanos a nuestra familia.

—Jack siempre tuvo buena mano con los animales —comentó mi padre, cruzándose de brazos—. Desde niño, este chico ya sabía cómo calmarlos.

—Bueno, tenía una gran maestra —dijo Jack, guiñándome un ojo.

Rodé los ojos, divertida, y seguimos con el trabajo entre risas y recuerdos. Por un momento, me sentí libre de preocupaciones, disfrutando del aire fresco, del olor a campo y de la compañía de dos personas que habían sido parte de mi vida desde siempre.

Hasta que una sensación incómoda me recorrió la espalda, como si alguien me estuviera observando.

No necesitaba girarme para saber quién era.

—¿Necesitan ayuda con el ganado? —preguntó Damiano, acercándose con una seguridad que no pasaba desapercibida.

Me giré hacia él, notando que tenía la camisa nuevamente puesta, aunque algunas manchas de polvo delataban que realmente había estado trabajando.

—¿Terminaste en los establos? —pregunté, sorprendida de que no se hubiera escaqueado.

—Por supuesto. Dejé todo impecable —respondió con una sonrisa arrogante.

—¿En serio? —Mi padre lo miró de arriba abajo, cruzándose de brazos—. Bueno, aquí el trabajo es un poco más pesado. Esto no es para señoritos de la ciudad.

Jack dejó escapar una risita y yo me mordí el labio para no hacer lo mismo.

Pero Damiano no parecía dispuesto a dejar que lo subestimaran.

—Yo puedo con esto —afirmó sin dudar, acercándose al ganado como si no fuera la primera vez que hacía algo así.

Mi padre alzó una ceja, claramente divertido.

—Muy bien, entonces ayúdanos a sujetar a las reses para que Jack pueda aplicarles la vacuna.

Le pasé una cuerda y me aseguré de ver su reacción cuando el animal bufó al sentir la presión. No me sorprendió cuando dio un paso atrás, tensando la mandíbula, pero tampoco me sorprendió cuando apretó la cuerda con más fuerza, decidido a no retroceder.

—Tienes que controlar la tensión —le dije, colocándome a su lado para guiarlo—. No se trata de fuerza bruta, sino de control.

—¿Ah, sí? —Su mirada se cruzó con la mía, desafiante.

Lo que más me sorprendió fue lo serio que estaba tomándose esto. No era solo que no quería quedar en ridículo frente a mi padre, sino que realmente parecía querer demostrar algo…

Jack y mi padre intercambiaron una mirada, y supe que ellos también lo habían notado.

Damiano estaba tratando de impresionar.

Mi padre no volvió a hacer ningún comentario y nos pusimos a seguir trabajando, mientras lo hacíamos, no pude evitar observar a Damiano de reojo. Estaba concentrado, pero se movía con una determinación que no había visto antes. Su postura, su forma de sujetar la cuerda, cómo manejaba al ganado… Todo en él parecía encajar como si hubiera estado haciendo esto toda su vida. Y, por mucho que me molestara, no podía ignorar lo sexy que se veía.

¿Y por qué me afectaba tanto? Estaba tratando de convencerme de que era solo su apariencia, que era solo una distracción momentánea, pero no lograba sacarme de la cabeza la forma en que se movía. Él, un arrogante playboy, mujeriego y, encima, un idiota… ¿cómo podía ser tan difícil ignorarlo?

Me mordí el labio, decidiendo no prestarle más atención. No podía seguir cayendo en sus juegos, ni permitir que sus gestos tan... varoniles me afectaran. No, no debía ser tan tonta.

Pero cuando volvió a acercarse para ayudar a mi padre a vacunar otra res, me sorprendí a mí misma observando cómo sus músculos se tensaban bajo su camiseta, cómo el sudor recorría su cuello y cómo, incluso en su actitud arrogante, parecía tener todo bajo control. Algo en mí, algo muy extraño, me decía que a lo mejor me estaba equivocando, que tal vez era más que un simple "chico de ciudad" como mi padre lo había llamado.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.