Fire Island 2 ( 2° libro No soy nada sin ti)

Capítulo 12º La trampa final

Brenda vivía en un estado constante de alerta. La sensación de estar bajo amenaza era implacable. Lucas estaba más cerca de lo que Brenda había imaginado, y sus intentos de ponerle fin a este juego mortal solo parecían intensificar la situación.

Mark y su equipo de seguridad se turnaban para vigilar la casa, y la policía había aumentado la presencia en la zona. Sin embargo, Brenda sentía que los días pasaban sin ninguna señal concreta de Lucas, lo que solo aumentaba su ansiedad. La idea de que Lucas podría estar preparando su próximo movimiento sin ser detectado la mantenía despierta por la noche.

Una tarde, mientras Brenda y Brigitte estaban en el jardín, Margaret se acercó con un paquete en las manos. "Lo encontré en la puerta principal", dijo mostrando un paquete sin remitente. Brenda sintió un escalofrío mientras tomaba el paquete, sabiendo que Lucas solía enviar mensajes de esta forma.

Con manos temblorosas, Brenda abrió el paquete. Dentro encontró una muñeca rota y una nota: "La paciencia es una virtud. Pronto estarás de vuelta en tu casa... o lo que queda de ella."

El mensaje era desconcertante. Brenda mostró la nota a Mark y a la policía, quienes decidieron reforzar aún más la vigilancia y examinar el paquete en busca de huellas dactilares o cualquier otra pista. Mientras tanto, Brenda trató de mantener la calma y seguir con su vida diaria, aunque la angustia persistía.

Mark había sugerido preparar una trampa final para atrapar a Lucas. La idea era atraerlo a un lugar donde pudieran tenerlo bajo control y atraparlo con pruebas sólidas. Brenda accedió a colaborar, sabiendo que esto podría ser la única manera de terminar con la amenaza de una vez por todas.

La operación se planificó meticulosamente. Decidieron utilizar la cabaña abandonada como el escenario de la trampa, ya que parecía ser el lugar preferido de Lucas. Brenda se ofreció para fingir que iba a reunirse con alguien en la cabaña, mientras Mark y la policía estaban ocultos en las cercanías, listos para intervenir en cuanto Lucas apareciera.

La noche del operativo, Brenda se preparó cuidadosamente, vistiéndose con ropa que no llamara la atención y llevando consigo una grabadora oculta para registrar cualquier conversación. Margaret estaba al cuidado de Brigitte, que se quedaba en la casa cercana de Brenda en la isla con vigilancia constante.

A medida que Brenda se acercaba a la cabaña, la tensión aumentaba. Cada sombra y sonido parecía retumbar en la oscuridad. La cabaña estaba desierta, con una luz suave encendida dentro para dar la impresión de que alguien estaba esperando. Brenda entró con cautela y se sentó en una silla; su corazón latía con fuerza mientras esperaba.

De repente, escuchó un crujido en el suelo. Lucas apareció en la puerta.

—Hola, Brenda —dijo Lucas con una sonrisa siniestra. Sabía que vendrías. Te has esforzado mucho para atraparme, pero has subestimado mi paciencia.

Brenda encendió la grabadora con un movimiento sutil.

—Lucas, esto tiene que terminar. No tienes nada que ganar con esto. La policía está cerca, y no vas a salir de aquí."

Lucas se acercó lentamente, con la mirada fija en Brenda.

—Eso creíste la última vez, ¿verdad? Pero aquí estoy de nuevo. No me iré sin hacer una última jugada.

En ese momento, Mark y el equipo de seguridad hicieron su movimiento. Se desataron luces brillantes desde las ventanas y las puertas, y los agentes de policía entraron con rapidez. Lucas intentó escapar, pero estaba rodeado. Fue arrestado de inmediato, mientras Brenda observaba desde la esquina, con el corazón en un puño.

—Te atrapamos, Lucas —dijo Mark, mientras los agentes esposaban a Lucas. Esta vez, no tienes escapatoria.

La operación había sido un éxito, y Lucas fue llevado nuevamente a la comisaría. Esta vez, las pruebas eran irrefutables, y las amenazas grabadas en la grabadora servían como evidencia crucial para asegurar una condena prolongada.

Con Lucas finalmente bajo custodia y enfrentando cargos graves, Brenda pudo respirar un poco más tranquila. Aunque el miedo y la tensión habían sido intensos, la firmeza de proteger a su hija y garantizar su seguridad había prevalecido.

En los días que siguieron, Brenda junto con su amiga Margaret regresaron a su apartamento con la pequeña Brigitte. Aunque aún quedaban cicatrices emocionales de la experiencia, Brenda sentía un renovado sentido de la esperanza. Sabía que la vida nunca sería completamente libre de riesgos, pero estaba lista para cualquier reto que viniera, con el amor de su hija como su fuerza más poderosa.




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