La advertencia de Serena Bellini resonó en la mente de Giulia Denegri como un eco sombrío. La guerra entre Massimo y Giovanni era una realidad palpable, y ella estaba en el centro de ella, una pieza preciosa en un tablero de ajedrez mortal. La noche anterior, Massimo había regresado, su aura de furia contenida más intensa que nunca. No le había contado los detalles de su enfrentamiento con Giovanni, solo la había rodeado con una protección aún más férrea, intensificando su vigilancia.
Massimo, por su parte, sentía la picazón de la traición. La incursión de Giovanni en el "Alba Dorada" no había sido solo una provocación; era una clara declaración de intenciones. La "flor indomable" de Massimo era ahora un punto de conflicto abierto con su socio. La distracción que Giulia representaba para él era una debilidad que Giovanni estaba ansioso por explotar.
Massimo estaba en su despacho, revisando informes financieros. La partida de cartas con Giovanni en Hong Kong, esa que debió haber sido una simple operación, se había convertido en un cuello de botella inesperado. Los retrasos, los trámites burocráticos... todo parecía diseñado para frustrarlo.
—Serena— llamó, su voz firme pero con un matiz de impaciencia. —¿Qué diablos pasa en Hong Kong? El informe sobre el retraso de la mercancía llegó hace dos días. El inspector De Luca sigue poniendo trabas—
Serena apareció al instante, su expresión tan profesional como siempre, pero con una leve sombra de preocupación en sus ojos. —Massimo, creo que esto no es una simple casualidad. Hemos interceptado comunicaciones entre un oficial de aduanas local y uno de los hombres de confianza de Giovanni. Parece que Castelli está detrás de esto—
Massimo se levantó de un salto, su silla raspando el suelo de mármol. —Maldito bastardo. ¿Está intentando estrangularme financieramente? ¿Por una mujer?— Su voz era un rugido contenido.
—No solo eso, Massimo— continuó Serena, proyectando una imagen en una pantalla. Era un esquema de la ruta de suministro de armas que estaban estableciendo desde los Balcanes hacia el norte de África. —Los retrasos en Hong Kong afectan la coordinación general de este nuevo envío. Si falla, las repercusiones serán... severas. Y Giovanni sabe que tú necesitabas que este envío saliera sin problemas este mes—
Massimo apretó los puños. Su frialdad habitual se veía erosionada por la ira, una emoción que raramente le permitía manifestarse. —Quiere hacerme ver como incompetente. Quiere debilitar mi posición. Y todo por esa perra de Giulia—
—O quizás— sugirió Serena con cautela, —Quiere usar esto para crear una crisis y posicionarse a sí mismo como el único capaz de 'resolverla'. O para forzarte a tomar una decisión drástica—
Massimo dio un giro por la habitación, sus ojos fijos en la imagen del envío. —No voy a permitir que juegue conmigo. Ni que ponga en peligro lo que he construido. Prepara al equipo de Marco. Vamos a visitar a nuestro amigo De Luca en Hong Kong—
—Massimo, es peligroso. Ir personalmente...—
—Más peligroso sería quedarme aquí y dejar que Castelli tome el control— replicó él, su mirada glacial. —Y quiero que te encargues de algo aquí. Giovanni está manipulando a Giulia. Lo sé. Quiero que lo vigiles de cerca. Si ella intenta algo, o si él la utiliza de alguna manera... quiero saberlo. Pero no interfieras, a menos que su vida esté en peligro inmediato. Quiero ver hasta dónde llega su juego—
Serena asintió, comprendiendo la compleja estrategia de Massimo. No se trataba solo de venganza, sino de un cálculo frío. Quería que Giovanni se creyera victorioso, que cayera en su propia trampa...