La noche en el "Alba Dorada" se sentía cargada de una electricidad silenciosa. Giulia sostenía la diminuta llave en la palma de su mano, un peso físico y simbólico. La nota de Giovanni era una promesa de libertad, pero también una lanza envenenada. ¿Era una trampa orquestada por él para conseguir su objetivo, o una oportunidad genuina nacida de la rivalidad entre Massimo y su socio? La imagen de Massimo, tan distante en Hong Kong lidiando con los problemas creados por Giovanni, y la advertencia de Serena sobre la peligrosidad de ambos hombres, la mantenían en un estado de alerta constante.
Massimo, por su parte, estaba en Hong Kong. La situación era tensa. El inspector De Luca, un hombre corpulento con ojos pequeños y avaros, seguía poniendo obstáculos. Los retrasos en la carga de armas y tecnología militar eran insostenibles. La presión de los compradores del norte de África, respaldados por entidades aún más oscuras, se sentía en cada llamada telefónica.
—No entiendo por qué tanto empeño— le había dicho Massimo a Marco , su hombre de confianza, mientras observaban desde un helicóptero el laberíntico puerto de Hong Kong. —Una simple inspección rutinaria. Esto huele a sabotaje—.
Marco, siempre pragmático, respondió: —Giovanni tiene contactos en todas partes, Massimo. Y parece que tiene una habilidad especial para encontrar las grietas en nuestro sistema. La información que nos envió Serena indica que De Luca tiene deudas de juego considerables. Y Giovanni es conocido por ser generoso con quienes le hacen favores... o con quienes se los deben—.
Massimo apretó la mandíbula. El juego de Giovanni era más profundo de lo que pensaba. No era solo un intento de desestabilizarlo, era una estrategia para erosionar su poder desde dentro. —Necesitamos una solución. Rápida y... permanente—
***
En Nápoles, mientras tanto, la madre de Giulia, Elena Denegri, no había estado parada. A pesar de la precariedad económica, había utilizado sus últimos recursos y contactos. Había contratado a un detective privado, un hombre llamado Antonio Bossi (sin parentesco aparente con Marco, aunque las coincidencias en el mundo de Massimo eran pocas y a menudo significativas), con la discreción de un fantasma y el olfato de un sabueso.
Antonio, con una investigación minuciosa, había logrado rastrear los movimientos recientes de Giulia hasta el "Alba Dorada". La información era sombría, pero vital. Había conseguido obtener detalles sobre la estructura de poder de Massimo, y lo más importante, sobre la existencia de Giovanni Castelli y su rivalidad.
—Señora Denegri— dijo Antonio en una llamada telefónica clandestina, su voz apenas un susurro. —He confirmado sus peores temores. Su hija está retenida en un establecimiento de Massimo Ferrer, conocido como el 'Alba Dorada'. La situación es... muy grave. Pero lo que es más importante, he descubierto que Ferrer tiene un socio, Giovanni Castelli, quien parece estar en conflicto directo con él. Hay indicios de que Castelli está intentando usar a su hija como peón en su propia guerra contra Ferrer—
Elena escuchaba, su rostro pálido pero su mirada determinada. Las lágrimas brotaron, pero no eran de desesperación, sino de rabia. —Mi Giulia... ¿Cómo es posible? ¿Y qué se puede hacer?—
—El señor Castelli parece ser un hombre ambicioso y sin escrúpulos— continuó Antonio. —Pero su conflicto con Ferrer podría ser nuestra única oportunidad. Si podemos contactar a Castelli de la manera correcta, quizás podamos negociar o... crear una distracción que le permita a su hija escapar—
—¿Contactar a Castelli? ¿Es seguro? ¿No será otra trampa?—
—Nada es seguro, señora Denegri. Pero el riesgo vale la pena. Estoy intentando averiguar sus canales de comunicación discretos. Y mientras tanto, he encontrado una ruta de acceso al 'Alba Dorada' que podría ser utilizada... y que podría explotar la rivalidad entre ambos hombres. Hablo de un túnel de servicio, poco vigilado, que desemboca cerca del jardín—
Elena sintió un atisbo de esperanza. La idea de que Castelli pudiera ser un aliado, por improbable que fuera, era la única luz en la oscuridad. —Necesito saber cuándo. Y cómo. Mi hija tiene que salir de ahí—
***
En su habitación, Giulia se debatía. La llave seguía en su mano, la nota de Giovanni doblada en su bolsillo. La idea de escapar era tentadora, pero ¿a costa de qué? Si Giovanni realmente estaba manipulándola, ¿a dónde la llevaría? ¿A la libertad o a otra jaula más elaborada?
Massimo no había venido. Las noches se volvieron más largas, y la presencia de los guardias externos, más marcada. Serena , fiel a su palabra, la visitaba ocasionalmente, pero sus conversaciones eran escuetas y profesionales. No había calidez, solo una cruda evaluación.
Una tarde, Serena entró en la habitación de Giulia. Llevaba una tableta y su expresión era más sombría de lo habitual.
—Señorita Denegri— comenzó, su voz era grave. —Tengo información importante que necesita saber. Se trata de su familia—
Giulia sintió un escalofrío recorrerle la espalda. —¿Mi madre? ¿Qué pasa con mi madre?—
Serena proyectó una imagen en la pantalla de la tableta. Era una fotografía antigua: una mujer hermosa, sonriendo, con una niña de cabello castaño en brazos. Era Elena Denegri y una Giulia mucho más joven.
—Elena Denegri— dijo Serena. —Su madre. Ha estado haciendo preguntas. Ha estado investigando. Está tratando de encontrarla. Ha contactado a un detective privado. Y, según nuestra información, este detective ha descubierto la existencia de Giovanni Castelli y su rivalidad con Massimo. Hay indicios de que la señora Denegri está considerando contactar a Castelli—
Giulia miró la foto, sus ojos llenándose de lágrimas. Ver a su madre, saber que la buscaba, era un consuelo inmenso, pero también un terror added. Su madre estaba arriesgando todo por ella. Y la idea de que pudiera recurrir a un hombre como Castelli la helaba.