Flor Indomable

Capítulo 10

En el "Alba Dorada", Giulia había tomado una decisión. La noche era fría, y el sonido del mar golpeando las rocas abajo era casi hipnótico. La llave y la nota de Giovanni estaban guardadas en su bolsillo. Había pasado el día revisando mentalmente el plano que Antonio , el detective de su madre, le había enviado discretamente, detallando las rutas de escape, los puntos ciegos de la seguridad, y los horarios de los guardias.

Serena Bellini la había visitado brevemente. —Massimo está fuera de la ciudad esta noche— le había dicho, su tono neutral. —Por lo tanto, la seguridad se ha reforzado. Nadie puede entrar ni salir sin mi autorización. Usted está... a salvo, señorita Denegri. Por ahora—

La mención de Massimo fuera de la ciudad era la señal que Giulia esperaba. Era ahora o nunca. La idea de caer en las manos de Giovanni aún la aterraba, pero la alternativa era quedarse eternamente en esa jaula dorada, sabiendo que su madre estaba arriesgando todo por ella.

Con el corazón latiéndole desbocado, Giulia se dirigió hacia el ventanal, la pequeña llave en su mano. La noche estaba oscura, la luna apenas asomaba entre las nubes. El túnel de servicio, según el plano, estaba en la parte trasera del jardín, cerca de unos viejos almacenes de suministros.

Mientras se deslizaba sigilosamente fuera de su habitación, dos figuras se interpusieron en su camino. No eran los guardias habituales. Eran hombres corpulentos, vestidos con ropa oscura y armados, con la mirada fría y profesional. Uno de ellos era Luca Bianchi.

—Vaya, vaya— dijo Luca, con una sonrisa cínica. —Mira a quién tenemos aquí. El pájaro intenta volar del nido—

Giulia sintió un nudo de terror en el estómago. Había caído en la trampa. Massimo no estaba fuera de la ciudad. La seguridad había sido reforzada.

—¿Quiénes son ustedes?— logró preguntar, tratando de mantener la calma.

—Solo somos... los encargados de asegurar que todo salga según lo planeado— respondió Luca, sus ojos fijos en ella. —El señor Castelli está muy interesado en su bienestar. Y esta noche, señorita Denegri, usted saldrá de aquí—

Antes de que Giulia pudiera reaccionar, uno de los hombres la agarró bruscamente. Ella luchó, intentando gritar, pero un paño húmedo fue presionado contra su boca, sofocando sus protestas. La llave cayó de su mano, rodando por el suelo pulido.

***

En la residencia de Massimo, la cena transcurría en un silencio tenso. Giovanni Castelli sonreía, su arrogancia palpable. Massimo lo observaba, sus ojos azules como el hielo.

—Así que, Giovanni— comenzó Massimo, su voz era calmada pero cargada de amenaza. —Parece que has estado... ocupado. Hong Kong. Las aduanas. Los retrasos—

Giovanni bebió su vino, riéndose suavemente. —Bueno, Massimo, tú sabes cómo es. Los negocios son complicados. A veces, las cosas se retrasan. Especialmente cuando uno está... distraído— Hizo una pausa, sus ojos brillando con malicia. —O quizás, tu gestión ya no es tan eficiente como antes—

Massimo no respondió. Dejó que el comentario flotara en el aire. —He oído que has estado haciendo visitas inesperadas al 'Alba Dorada'. Me pregunto por qué. Quizás buscando... una distracción para mí—

La sonrisa de Giovanni se ensanchó. —Siempre tan perspicaz, Massimo. Digamos que me preocupo por ti. Y por las damas que caen bajo tu... protección— Se inclinó hacia adelante. —He oído que una de ellas, Giulia Denegri, está muy interesada en la libertad. Una libertad que yo podría ofrecerle—

Massimo se levantó lentamente de su asiento. El tiempo de las palabras había terminado. —Te has cruzado de la línea, Giovanni—

En ese instante, las luces de la sala principal se apagaron bruscamente, sumiendo el lugar en una oscuridad casi total. Se oyeron golpes secos, gritos ahogados y el sonido de cristales rompiéndose. Massimo, sin perder un segundo, sacó un arma oculta y se preparó para la emboscada.

La trampa había comenzado. Massimo estaba luchando en su propia casa, y mientras él se defendía de los hombres de Giovanni, Luca Bianchi estaba en el "Alba Dorada", llevando a Giulia, a la "flor indomable", hacia el destino que su socio había preparado para ella. La debilidad de Massimo, su naciente afecto por Giulia, se había convertido en la llave que abría la puerta a su propia caída...




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