Flor Indomable

Capítulo 11

El caos se desató en la residencia de Massimo Ferrer. Las luces se apagaron, y el sonido de la lucha resonó en la oscuridad. Massimo, un depredador por naturaleza, se movía con precisión mortal, su arma silenciando a los atacantes uno por uno. Pero eran muchos, y estaban bien preparados. Cada movimiento suyo era una apuesta arriesgada, una lucha por la supervivencia.

—¡Maldito seas, Giovanni!— rugió Massimo, esquivando un golpe y disparando a quemarropa. Sabía que esta era la trampa definitiva, el momento en que Giovanni había decidido jugar su carta más peligrosa.

Mientras tanto, en el "Alba Dorada", Giulia era arrastrada por Luca y sus hombres. La llave que había caído de su mano era un símbolo de su libertad perdida. El plan de Giovanni se había ejecutado a la perfección: Massimo estaba ocupado en su propia mansión, defendiéndose de un ataque orquestado por su socio, mientras Luca se llevaba a la "presa" sin oposición.

—¿A dónde me llevan?— gritó Giulia, su voz ronca por el paño que aún estaba en su boca, aunque ya se lo habían quitado.

—A un lugar seguro— respondió Luca con una sonrisa cruel. —Un lugar donde podrás empezar tu nueva vida. Una vida lejos de las sombras de Massimo Ferrer—

Serena , quien había estado supervisando la seguridad del "Alba Dorada", sintió la conmoción. Las alarmas silenciosas se activaron en su dispositivo. Había recibido la orden de Massimo de no intervenir a menos que la vida de Giulia estuviera en peligro inminente, y de vigilar las acciones de Castelli. Pero esto era más que una simple vigilancia; era una ejecución.

Serena, a pesar de su lealtad a Massimo, era una mujer de principios. Si bien su deber era obedecer, la crueldad de la situación y la manipulación de Giovanni la inquietaban. Sin embargo, la orden de Massimo era clara. Observar, pero no actuar, a menos que fuera absolutamente necesario.

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En el fragor de la batalla en la residencia de Massimo, el capo se dio cuenta de la magnitud del ataque. No era solo un intento de asesinato, era un asalto coordinado. La implicación de Giovanni era innegable. Su objetivo no era matarlo, sino desmantelar su poder, pieza por pieza.

—¡Serena! ¡Reporte!— gritó Massimo por su comunicador, mientras se cubría de los disparos.

La voz de Serena, tensa pero profesional, llegó a sus oídos. —Massimo, el 'Alba Dorada' ha sido comprometido. Luca Bianchi y varios hombres han sacado a Giulia. Están llevándosela. Me ordenaste no interferir a menos que su vida corriera peligro inmediato—

La furia de Massimo se encendió, eclipsando el dolor de las heridas. —¡Maldito Castelli! ¡Lo sabía! ¡La usará contra mí!— Su voz era un rugido de ira. —Serena, olvida la discreción. Encuentra a Giulia. Encuentra a Luca. Y tráelos de vuelta. Si no puedo tenerla... nadie lo hará—

El instinto posesivo de Massimo, alimentado por la furia de la traición, se convirtió en una orden de caza. Su debilidad por Giulia se había transformado en una obsesión depredadora.

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Giovanni observaba desde un edificio cercano, con una vista privilegiada de la residencia de Massimo. Las luces se apagaban y encendían, y se oían disparos. Luca Bianchi lo contactó por un canal encriptado.

—La flor ha sido recogida, Giovanni. La tenemos. Y Massimo está ocupado lidiando con su propia casa. Estás ganando—

—Excelente, Luca— respondió Giovanni, su voz llena de triunfalismo. —Ahora, lleva a la señorita Denegri a mi 'refugio seguro'. Y prepárale un trato, o una jaula, lo que mejor le convenga. Massimo Ferrer ha caído. O al menos, su imperio ha empezado a desmoronarse—

Giovanni se rió, un sonido áspero y satisfecho. Había jugado su carta maestra. Había expuesto la debilidad de Massimo, lo había forzado a reaccionar, y había conseguido capturar a la mujer que significaba tanto para él.

Mientras tanto, Isabella Rossi, la artista infiltrada por Giovanni, se encontraba en una situación precaria. Había logrado enviar a Giovanni algunos datos sobre las operaciones de Massimo, pero ahora, con el caos desatado y la noticia de la captura de Giulia, se sentía atrapada entre dos fuegos. Temía por su propia seguridad, y la información que había proporcionado podría tener consecuencias imprevisibles.

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Massimo, herido pero decidido, logró repeler el ataque. Sus hombres, alertados por Serena, comenzaron a reorganizar la defensa. La prioridad era clara: recuperar a Giulia.

—Serena— dijo Massimo, su voz grave por el dolor y la adrenalina. —Quiero un rastreo completo de Luca Bianchi. Quiero saber dónde está llevando a Giulia. Y quiero un equipo listo para interceptarlos. No me importa el riesgo. No me importa nada más que recuperarla—

Serena, a pesar de la crueldad de la orden, sabía que no tenía otra opción más que obedecer. La guerra entre Massimo y Giovanni había llegado a su punto álgido, y Giulia Denegri estaba en el centro de la tormenta.

La confrontación final se avecinaba. Massimo, herido pero más determinado que nunca, se dirigía a la guarida de Giovanni. Giovanni, confiado en su victoria, creía tener el control. Y Giulia, atrapada entre dos hombres que la veían como un premio, debía encontrar la fuerza para luchar por su propia libertad...




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