El sol de la mañana se filtraba a través de los enormes ventanales del "Alba Dorada", iluminando el polvo suspendido en el aire. La fábrica abandonada, escenario de la brutal confrontación, había sido dejada atrás, pero la tensión y el eco de los disparos aún parecían persistir en la memoria de quienes habían sobrevivido. Massimo, con el brazo vendado y el rostro marcado por la fatiga, se encontraba en su despacho. El aroma a café recién hecho llenaba el aire, un intento de normalidad en un mundo que se había visto sacudido hasta sus cimientos.
Serena entró, su expresión tan profesional como siempre, pero con una mirada de profunda preocupación en sus ojos.
—Massimo, la policía ha interrogado a Giovanni. Ha sido trasladado a un centro de detención de alta seguridad. Sus hombres están siendo procesados. Luca Bianchi ha sido detenido y está colaborando, revelando detalles de las operaciones de Giovanni a cambio de una sentencia reducida—
Massimo asintió, removiendo el café en su taza. —Bien. Que pague por sus crímenes. Pero lo más importante, ¿Giulia?—
—Ella está a salvo. Su madre, Elena, ha llegado a Nápoles. Está con Giulia ahora. Los detectives la han interrogado brevemente, y tu nombre no ha salido a relucir en relación con su retención ilegal. Parece que la señora Denegri está más interesada en la seguridad de su hija que en buscar venganza contra ti, al menos por ahora—
Massimo exhaló un suspiro de alivio, aunque la tensión no se disipó por completo. —Eso es bueno. Quiero que se asegure de que ambas estén seguras. Que tengan todo lo que necesiten. Si hay algo que necesiten, que lo pidan. Y que no haya represalias de nadie—
—Entendido, Massimo— dijo Serena. —Y sobre Isabella Rossi... ha sido interrogada. Ha confirmado que trabajaba para Giovanni. Ha revelado detalles sobre sus planes, pero también ha dejado claro que tú la tenías retenida contra su voluntad en cierta medida. Podría ser un problema legal, pero con la caída de Giovanni, quizás se pueda manejar—
Massimo frunció el ceño. —Isabella... era un peón en el juego de Giovanni. Asegúrate de que reciba atención médica y psicológica. Y luego, dile que tiene una opción: puede irse, y no volver a mencionar esto jamás, o puede cooperar con nosotros en la reestructuración de algunas de nuestras operaciones artísticas. Yo decidiré qué hacemos con ella—
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Por su parte, Giulia se encontraba en una habitación impecable, no muy lejos del "Alba Dorada", pero con una sensación de libertad que hacía mucho tiempo no experimentaba. Su madre, Elena, estaba sentada a su lado, las manos entrelazadas, las lágrimas corriendo por sus mejillas.
—¡Giulia, mi niña!— exclamó Elena, abrazándola con fuerza. —Pensé que te había perdido para siempre—
—Mamá— susurró Giulia, devolviéndole el abrazo, sintiendo el calor de su madre por primera vez en mucho tiempo. —Estaba tan asustada. Pensé que nunca volvería a verte—
—No te preocupes, mi amor. Ya estás a salvo. Lo que pasó... lo que ese hombre te hizo...— Elena miró hacia la ventana, su rostro endurecido por la rabia, pero también por la gratitud.
—Gracias a los contactos de Antonio, y a la intervención final... hemos podido sacarte de ahí. Y ese hombre, Massimo Ferrer... parece que te protegió al final. ¿Es cierto?—
Giulia vaciló. La noche en la fábrica, la confrontación... Massimo había llegado, sí, pero su motivación era posesiva, no altruista.
—Massimo... él estaba luchando contra Giovanni. Estaba tratando de recuperarme. Pero... no sé qué va a pasar ahora, mamá—
—Lo que vaya a pasar, cariño, lo decidiremos juntas. Lo importante es que estás aquí, a salvo. Y que ese hombre, Giovanni, ya no te hará daño— Elena la miró con ternura. —Y tu padre... no llegó a verte, pero si estuviera aquí, estaría tan orgulloso de tu valentía—
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Mientras tanto, Massimo recibió una llamada. Era Antonio , el detective.
—Señor Ferrer— dijo Antonio. —La señora Denegri me ha pedido que le transmita un mensaje. Está profundamente agradecida por haber garantizado la seguridad de su hija, a pesar de las circunstancias. Ha decidido no presentar cargos contra usted. Y quiere que sepa que, por ahora, su principal preocupación es la recuperación de su hija. En cuanto a la llave que encontró Giulia... creo que fue un detalle que Giovanni utilizó para crear una falsa esperanza de escape. La verdadera libertad, como usted bien sabe, requiere más que una llave—
Massimo escuchó en silencio, sintiendo una mezcla de alivio y una punzada de algo parecido a la decepción. La "llave" de Giulia no era solo una llave física, sino una metáfora de las decisiones que ella había tomado.
—Dígale a la señora Denegri— respondió Massimo, su voz grave, —que estoy complacido de que su hija esté a salvo. Y que si necesita algo, mi ayuda estará disponible. Pero que sepa que mi paciencia tiene límites. Y que yo, a diferencia de otros, no juego con la vida de las personas—
Massimo colgó el teléfono. La confrontación con Giovanni había terminado, pero las secuelas apenas comenzaban. La caída del socio dejaba un vacío, un espacio de poder que tendría que ser llenado. Y su relación con Giulia, marcada por el secuestro, la manipulación y un inesperado apego, se encontraba en un punto de inflexión. ¿Podría haber algo más entre ellos que la posesión y el control? ¿O estaba destinada a ser solo otra cicatriz en su compleja vida?...