Flor Indomable

Capítulo 15

El aroma salino del mar Mediterráneo envolvía la pequeña villa costera donde Giulia había encontrado un precario refugio. La tranquilidad, sin embargo, era una fachada. La paz que experimentaba junto a su madre, Elena, estaba teñida por las cicatrices del pasado reciente y la incertidumbre del futuro. Massimo Ferrer, a pesar de sus promesas, mantenía una vigilancia discreta, una sombra constante que Giulia sentía más que veía.

Una tarde, mientras Giulia ordenaba unos viejos documentos de su padre, encontró algo inesperado. Escondido en el fondo de un cofre de madera tallada, había un pequeño diario encuadernado en cuero, cerrado con un delicado candado. Era el diario de su padre, que había fallecido años atrás, una figura envuelta en un halo de misterio y secretos.

—Mamá, ¿tú sabías de esto?— preguntó Giulia, mostrándole el diario a Elena.

Elena lo tomó, sus ojos se llenaron de una mezcla de sorpresa y melancolía.

—Tu padre siempre fue un hombre reservado, Giulia. Había muchas cosas que nunca nos contó. Pero... ¿qué es?—

Con manos temblorosas, Giulia logró abrir el candado con una antigua llave que encontró cerca. Las páginas estaban llenas de una letra pulcra, pero cargada de tensión. Al principio, relataba su vida cotidiana, su trabajo, sus viajes. Pero a medida que avanzaba, el tono cambiaba drásticamente. Hablaba de deudas, de compromisos peligrosos, de favores que debían ser pagados a personas de las que no se atrevía a nombrar, pero cuyas descripciones sugerían una crueldad y un poder inmensos.

—Dios mío— susurró Elena, leyendo a su lado.

—Parece que tu padre estaba involucrado en algo muy turbio. Habla de 'contratos', de 'transacciones' que no eran precisamente legales—.

El diario revelaba la verdad que había estado acechando a Giulia toda su vida: su padre no era solo un comerciante respetable, sino que había estado profundamente endeudado con una red criminal que operaba en las sombras, una red que controlaba desde las sombras, manejando los hilos de muchos negocios legítimos. Y lo más impactante, el diario mencionaba la existencia de un "seguro", un plan para proteger a su familia si algo le sucedía. Un plan que implicaba a Massimo Ferrer.

—Massimo Ferrer...— murmuró Elena, su voz llena de incredulidad.

—¿Él? ¿Por qué tu padre habría hecho un trato con él?—

Giulia sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La conexión con Massimo, que hasta entonces le había parecido una cruel coincidencia del destino, ahora adquiría un significado más profundo y perturbador.

—Parece que mi padre le debía un favor muy grande a Massimo, mamá. Y este favor... implicaba mi futuro. Es como si Massimo hubiera estado esperando una oportunidad para cobrar esa deuda—.

Las palabras resonaron con la amargura de la revelación.

—No fui secuestrada por casualidad. Fui... reclamada—

La verdad era devastadora. Su padre, en un intento desesperado por protegerlas, las había entregado, de alguna manera, a las manos de Massimo.

🦋

Mientras tanto, en Nápoles, Massimo estaba recibiendo un tipo de información diferente, pero igualmente reveladora. A través de canales discretos, había recibido un paquete. No contenía armas ni documentos financieros, sino grabaciones. Grabaciones que parecían ser conversaciones interceptadas de figuras influyentes en el submundo criminal, incluyendo a un nuevo jugador emergente que estaba intentando llenar el vacío dejado por Giovanni Castelli.

Lo más alarmante, sin embargo, era una grabación que involucraba a Isabella Rossi. La artista, liberada y supuestamente desaparecida, no había dejado el juego. Estaba colaborando con este nuevo grupo, utilizando su conocimiento del mundo del arte para blanquear fondos y lavar dinero para sus operaciones.

Massimo miró la grabación, su rostro impasible. —Así que Isabella decide jugar un juego más peligroso del que creía— dijo a Serena, quien estaba a su lado.

—Los informes indican que este nuevo grupo está intentando ganar influencia rápidamente— respondió Serena. —Están financiados por entidades extranjeras que buscan establecer una presencia en Europa. Y parece que Isabella se ha convertido en un peón valioso para ellos. Utilizan su reputación para legitimar sus actividades—.

—La caída de Giovanni creó un vacío, y siempre hay serpientes que buscan reptar para llenarlo— reflexionó Massimo. —Pero no permitiré que nadie perturbe el equilibrio que he establecido. Serena, quiero que investigues a fondo a este nuevo grupo. Necesito saber quiénes son, cuáles son sus verdaderas intenciones, y cómo están financiados. Y quiero saber todo sobre la conexión de Isabella con ellos—.

La inquietud en la voz de Massimo era palpable. La amenaza de Giovanni había sido personal, pero esta nueva red de poder era diferente, más amplia, más internacional.

—Y sobre la familia Denegri— añadió Massimo, su tono cambiando ligeramente. —¿Han hecho algún contacto?—

—No directamente, Massimo. Pero Elena Denegri ha estado haciendo preguntas. Ha estado investigando la red a la que su marido pertenecía. Parece que está tratando de entender el alcance de las deudas de su difunto esposo, y quizás, buscando una forma de asegurar el legado de Giulia, o de encontrar una forma de liberarse de las ataduras que su padre creó—.

Massimo hizo una pausa, su mirada perdida en la distancia. La revelación del diario de Giulia sobre el trato de su padre con él, sin duda, había cambiado su perspectiva. Ya no era solo una prisionera, sino un peón en un juego que se remontaba a generaciones.

—Dile a Elena — dijo finalmente Massimo, su voz cargada de una autoridad inusual, —que estoy dispuesto a hablar con ella. Que hay cosas que debemos discutir. Cosas que solo ella y yo podemos entender. Que se reúnan conmigo en mi residencia. Mañana. Y que venga con Giulia. Necesito hablar con ambas—.

🦋

La noticia de la invitación de Massimo causó revuelo en la villa. Elena estaba nerviosa, pero Giulia, tras haber desenterrado la verdad sobre su padre, sentía una extraña mezcla de resignación y determinación.




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