Flor Indomable

Capítulo 16 [FINAL]

La suite principal del "Alba Dorada" se sentía opresiva, cargada con el peso de las verdades desenterradas. Massimo Ferrer esperaba, su rostro una máscara de impasibilidad. A su lado, Serena observaba con cautela. La llegada de Elena y Giulia Denegri marcaba el clímax de una historia tejida con secretos, deudas y un poder implacable.

Elena entró primero, su porte digno a pesar de la evidente tensión. Detrás de ella, Giulia, con el diario de su padre firmemente sujeto en la mano, avanzó con una determinación que sorprendió a Massimo. Ya no era la víctima aterrorizada que él había intentado controlar.

—Massimo— comenzó Elena, su voz clara y firme.

—Hemos leído el diario de mi esposo. Sabemos sobre las deudas, los tratos turbios, y su... acuerdo con usted—.

Massimo asintió, sin inmutarse.

—El hombre hizo lo que tenía que hacer para proteger a su familia. Y yo, como hombre de negocios, cobré mi deuda. Tu hija, Giulia, era parte de ese trato—.

Giulia dio un paso al frente, su voz resonando con una fuerza nueva. —No fui parte de un trato, Massimo. Fui una moneda de cambio. Una persona. Mi padre me falló, sí, pero usted se aprovechó de esa debilidad. Usted jugó con mi vida como si fuera una de sus operaciones—.

Massimo la miró fijamente, sin apartar la vista.

—Te protegí, Giulia. Si no fuera por mí, estarías en manos de gente mucho peor. Giovanni Castelli, por ejemplo. O las nuevas sombras que ahora intentan crecer—.

—¿Protegerme?— replicó Giulia, su voz cargada de amargura. —Me encerraste. Me separaste de mi madre. Me usaste como cebo. Eso no es protección, es posesión—.

Elena intervino, su tono conciliador pero firme.

—Massimo, mi esposo nos dejó en una situación muy difícil. Y tú, con tu poder, te beneficiaste de ello. Pero ahora, la situación ha cambiado. Giovanni ha caído. La red que mi esposo temía, o a la que pertenecía, está siendo desmantelada. Creemos que es el momento de saldar las cuentas y seguir adelante—.

Massimo se sirvió un whisky, el hielo tintineando en el vaso.

—Saldar las cuentas... Elena, tú no entiendes la naturaleza de nuestro negocio. Las deudas nunca se saldan por completo. Siempre hay un pago final, un último favor—.

Miró a Giulia, sus ojos azules fijos en ella.

—Y ahora, la deuda de tu padre... es mía. Y yo decido cómo se paga—.

Giulia sintió un escalofrío. Sabía que Massimo era capaz de cualquier cosa. Pero la verdad que había descubierto le había dado una fuerza que nunca creyó poseer.

—¿Y cómo piensa pagar esa deuda, Massimo?— preguntó Giulia, su voz firme. —A mí, se refiere—.

—Tú tienes un conocimiento, Giulia—. dijo Massimo, con una sonrisa sutil que no llegaba a sus ojos.

—Un conocimiento del mundo del arte que podrías usar. Isabella Rossi, la artista que trabajaba para mí, se ha ido. Se ha unido a las nuevas sombras. Y esas sombras están tratando de blanquear dinero a través de transacciones artísticas. Yo no permitiré que eso suceda en mi territorio. Necesito a alguien en quien pueda confiar... o al menos, alguien que esté lo suficientemente endeudada conmigo para hacer lo que yo diga—.

Elena palideció. —Massimo, no puedes hacer esto. No puedes obligarla...—.

—No la estoy obligando, Elena—. interrumpió Massimo. —Le estoy ofreciendo una salida. Una oportunidad de empezar de nuevo, lejos de las deudas de su padre y de las amenazas que aún pueden acecharla. Trabajar conmigo en un proyecto de arte, usando tus habilidades para asegurar que esas transacciones sean limpias y que las nuevas sombras no ganen poder. A cambio, la deuda de tu padre se salda. Y tú, Giulia, serás libre—.

Giulia miró a su madre, buscando apoyo. Elena asintió sutilmente. Había una fuerza en la propuesta de Massimo, por retorcida que fuera. Era una forma de salir del ciclo de deudas y amenazas que había marcado sus vidas.

—¿Y si no acepto?— preguntó Giulia, desafiante.

Massimo dio un sorbo a su whisky.

—Entonces, las deudas de tu padre seguirán persiguiéndote. Y las nuevas sombras, lideradas por Isabella Rossi y sus socios, te verán como una amenaza. O peor, como una herramienta que no han podido controlar. Y créeme, Giulia, ellas no serán tan... 'protectoras' como yo—.

La elección era clara, aunque dolorosa. La libertad, en el mundo de Massimo Ferrer, venía con un precio.

—Acepto— dijo Giulia, su voz firme. —Trabajaré contigo. Pero con una condición—.

Massimo levantó una ceja. —¿Condición?—.

—Que mi madre y yo tengamos seguridad. Que podamos vivir en paz, sin miedo a represalias, ni de tus enemigos, ni de tus socios. Y que una vez que este proyecto termine, y la deuda esté saldada, estemos libres. Completamente libres—.

Massimo la miró, una chispa de respeto en sus ojos. —Hecho. Considera tu deuda pagada. Pero recuerda, Giulia, nuestros tratos se basan en la confianza, y la confianza se gana. Te daré una oportunidad de demostrarme que eres más que la hija de un deudor. Y tú, Elena, asegúrate de que tu hija sepa el valor de ese trato—.

🦋🦋🦋

Los meses siguientes fueron un torbellino. Giulia, bajo la tutela de Massimo, se sumergió en el mundo del arte, no como artista, sino como una figura clave en la supervisión y la legitimación de las transacciones. Descubrió un talento inesperado para detectar irregularidades, para ver a través de las falsificaciones y las manipulaciones. Trabajaba diligentemente, sintiendo el peso de la deuda, pero también la satisfacción de estar construyendo algo propio.

Massimo, por su parte, observaba a Giulia con una mezcla de admiración y cautela. Ella era capaz, inteligente, y poseía una integridad que él rara vez encontraba. Lentamente, la línea entre la deuda y el respeto comenzó a difuminarse.

Elena Denegri, satisfecha de ver a su hija a salvo y construyendo su propio futuro, comenzó a usar sus contactos para fortalecer su propia posición, invirtiendo en negocios legítimos y alejándose del pasado turbio de su esposo.




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