Flores A Juliana

CAPITULO 3

El sonido de los tenedores chocando contra los platos fue lo único que se oía durante el desayuno de Juliana con su madre; después de lo ocurrido con su tío había perdido el apetito, por lo que su plato se conservaba prácticamente intacto.

—Hija no has comido nada, al menos prueba un poco de bocado que no puedes quedarte sin comer nada. 
—En verdad no tengo hambre mamá –dijo mientras lanzaba un suspiro y depositaba su tenedor sobre la mesa–.

—Si esto es por lo ocurrido con tu tío, tienes que saber que no tienes de que preocuparte.
Juliana la miraba sorprendida, no sabia a que se refería su madre, ella daba por hecho que la decisión que tomaría sería dejar a cargo a su tío.

—Hija, necesitamos abrir la joyería; no te lo e informado ya que no quería consternarte pero estamos a un paso de la quiebra.

Juliana quedo atónita, sabia que los problemas económicos eran algo serio pero no se esperaba que fueran tan graves; tal vez si hubiera prestado más atención a su alrededor se hubiera dado cuenta que el jardín hace más de dos semanas que no recibía los cuidados del jardinero, y que de las dos cocineras que solían tener habitualmente, solo seguía prestando servicio Cleotilde.

—Entonces, ¿quien se quedara a cargo?
—Por el momento –pronunció Doña Graciela -Tu tío se hará cargo, hasta que aprendas lo necesario.

—¡En verdad! –dijo Juliana dando un pequeño brinco sobre su silla–.
—Así es hija, algún día me gustaría que mis nietos continuarán con el negocio que tu padre -que Dios lo tenga en su gloria- tanto trabajo –dijo mientras estiraba su mano para tratar de alcanzar la de su hija –pero mientras tanto, tu tío no puede enterarse de esto.

—¿Porqué?
—Aunque no me guste admitirlo no confío en tu tío, desde muy joven se a rodeado de malas amistades,y tengo un mal presentimiento sobre el    –dijo su madre en un hilo de voz que apenas pudo escuchar -así que mientras tanto tu tío debe de creer que el será el administrador total.

Escuchar esa confesión de la boca de su madre era impactante pero no sorprendente, desde pequeña las visitas de su tío Efraín al despacho de su padre eran constantes, así como las discusiones.

Solo hasta que fue mayor entendió que el origen de esas discusiones era la falta de pago a los préstamos de su padre.

Finalmente su madre se levanto de la mesa dando así terminado el desayuno y antes de cruzar la puerta se volteó ligeramente para hacer una última pregunta antes de abandonar el comedor.

–Juli, ¿Gustavo está enterado de esto?

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