El desayuno de la mañana siguiente fue más tranquilo a comparación de la cena, debido a un leve dolor de cabeza Graciela solo se limito a tomar sus alimentos, por lo que la conversación de esa mañana fue solo entre Juliana y Fernando.
—¿Entonces tu eres orfebre? –dijo Juliana fascinada –nunca había conocido uno tan joven.
—Octavio, mi papá empezó a enseñarme desde los 8 años, cuando murió mi madre no había día en que no estuviera en el taller... me ayudaba a distraerme y no pensar a cada segundo que ya no estaba.
—¿De que murió?
Fernando se quedo en silencio por unos segundos, Juliana temió haber preguntado algo muy sensible, pero su rostro no mostraba molestia o evasión, parecía que trataba de encontrar que decir.
—Murió en un accidente –finalmente respondió–.
—Debe ser difícil perder a tus padres a tan temprana edad.
Fernando asintió.
El carraspeo de Graciela recordó su presencia en la mesa, Juliana se dio cuenta de que la conversación no era de su agrado así que cambio el tema.
—Aprovechando que estamos los tres aquí quería proponerte algo –se dirigió a Fernando -claro si mi mamá accede.
—¿Que tienes pensado hija? –dijo Graciela por primera vez en la mañana–.
—Fernando y mi papá solían tener una asociación; cuando mi papá necesitaba una pieza específica él la hacía. Después de nuestra plática de ayer pensé correcto contratar a Fernando en la joyería, podría ayudarnos en la creación de nuevas piezas y como evaluador, mientras que el tío Efraín solo se encargaría de las finanzas.
Juliana lanzo una mirada de confidencia a Fernando y este al darse cuenta del plan real que estaba detrás de todo no pudo evitar sonreír.
—No es mala idea –admitió su madre -pero no puedes disponer así del trabajo de otros.
—Por mi parte, estaría encantado de aceptar, solo necesitaría unos días para arreglar la mudanza –dijo Fernando a Graciela–.
—Si todos están de acuerdo no hay nada más que discutir.
La mirada de Juliana se desbordaba en alegría y emoción no solo porque su mamá había aprobado una idea suya, si no porque con Fernando trabajando en la joyería podría saber cada movimiento de su tío y descubrir cuales eran sus verdaderas intenciones.
La emoción de Juliana no le dejo ver que Fernando la miraba con los ojos desbordando en miel y que a cada palabra que su boca pronunciaba su corazón latía con más intensidad.
Para Fernando no fue un problema aceptar la oferta de trabajo que ella le había propuesto, él hubiera aceptado cualquier cosa si eso le aseguraba pasar más tiempo con ella.
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