Al llegar a su casa Juliana se dirigió a su habitación para buscar las fotografías donde confirmaría que el hombre que se encontraba con su tío era el mismo, por las prisas no se dio cuenta que Cleotilde le esperaba para pasarle una llamada de Gustavo.
—Lo siento joven, la señorita esta indispuesta pero yo le puedo pasar el recado.
—Solo recuerdale que mañana regreso de la capital y es la cena con mi familia –suspiró–.
—Yo le paso el recado joven, hasta luego.
Espero una respuesta pero Gustavo ya había colgado el teléfono.
Con una merienda de frutas se dirigió al cuarto de Juliana y luego de ser recibida por ella le ofreció la merienda; había llegado pálida y distraída por lo que dedujo que con un aperitivo recuperaría fuerzas.
—Gracias Cleo.
—No hay de que mi niña, venia a decirte que Gustavo hablo para recordarte la cena con su familia mañana –dijo mientras abría el armario–.
—¡¿Es mañana?! –dijo sorprendida, no se había dado cuenta de lo rápido que paso el tiempo–.
—Así es, y como estas semamas te vi tan concentrada con lo de la joyería me tome el tiempo de conseguir esto.
Del armario Cleotilde saco un hermoso vestido azul claro y unos zapatos negros de charol.
—Están hermosos –dijo Juliana mientras sostenía el vestido para observar mejor los detalles en bordado que tenía–.
—Ahora descansa –dijo Cleotilde mientras salia de su habitación–.
Mientras probaba el platillo con sus frutas favoritas Juliana no dejaba de pensar en que haría; por un lado estaba su tío Efraín, de quien no le quedaban dudas de que estaba tramando algo turbio, lo único que necesitaba era saber exactamente sus planes y reunir las pruebas suficientes que lo incriminara.
¿Pero cómo lograría eso?
No tenía un plan, al menos ninguno lógico.
Por otro lado estaba la cena con la familia de Gustavo.
Las reuniones con sus padres siempre le ponían los nervios de punta; para su padre siempre existía un pero y nunca se sentía a la altura de sus expectativas.
Sin dejar de lado el constante escrutinio de parte de su madre, de quien juraba que con una de sus miradas filosas adivinaría todos sus más oscuros secretos.
Con todo eso rondando en su cabeza solo podía repetirse una pregunta una y otra vez... ¿Cómo iba a cenar con él y su familia cuándo un día antes casi besaba a otro hombre?
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