Flores A Juliana

CAPITULO 20

Graciela se acerco al ver las lágrimas asomarse por los ojos de su hija y con un abrazo la reconfortó; era el primer abrazo que le daba después del funeral de su padre, se lamentaba tanto no haber estado para ella en todo ese tiempo donde se aisló en su propio dolor sin darse cuenta que no era la única que sentía un gran pesar.

Pero todo eso había pasado, ahora que sostenía en un cálido abrazo a su hija silenciosamente juró no volver a faltarle cuando ella más la necesitara.

—Sabes, aún cuando venía en el taxi, una parte de mi me decía que estaba cometiendo un error, que estaba dejando ir al amor de mi vida... pero otra parte estaba alegre de que por fin eso hubiera acabado.

—¿Y a que parte te inclinas más ahora?
—A la segunda. Pensar en todo lo que viví con el y poner todo en una balanza me doy cuenta que fue más lo que sufrí que lo que disfrute.

Ahora dudo si él realmente me llego a amar, o si solo me quería.

—Si el te hubiera amado nunca habría dudado de ti a pesar de lo que los demás dijeran, a pesar de lo que su familia dijera. ¿Sabias que tus abuelos no querían que me casara con tu padre?

—No lo sabía, –dijo intrigada –¿porque no lo querían?
—La familia de tu padre siempre fue de un estatus social alto, mientras nosotros eramos de origen humilde.

Cuando conocí a tu padre en la Feria de la Virgen del Refugio quede profundamente enamorada de él. Jamás había conocido a un hombre como él, tan caballeroso y elegante.

Él había asistido para exhibir y vender joyas y promocionar la joyería, mientras que yo atendía el puesto de pan junto a tu abuela.

— ¿Y como fue que coincidieron? –preguntó curiosa–.

—Tal vez nuestro puesto no era el más ostentoso de la feria, pero el olor del pan atraía a cualquiera; así paso en el tercer día de feria, había visto a tu padre a lo lejos atender su puesto por varias horas hasta que en su descanso se acerco, me compro un pan y platicamos un rato hasta que su descanso terminó.

Después de eso todos los días me compraba pan y nos saludabamos de lejos; no fue hasta mediados de año cuando regreso la feria de la virgen cuando finalmente nos comprometimos.

Cuando mis padres y yo viajamos aquí para hacerlo oficial los padres de él no estaban de acuerdo, creían que era una trepadora y se negaban a que tu padre se casara conmigo.

—Pero aún así se casaron.

—Porque tu padre confiaba en mí así como yo en el, y no importaba lo que dijeran, el estaba seguro de quien era yo. Eso es amor.

Hablar con su madre había sido reconfortante, hacia tiempo no pasaban tiempo juntas y esa mañana fue agradable.

Pasaron el resto del día hablando hasta que las sorprendió la noche, cuando Juliana se preparaba para dormir recordó lo que le dijo su madre sobre el amor, realmente nunca se había sentido así con Gustavo.

Mientras el sueño llegaba a ella su mente recitaba las palabras de su madre >>Porque tu padre confiaba en mí así como yo en el, y no importaba lo que dijeran, el estaba seguro de quien era yo. Eso es amor.>>

El nombre de Fernando sonó en su mente mientras el recuerdo de sus rostro cerca al de ella aquel día en el taller llegaba a ella hasta que quedo profundamente dormida.

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