Fernando miraba pasar a la gente por la calle principal mientras arreglaba los últimos detalles para abrir la joyería; habían pasado casi dos semanas desde que Graciela había despedido a Efraín y no sabían nada sobre su paradero.
Mientras tanto ella y su hija decidieron tomar unas vacaciones en Acámbaro para visitar a su abuela, después de que Juliana abofeteara a la madre de Gustavo está se había empeñado en difundir por toda la ciudad la historia de como la atacó mientras enseñaba los moretones en su rostro y brazos, moretones que solían cambiar de lugar y color cada día.
Esta fue la razón principal por la que decidieron tomar un descanso mientras se olvidaba lo ocurrido.
Cuando llego Cleotilde con la comida de la tarde (como acordaron para hacerse mutua compañía) Fernando estaba mirando la caja con el collar de margarita mientras decidía si cambiar el color del listón o dejarlo tal cuál estaba.
—Buenas tardes joven, ¿aun no vende ese collar? tan lindo que está –cuestionó mientras dejaba la comida sobre la mesa.
—En realidad este no estará en venta.
—Ya veo, es para alguien especial –menciono con un guiño.
—Solo esperó que le guste realmente.
—Tengo excelentes noticias joven –dijo mientras servía la comida –hoy me llego una carta de la señora Graciela, regresan pasado mañana a la ciudad.
—Es una excelente noticia –menciono con una enorme sonrisa en el rostro.
—Sin duda, la casa se siente vacía sin ellas.
La noticia del regreso de Juliana lo lleno de alegría, aunque solo fueron dos semanas sin ella cada día su ausencia pesaba más y la pensaba a cada minuto del día, sin duda la extrañaba.
Una vez terminada la comida mientras ambos limpiaban la mesa Cleotilde se dirigió a Fernando –Joven debería cerrar más temprano no se debería arriesgar.
—¿Porque lo dices Cleo?
—¿No ha leído las noticias joven? Hay un ladrón por Guanajuato le dicen "el mutilado".
—No sabia nada.
—Dicen que es muy peligroso, anoche robo la casa de una anciana adinerada y la asesino.
La mueca de sorpresa y asco al pensar en eso tomo por sorpresa a Cleotilde –Dios mío ¿esta bien? Todo el color de la cara se le fue al piso.
—Si descuida, es solo que pensar en sangre me altera.
—Pues gracias al cielo trabaja en una joyería y no en la carnicería.
Su comentario aligeró la tensión que sintió Fernando y con una carcajada poco a poco se recompuso. Después de ayudar a recoger y despedir a Cleotilde decidió hacerle caso y cerro antes de que oscureciera.
Mientras iba de camino a su casa noto que esa noche las estrellas lucían más brillantes que nunca; hacia mucho que no veía estrellas así desde su infancia.
Últimamente los recuerdos llegaban a el de manera inesperada, durante mucho tiempo había olvidado prácticamente todo sobre su niñez pero desde que conoció a Juliana fue como si todo hubiera salido a flote.
Era una experiencia agridulce, revivir lo que por mucho tiempo se había obligado a olvidar a cambio de poder estar junto a la persona que le alegraba con tan solo sonreír era casi irónico.
Nada de eso importaba ya, todo recuerdo posible lo alejo con tan solo pensar en que por fin podría volver a verla de nuevo. Eso era suficiente.
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