—Adiós mamá, nos vemos en la tarde –se despidió Juliana mientras salía a toda prisa.
Desde su regreso se encontraba emocionada, cada día aprendía algo nuevo y disfrutaba pasar los días al lado de Fernando en la joyería.
Aunque no lo expresara abiertamente, había quedado enamorada de él después del detalle que tuvo hacía ella y conforme sabía más sobre él, más lo reafirmaba.
Cuando veía a los ojos de Fernando podía sentir que el compartía el mismo sentimiento, aunque ninguno de los dos lo expresará a los cuatro vientos, eran como dos niños que se amaban en secreto.
Al entrar a la joyería lo primero que vio fue el jarrón con flores que Fernando había tomado como costumbre poner en el mostrador con el pretexto de que traían vida al negocio.
—Son hermosas –resaltó mientras las miraba de cerca.
—Camelias, recién traídas del campo –respondió Fernando –Parece que llego el primer cliente del día –dijo al escuchar sonar la campanilla de la entrada.
Quien abría la puerta era un joven hombre de tez morena alto quien vestía formalmente.
—¡Martin! –al verlo Juliana no pudo contener la alegría mientras lo saludaba con un abrazo –¿Qué te trae de regreso aquí?
—Le pediré matrimonio al amor de mi vida, y este es el mejor lugar que conozco para mandar a hacer el anillo.
—Esa es una excelente noticia, ven a cenar con nosotros mamá estará feliz de verte –dijo emocionada.
—Me encantaría quedarme a la cena pero hay mucho trabajo en Querétaro, debo regresar hoy en la tarde.
Pero no me iré sin antes saludarla.
—Entonces te dejo en las mejores manos, el es Fernando.
—Mucho gusto.
—El placer es mío –ambos se estrecharon las manos.
Mientras Fernando hacia borradores del anillo con las peticiones que había hecho Martín, éste respondió todas las interrogantes que Juliana le hacia sobre su futura prometida.
Su historia sin duda era especial, se conocieron por casualidad cuando el asistió al teatro a un festival de poesía; a pesar de que él era contador y trabajaba para un banco era fanático de la poesía. Ella por su parte trabajaba como colaboradora en un periódico de Querétaro y se encontraba cubriendo una nota.
A pesar de que hacía casi dos años que no se veían con esa conversación recuperaron el tiempo perdido.
—Lamento oír lo que tu tío les hizo, por suerte lo descubrieron antes de que afectara más el negocio.
—De no haber sido por él jamás lo hubiéramos notado –dijo mientras le dirigía una sonrisa a Fernando.
—Saben en el banco que trabajo se ofrece un seguro para negocios, podrías darte una vuelta aprovechando el viaje.
—¿Viaje? –preguntó Juliana.
—Eres como mi hermana, no puedes perderte mi fiesta de compromiso.
—Sera un honor ir –sonrió.
—Bueno estarán algo ocupados así que los dejo, después te mandare la información de donde será la fiesta –después de abrazarla una vez más se despidió.
—¿Hace mucho no se veían? –preguntó Fernando.
—Perdimos el contacto hace dos años...bueno yo deje de buscarlo.
—¿Porqué?
—A Gustavo no le gustaba que fuéramos tan cercanos –sonó triste.
—Mira, este es el boceto final –Fernando cambio el tema al notar lo triste que este la ponía.
—Se verá hermoso.
Mientras veía a Fernando pegar el boceto en su mesa de trabajo y arrimar todo lo que necesitaría Juliana empezó a pensar sobre La fiesta de compromiso de Martín. Después de darle varias vueltas finalmente se dirigió a Fernando y le preguntó:
—¿Te gustaría ir a la fiesta de compromiso de Martín conmigo?
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