Al día siguiente, en el desayuno solo se encontraban Graciela, Juliana y Fernando ya que éste último había organizado el desayuno privado para hablar con Graciela sobre su noviazgo con Juliana.
—Mamá, Fernando y yo tenemos algo que anunciarte.
—¿De qué se trata? –Preguntó Graciela mientras dejaba el bocado en la mesa.
—Con el respeto que se merece –habló Fernando –anoche le confesé mi amor a su hija y ella me correspondió. Quisiera pedirle formalmente su aprobación para nuestra relación.
Mientras Graciela permanecía en silencio Juliana busco la mano de Fernando para disminuir los nervios, en respuesta él masajeo cariñosamente su mano con el dedo pulgar.
—Pense que jamás se lo pedirías.
—¿Usted sabía...?
—Como dice el dicho »más sabe el diablo por viejo que por diablo,» solo bastaba verlos juntos para saber que ustedes se amaban, tan sólo fueron los últimos en darse cuenta.
—Entonces...
—Cuentan con mi bendición, y puedo decir que tu padre también se las daría –mencionó con una sonrisa.
Juliana se alegró al oír la respuesta de su mamá.
El resto del día se la pasaron paseando por la finca hasta que el atardecer los sorprendió sentados en una banca –¿Crees que tus padres también hubieran aceptado? –Preguntó Juliana, Fernando se quedó pensativo mientras miraba el sol ocultarse tras las montañas.
—Mi madre sin duda te hubiera amado.
—¿Y tu papá?
—Él también estaría feliz, Manuel y él eran grandes amigos.
—Me hubiera gustado mucho conocerlos...
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