CAPITULO 30

—No puedo, no los ayudaré.
—No tienes opción, con el dinero de ese robo invertiremos en la expansión de nuestro negocio.
Armando se levanto y de una caja saco un arma –Diez de estas dejan más que una noche de apuestas.

Efraín trago saliva, todo se estaba saliendo de sus manos y ahora sentía que no había vuelta atrás; había caído en un camino de mentiras y sin salida.

—Pero mi familia...
—Si te preocupa que les hagamos daño, relajate. Lo haremos en la noche cuando este cerrado.

Los nervios lo atacaban, la culpa cayó sobre sus hombros al recordar cuanto daño había ocasionado en su familia, Armando notó su preocupación en la mirada y amenazantemente se dirigió a él 
–Si éstas planeando ir con la policía es mejor que lo olvides, por si no te has dado cuenta tenemos informantes ahí.
—En cuanto pongas un pie en la comisaría lo sabremos, y ellas pagaran las consecuencias –complemento Juan.

La mente de Efraín daba mil vueltas, sus opciones se habían acabado. Al ver a todos los presentes en esa habitación tuvo un presentimiento; si no aceptaba no saldría con vida de ahí.

Ya fuera que aceptara o no ellos llevarían a cabo el asalto, ni siquiera entendía porque Armando y Juan lo querían hacer partícipe de él. Ambos tenían una mente retorcida.

Pero toda la culpa era de él, él inicio a apostar en exceso por los bares de mala muerte, él se endeudo con ellos y él se aprovecho de la confianza de Manuel, llevándolo a que decayera su salud por el estrés de ayudarlo a salir de sus problemas.

Si ellos iban a asaltar La cueva de Plata no era casualidad, él les abrió la puerta al llevar a Juan ahí para liquidar su deuda.

Resignado decidió que tal vez lo mejor era estar ahí, aún si eso significaba perder lo ultimo de lealtad y dignidad, si es que alguna vez las tuvo.

—¿Cuándo lo haremos?

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