—No te dije nada de esto ya que para mi fue más fácil pretender que nada de eso ocurrió y que Octavio era mi único padre –confesó.
—¿Estarías dispuesto a hablar con el?
—Jamás.
—Tal vez deberías de platicar con él, no te pido que lo perdones pero cerrar esa parte de tu pasado podría ser de ayuda.
—No tengo nada que hablar con él.
—Mi mamá me aconsejo que hablara contigo, si no hubiera sido por ella yo no hubiera aceptado.
Ahora te digo lo mismo, habla con él y que te cuente su parte de la historia y después tu decides si no lo vuelves a ver.
Fernando se quedó pensando en la propuesta de ella mientras la acompañaba hasta su casa.
—Sobre lo que me dijiste, creo que sería bueno saber que paso ese día después de tantos años.
Juliana asintió –Traeré su dirección –abriendo su tocador para sacar el papel donde estaba anotado la dirección miró su reflejo y recordó que había dejado el collar guardado en la oficina –iré por el más tarde –pensó.
Con la dirección en sus manos Fernando tomo rumbo hasta que llego a una modesta casa de huéspedes. Al tocar la puerta tenía la sensación de que la abriría y se encontraría con la misma escena de hace veinte años.
Al abrir la puerta los ojos cansados de su papá se iluminaron al verlo parado ante su puerta, a pesar de que guardaba la ilusión de que su hijo se presentara ante él nunca pensó que fuera a suceder.
—Hijo mío.
—¿Querias hablar? Aquí estoy hablemos.
—Claro pasa por favor.
El cuarto no era lujoso pero tenia lo suficiente para vivir, en el mueble al lado de la cama descansaba una antigua foto que dejaba ver a una joven dama con los cabellos rizos, labios carnosos y los ojos verde oliva que su único hijo heredaría; era el rostro de su mamá.
—Fue lo único que me dejaron conservar en la prisión –menciono su papá –su rostro y tu recuerdo fue lo único que me salvo de caer en la locura.
—¿Por qué la mataste? –exclamó.
—Yo no quería matarla, días atrás tu mamá había tomado la decisión de dejarme y se iría contigo. Yo le prometí que dejaría de tomar si ella se quedaba y me daba otra oportunidad.
Al principio cumplí pero no resistí y volví a caer, ese día ella iba a irse pero no quería dejarla ir, discutimos y en un momento que forcejeamos se soltó y su cabeza golpeó contra la repisa –secó con su mano una lágrima que se escapó –crei que era un golpe nada más pero no respondía así que trate de levantarla, cuando me di cuenta de que jamás despertaría por primera vez en mucho tiempo caí en cuenta de todo el error que había cometido y que lo había arruinado todo.
Fernando vio como se desmoronaba en llanto y no pudo evitar abrazarlo, vio reflejado en él todas las veces que él lloraba en silencio por las noches.
El resentimiento seguía ahí, pero ahora también le acompañaba la compasión.
—Todos estos años me mantuve sobrio y desde que salí no he tomado ni una sola gota de alcohol. Me dedique a buscarte orando a Dios conseguir tu perdón.
—No se si puedo perdonarte ahora, no es tan fácil olvidar todo el dolor que sentí por tanto tiempo.
—No te presionare para que me perdones porque no se si lo merezca, pero si alguna vez lo haces yo estaré siempre aquí.
Realmente escucharlo fue de ayuda para él, antes de partir su papá lo alcanzo en la puerta y le extendió la foto de su mamá.
—Por muchos años la tuve conmigo pero ahora quiero que tu la conserves, para que no dejes morir su recuerdo en ti.
Fernando la tomó, el recuerdo de su mamá lucia borroso en sus recuerdos pero ahora podría tener su viva imagen por siempre.
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