Nos separamos y sonrío. A mi cabeza llega la lista que hice y me muerdo el labio.
—¿Te das cuenta? —pregunto y frunce el ceño.
—No entiendo.
—Me acabas de besar y está lloviendo. Oficialmente puedo tachar esto de mi lista —sonríe.
Me toma de la cintura.
—También puedes tachar el punto 5, porque yo seré el único chico en tu vida, por ende, soy el amor de tu vida —sonrío.
—Yo encantada de que seas tú —me vuelve a besar.
—Te quiero tanto, mi florecita —acaticia mi mejilla.
—Yo te quiero mucho más —beso su nariz.
Empiezo a sentir frío.
—Creo que deberíamos irnos, estás temblando —comenzamos a caminar en dirección al auto.
—Que sea a tu casa, por favor, mi mamá se muere si me ve así.
Asiente y arranca.
En pocos minutos llegamos a la casa de Julián, aún sigue lloviendo y más fuerte. Abre la puerta y entramos, cada vez siento más frío.
—Joven Julián —dice una señora más o menos de la edad de mi madre.
Es de contextura gruesa, tiene los ojos negros y su cabello es castaño oscuro.
—Hola Azucena.
Así que ella es Azucena.
Me queda mirado por varios segundos.
—Ella es Jazmín, la amiga que te dije, solo que actualmente es mi novia —lo miro y sonrío, él igual.
—Mucho gusto señora Azucena —ella sonríe.
—Dime solo Azucena, cariño. También es un gusto conocerte. Pero mirense, están empapados.
—¿Podrías por favor prestarle un poco de ropa? —pregunta Julián.
—Claro que sí, ven conmigo —me tiende su mano y la tomo —estás helada.
—Tengo mucho frío —respondo divertida.
—Florecita —me giro para mirarlo —te quiero —sonrío.
Lo abrazo fuerte y beso su mejilla.
—Ahora sí, señora Azucena lleveme por esa ropa seca, que me muero de frío —exagero y la señora sonríe.
Nos alejamos de Julián y ella me lleva a un cuarto bastante alejado de la sala, pero en el primer piso.
—Puedes darte una ducha mientras busco ropa que pueda quedarte —asiento.
Me da una toalla limpia y un jabón.
Entro al baño y hago lo que me indicó Azucena; el agua tibia calma un poco mis escalofríos, ya me estaban doliendo los músculos por el frío.
Salgo envuelta en una toalla y veo la ropa en la cama. Al parecer es nueva y de mi talla, consta de un conjunto de ropa interior, un short de jean, una blusa mangas largas con cuello de tortuga, de color lila y unos zapatos negros.
—Veo que te quedó perfecta —miro a la señora y sonrío.
—¿De quién es? —pregunto curiosa.
—De mi hija, su nombre es Adela.
—Me gustaría conocerla y agradecerle en persona, la ropa se ve nueva... —soy interrumpida por una chica más o menos de mi edad.
—Lo es, es decir, la ropa es nueva, no creí que te gustara ponerte ropa usada —sonríe.
Ella es alta, su cabello es liso, castaño oscuro y sus ojos son marrones oscuros, como los de Azucena.
—Muchas gracias, no debiste molestarte —se encoge de hombros.
—No es molestia, tranquila. Me llamo Adela —me tiende su mano.
—Jazmín —la tomo y se la queda mirando.
—Estás helada y tu nariz está roja —suelto su mano.
—Pronto entraré en calor y se me pasará.
—Te llevo con el joven Julián —dice Azucena.
—¿Son amigos? —pregunta Adela.
—Soy su novia —respondo y se pone seria.
Finge una sonrisa y sale de la habitación.
Extraño.
Sigo a Azucena y llegamos a la sala. Ahí están Julián y un señor muy parecido a él, supongo que es su padre. El señor tiene semblante triste y Julian no se queda atrás, pero está enojado también.
—Julián —digo y me mira.
Su rostro se relaja y sonríe, camino hasta él y Azucena se retira.
—¿Quién es ella? —le pregunta su padre.
—No te importa —responde de forna grosera y el semblante de su padre se pobe peor.
—Julián —lo regaño en un susurro.
Me mira a los ojos y suspira.
—Ella es Jazmín, mi novia; Jaz, él es Alexander, mi padre —lo último lo dice con rencor.
Le sonrío al señor y él hace lo mismo.
—Es un gusto conocerte Jazmín, eres la primera novia que mi hijo me presenta —miro a Julián.
Rueda los ojos e intento no reír.
—También es un gusto conocerlo, señor Clifford y es un honor ser la primera novia de su hijo que usted conoce —respondo divertida.
—Puedes decirme Alexander —asiento —siéntense.
—No queremos pasar un mal rato, gracias —toma mi mano.
—No seas grosero —le susurro.
Resopla, me suelto de su agarre y me siento. Alza una ceja y yo igual, vuelve a suspirar y se sienta a regañadientes, sonrío y beso su mejilla.
Miramos al padre de Julián y nos mira con una sonrisa.
—Hacen una hermosa pareja —Julián rueda los ojos.
—Te queda absurdo este papel, ¿sabes? No trates de meterte en mi vida, ni de opinar. Me importa un rábano lo que tú pienses. No eres nadie significante en mi vida —se levanta y camina escaleras arriba.
Me pongo en pie yo también, miro al señor Clifford y su rostro demuestra una tristeza profunda. Está muy arrepentido de lo que le hizo a su hijo.
Tengo que hacer algo por ambos, porque Julián es el más afectado.