Fragancia de media noche

Capítulo cuatro: Té de menta

Los ojos curiosos de Hayami quedaron atrás y aún pude ver su amplia sonrisa desde su posición mientras ingresaba a mi oficina con Satoru siguiéndome. Le permití cerrar la puerta cuando el movimiento de su brazo lo sugirió y yo me limité a tomar mi lugar tras el escritorio, depositando el portafolio de arte delante de mí.

— Adelante — Ofrecí la silla vacía con un gesto y el pelinegro lo aceptó con una cabezada, tomando su lugar al otro lado del escritorio, mirándome de manera directa. Las preguntas que tenía en aquel momento eran múltiples, pero sabía cuales necesitaba priorizar.

Mis dedos se deslizaron sobre los broches que mantenían la carpeta cerrada, desplegándola de manera lenta. Podía sentir mi pulso acelerado hacer palpitar las yemas de algunos de mis dedos, pero por uso de costumbre mi expresión permanece cetrina.

Dentro encuentro 8 gruesas hojas blancas con el gramaje necesario para soportar los trazos en acuarela con los que estaban realizados los dibujos ante mí. Despliego uno a uno con cuidado en una línea horizontal perfecta para poderlos apreciar en conjunto antes de levantar mi vista de manera lenta hacia el pelinegro.

No hay palabra alguna mediada entre ambos, él no me evade y solamente se queda en su asiento, inmóvil, mirándome directamente a los ojos mientras mis dedos acarician el borde de una de las preciosas ilustraciones.

— La propuesta cubre en su totalidad el mes de Octubre, y de su éxito depende totalmente lo que podría sugerir para atender el mes de Noviembre — Comienza a hablar sin mover sus ojos ni un centímetro, así que me obliga a hacer lo mismo.

— Fundamenté el concepto en la llegada del otoño y lo enfoqué al tema floral. Los brotes de esta temporada aquí y en el mundo son sumamente distintivos, gracias al clima.

— ¿Todo esto son brotes del otras partes del mundo? ¿Son reales? — La respuesta que obtengo es su brazo derecho estirándose sobre la mesa entre ambos para señalar el primer boceto, a la izquierda del todo frente a mí. Mi vista desciende para seguir la trayectoria de inmediato.

— Los girasoles son un comodín, pero son mucho más fértiles en otoño —. Sus dedos avanzaron hacia la segunda ilustración — Las Zinnias son flores brillantes sudamericanas, extremadamente temporales.

Sus dedos se pasearon sobre los preciosos trazos de estilo japonés hechos a tinta que dibujaban patrones alegres entre el rojo y el amarillo brillante, agrupados en ramilletes de múltiples flores pequeñas.

— Las Dalias son flores resistentes, pertenecientes a centro américa — Dibujó un corto círculo entre las grandes flores de terminaciones agudas, definidas en un vivo color rosa, mezclado con el blanco — Las Hortensias son flores asiáticas de temporada, el jardín del museo tiene algunas. Las Aster son flores europeas por excelencia y los Crisentemos pertenecen a la franja entre Europa y Asia. — Sus dedos viajan desde los pequeños ramilletes púrpuras hasta las estridentes flores rosadas, parecidas a las margaritas. El viaje de sus delgados dedos termina en los desordenados pétalos amarillos.

— La Alstroemeria es una flor exclusivamente del Perú y las collejas florecen al terminar el verano en la parte superior africana, algunas partes del sur de Europa — Por fin su mano finaliza en el extremo derecho de la franja, entre las cúpulas de un rosa pálido y los peculiares trazos en forma de campanilla salpicados de un blanco impoluto.

A la par de su silencio expectante su mano se retrae para volver junto a su cuerpo, mis saturados y sorprendidos ojos aún saltan de dibujo en dibujo, repasando la información dada en voz del pelinegro. Cuando levanto la vista él aún me observa, exactamente en la misma posición que tenía antes de comenzar a hablar.

El contacto visual entre ambos se extiende varios segundos, hasta que el movimiento de las cejas me permite escapar del profundo reflejo gris en sus ojos. Parpadeo un par de veces, bajo la mirada una vez más hacia el hermoso panorama floral ante mí y juego mi mejor faceta de enfoque mercantil.

— Así que es una propuesta enfocada a una campaña tradicional — Satoru niega con la cabeza y esta vez son mis cejas las que se elevan — Necesitaré entonces que me lo plantees. Tus dibujos ofrecen una imagen completamente tradicional.

— La imagen lo es, la campaña no — Entrelacé mis manos y apoyé el mentón sobre mis dedos, esperando que el pelinegro dijera algo más que aquello — El conjunto ofrece un panorama internacional, pero la estética lo vuelve japonés. Si les ofreces un sentimiento de propiedad se sentirán identificados y curiosos al mismo tiempo.

— Aún no veo el factor que lo vuelva “no tradicional” — Su ceja izquierda se mueve en un espasmo involuntario, lo había interrumpido y eso claramente no le agradaba. Aun así estaba hecho así que no mostré signo de remordimiento, solamente moví mi cabeza para invitarlo a continuar. Él se tomó algunos segundos para hacerlo.




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