Ahora que de nuevo te vas y dejas tu mundo en mi recuerdo recorriéndome desde las entrañas hasta el alma. Puedo decirte que eres la tragedia más hermosa de mi vida.
La peor muerte del alma es el miedo. Miedo al olvido, a la traición. Miedo a los giros radicales que da la tierra. Miedo a vivir muriendo y viceversa. Miedo a ese vuelco en el pecho que me deja sin sangre. Miedo a volar, miedo a caer. La peor muerte del alma es el miedo y es la que siempre me persigue.
El mayor error que solemos cometer es subestimar al corazón, creer que algo puede dolernos tanto como para quererlo arrancar del pecho. Es cierto que el corazón tiene sus muertes, pero al final de todo, cada latido puede soportar más de lo que creemos. Tenemos un microcosmos en el pecho capaz de cambiar el mundo entero.
Rescatas de mi muerte mental el hilo de mi vida. Y te enredas en él a besos, llenando de amor mi parte más lúcida. Eres el abrazo que me manda el cielo. Y aunque me quebrante recojes todos mis pedazos y los sostienes en tus manos. Cómo no amarte como te amo, si aunque no lo notes me sostienes, me haces sentir a salvo. Cómo no amarte si me abrazas cuando el mundo y sus hoyos negros se hacen grandes y me aterran. Y es que quisiera poder mirar más claro, dejar de sentir la cabeza colapsada, dejar de llorar hasta por la piel. Tengo miedo de mis noches, de mi sueño, de mis manos, de mis voces, de mi ira. Tengo miedo de tener miedo y no tenerte cerca. Podría quedarme en tu planeta por el resto de los días.