Freaks Libro I
Pequeño cuervo.
(Anthony Bardales)
Prologo:
En esta historia trato de describir cierto sentimiento elocuente que surge rara vez en mi sentir. Desde la tenue sensación de inconformidad al no ser visto o apreciado de sobre manera por quienes yo he amado, tal vez suene tonto, pero reluzco mi capricho o sentimiento egoísta, al menos un poco.
Lo que representa.
Era una noche de invierno, una fuerte lluvia caía acompañada de un frio viento que aumentaba mi lamento.
Hace cuatro años mi madre fue diagnosticada de cáncer, cuando yo apenas tenía siete años, junto a mi padre me encontraba en la sala del hospital esperando la llegada de algún medico para saber el estado de mi madre quien se había desmayado esta tarde en la cocina mientras me preparaba un sándwich.
Todo sucedió tan rápido y aunque no entendía muy bien lo que ocurría sentía desesperación. Mi padre hacía notar su preocupación acompañado de una ira que no disimulaba en la forma de hablar.
Pasaron casi treinta minutos cuando el doctor se acerco y nos dio la noticia de que el cáncer estaba en fase terminal y que después de la quimio ya no había nada más que hacer, esa noticia devasto a papa y aunque me dio recordaba lo que a diario mi madre me decía cuando se enteró del cáncer que la estaba consumiendo.
“No sientas lastima por mí, ni tristeza y, mucho menos ira porque se que si hay un final al menos tuve la oportunidad de tenerte y amarte”
Mamá siempre me decía que yo era su milagro, el hijo que tanto espero, su regalo de Dios y muchas cosas que me hacían sonrojar. Enserio me amaba.
Cuando el sol del día siguiente se asomaba por la ventana de cuarto clínico mientras sujetaba mi mano y la de mi padre solo sonrió diciéndonos que nos cuidemos, que nos alimentemos bien y que no lloremos por su ausencia ya que ella vivirá eternamente en nuestros corazones.
Todo paso muy rápido después de esas palabras, las maquinas empezaron a sonar fuertemente. Los doctores y enfermeros entraron rápidamente después mientras mi padre con violencia intentaba quedarse en el cuarto. Mi madre murió a los pocos minutos y yo ni siquiera pude llorar.
Ni un poco.
Ayúdame.
Era una noche despejada llena de estrellas y ni una sola nube. A lo lejos en la carretera un coche se acercaba rápidamente adentrándose en una zona llena de grandes árboles.
En su interior se veía a dos personas tal vez una pareja, pero parecían discutir. El coche freno con fuerza en medio de la carretera y una chica salió rápidamente de él. Sin mirar atrás simplemente corrió adentrándose en el bosque.
Mientras se adentraba menos podía ver aun cuando era una noche despejada carecía de una luna llena que alumbrara su camino, su respiración estaba tensa, de un momento a otro parecía estar angustiada, como si huyera de alguien. Hasta que de pronto su pie se torció y cayo golpeándose fuertemente con un árbol en la cabeza y rodara hasta quedarse en medio de un pequeño rio.
En ese mismo momento a lo lejos antes de que ella se desmayara veía la silueta de un hombre acercándose con una linterna a lo cual frágil y vulnerable tras el golpe desesperadamente intento levantarse, pero todo se oscureció.
_Mia levántate, mamá preparo lasaña. Decía la voz de un hombre que extrañamente, se escuchaba nostálgico.
_Ayúdame… no quiero estar sola. Empezó a susurrar aquella chica quien era Mia mientras lentamente recobraba la conciencia.
Mia despertó en un cuarto no tan grande, mientras su visión se acoplaba un poco mareada miro el techo desconociendo el lugar, luego miro a su derecha observando una pared vacía sin ni siquiera un cuadro. Luego miro a la izquierda, otra pared completamente vacía. Luego miro al frente mienta se reclinaba y vio a un hombre sentado con una máscara en una silla con un gato negro en su regazo mirándola fijamente.
El rostro de Mia por completo se puso pálido, el miedo era evidente.
_Q.… qui... ¿quién eres tú? Le pregunto Mia tartamudeando del miedo.
El sujeto se veía un poco robusto con el cabello largo hasta los hombros, su cabello era rizado con un tono oscuro, su piel extremadamente blanca y sus ojos negros completamente apagados a través de la máscara. El no dijo una sola palabra.
Cálido.
Al no escuchar respuesta Mia empezó a gritar pidiendo ayuda lo más fuerte que podía, pero por más que gritaba parecía incapaz de hacerlo. Aquel sujeto seguía sentado mientras que aquel gato asustado se resguardo debajo de la silla. Después de varios minutos al Mia darse cuenta de que nadie aparte de aquel sujeto la escuchaba guardo silencio, fue allí cuando se dio cuenta de que la puerta de salida estaba detrás de aquel sujeto.
Mia miro en todas direcciones buscando algo con lo cual defenderse y cuando intento levantarse de la cama sintió un fuerte dolor en su pie derecho lo que hizo que se cayera contra la pared. Ahí ella se dio cuenta del vendaje en su pie y también el vendaje de su cabeza. Rápidamente intuyo que el la ayudo.
Intento preguntárselo, pero por mas que lo hizo no hubo respuesta por parte de aquel sujeto fue entonces cuando Mia empezó a frustrarse y contra la pared golpeaba su cabeza una y otra vez. Aquel sujeto se paró de la silla mientras el gato lazaba gruñidos. Tomo a Mia desde la espalda mientras ella forcejeaba.
Aquel sujeto saco de su chaqueta una jeringa con un líquido intentando injertárselo a Mia, pero ella se percató y fue ahí cuando logro morderlo en el brazo. El la soltó adolorido, pero Mia seguía sin poder caminar bien y cuando se desplomo en el piso aquel sujeto rápidamente le inyecto el liquido en el brazo haciendo que ella cayera dormida.