Fuego y sangre

Harlan C. Taylor

El trayecto desde la casa hasta el edificio donde se encontraba su empresa fue en absoluto silencio. Del mismo modo, atravesaron el estacionamiento hasta el ascensor que los condujo hasta el piso dieciocho. Cuando las puertas se abrieron, el sonido de los cuerpos volteando hacia el hueco en la pared fue lo único que se escuchó por unos momentos.

Catalina y Logan caminaron uno al lado del otro, en línea recta, como lo hicieron durante cinco años, desde que compraron ese piso —y los cuatro que estaban por debajo, tiempo después—, sin mirarse. No saludaron. Siguieron hasta la puerta de sus respectivos despachos. Solamente cuando estuvieron dentro, la oficina cobró vida de nuevo.

Catalina exhaló una larga bocanada de aire, como si hubiera estado conteniendo el aliento hacía mucho. Dejó su bolso y abrigo sobre un sofá gris. Unos minutos después, su secretaria entró sin anunciarse, cargada de carpetas, mensajes impresos e invitaciones. Pero una carpeta en particular atrapó su atención. Las solapas azules contrastaban con la cinta roja que tenía alrededor. Antes de agarrarla, pensó que le debía una explicación a Rita, la mujer que desde el inicio se había encargado de asistirla. Aparte de Logan, su secretaria era la persona con la que más tiempo pasaba, y al menos eso le debía.

—Vine a este país para salvar mi vida —empezó a decir—. Nunca creí que mi pasado me alcanzaría de nuevo.

—Kat, no tienes que explicar nada —dijo Rita—. Nadie va por la vida con un cartel colgando del cuello que dice lo que fuimos antes. Solo dime una cosa. —Kat parpadeó—. ¿Es verdad lo que decían en las noticias? Ya sabes...

—No te entiendo.

—Que tú no… que el señor Sharp… que ustedes no podían… hablar.

—Bueno, sí, es verdad.

Rita sonrió. Kat era alguien a quien apreciaba, no solo porque era su jefa, sino porque le había dado una oportunidad cuando creía que nunca podría conseguir un trabajo acorde a sus habilidades a su edad.

Rita le puso una mano en el hombro.

—Hablo en nombre de todos cuando digo que esperábamos con ansias que regresaran pronto y que todo quedara aclarado. Seguimos las novedades a través de internet. Por las mañanas y las tardes nos reuníamos a ver las noticias.

Kat no supo qué decir. Le ofreció una amplia sonrisa.

—Ahora debes explicarme de qué se trata esto —dijo, señalando la carpeta que antes captó su atención—. ¿Desde cuándo ofrecemos fiestas?

—Fue idea del señor Sharp.

Kat frunció el ceño. No le gustaba la idea de ser el centro de atención otra vez. No en Canadá. No en cualquier parte del mundo.

—Está bien. Hablaré con él.

Rita asintió y, luego de preguntar si necesitaba algo más, se retiró.

Catalina leyó la primera página: “Fiesta de máscaras”.

Antes de que levantara su teléfono para enviar un mensaje a Logan, él entró al despacho sin anunciarse. Ella lo observó por un momento sin decir nada.

Logan puso sobre el escritorio varias hojas apiladas; por el olor que emanaba, eran hojas recién impresas.

—Creo que deberías ver esto —dijo, acercándole las hojas—. Se trata de tu familia. De tu hermana, específicamente.

—Mi única familia eres tú —dijo con frialdad—. Tú y Elaine.

Logan no quería presionarla, pero lo que tenía bajo la yema de sus dedos era un asunto delicado que no podía ser ignorado por Kat. El asunto en cuestión afectaba tanto los lazos familiares como los negocios.

—Solo léelo… por mí, aunque sea.

Ella dudó un instante. Finalmente, accedió.

Repasó con la vista las letras impresas, las caras en las fotos, los nombres que allí se mencionan.

—Dime que es broma.

—No. No lo es. Tu hermana Malena acaba de casarse en secreto con uno de nuestros socios más importantes.

Malena. La hermana gemela que, desde que llegó a Canadá, se negó a ver. La hermana que, por suerte o por decisión de los dioses, había escapado al sacerdocio en Roma. Malena, la que había vivido en libertad. Malena, la hermana que, estando tan lejos de ella, siempre se empeñaba en ser parte de su vida.

—¿Qué crees que debamos hacer al respecto?

—Mi opinión es que debes hablar con ella y saber cuál es su actual posición en lo que respecta a los negocios de su flamante nuevo marido.

Kat se levantó despacio. Se dirigió al otro lado del escritorio y se apoyó en él. Logan, a su lado, hizo lo mismo. Pegados, hombro con hombro.

—No creo que sea capaz de hablar con ella —dijo Kat, sin despegar la vista de la alfombra que tenía enfrente.

—Alguna vez tendrás que hacerlo. Tenemos una fuerte suma invertida en esa empresa, y no sería conveniente retirar el capital ahora que han empezado a crecer de manera acelerada en el mercado hotelero.

Catalina tomó una bocanada profunda de aire. Cerró los ojos. Exhaló de manera dramática.

Logan la atrajo hacia su pecho y la envolvió con sus brazos.

—Sabías que este día pronto llegaría. Tarde o temprano tendrías que reencontrarte con tu familia.

—Lo sé, pero no estoy preparada aún.

—Esperaremos algunos días, entonces —dijo Logan. Con suavidad, corrió un mechón de la cara de Catalina—. Mientras tanto, compraré al informante para que esto no llegue a la prensa.

—Cuidas de mí, cuidas lo que hemos construido —dijo Kat, pegada a su pecho—. Nunca terminaré de pagarte lo que has hecho todos estos años, Logan Sharp. Incluso me has dado tu nombre. ¿Qué he hecho yo? Nada.

Logan pensó si debía responderle. Catalina le había dado una razón para vivir. Todo lo hacía por ella y para ella. Nada de lo que tenía lo hubiera logrado sin Catalina a su lado. Entregaría todo lo que poseía si ella desapareciera o se fuera, solamente para que volviera.

Agarró la mano izquierda de Catalina y la llevó a sus labios. Besó el anillo que había puesto en su dedo anular antes de ser apresados en Roma. El zafiro brillaba en su fino dedo a la luz de la mañana.

—Has hecho más por mí de lo que nunca nadie, a excepción de mi madre, ha hecho. Solo te pido una vez más que seas mi esposa. Ese será el único pago que pediré a cambio de mi lealtad, fidelidad y servicio.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.