Fuera de plano: El manual de errores de una perfeccionista

CAPITULO V

El lunes amaneció blanco y silencioso. El fin de semana pasó sin sobresaltos: sofá, series y café. Un paréntesis necesario. De esos que no resuelven nada, pero evitan que todo se rompa.

Al llegar a la oficina saludo a Sophie en recepción. Su sonrisa es, como siempre, esa pequeña chispa de luz en medio del acero y el vidrio.

—Buenos días, Harper.

—Buenos días, Sophie.

Camino por el open office hacia mi escritorio y noto varios puestos vacíos. Llegué antes de lo habitual.

Reviso el reloj: 8:45 a. m.

Todo está exactamente como lo dejé el viernes. Eso me tranquiliza más de lo que debería.

Dejo mis cosas y reviso la agenda. En uno de los cajones encuentro el paquetito que Sophie me entregó el viernes, lo abro. Chocolate con trozos de guinda ácida. Mi favorito.

Pequeños gestos que hacen que un lunes no se sienta como una amenaza.

Minutos después aparece Mei Brooks. Camina directo hacia mí, ajustando los papeles como si necesitara asegurarse de que todo esté perfectamente alineado antes de hablar. Rasgos delicados, ojos almendrados, una sonrisa tímida que todavía no decide si quedarse o salir corriendo.

—Buenos días, Harper.

—Buenos días, Mei. ¿Qué tal va todo?

—Estuve revisando los planos de la ampliación de los Kaufmann… —dice, midiendo cada palabra—. El proyecto es excelente, pero pensé en algunas mejoras para aprovechar mejor ciertas zonas.

Los Kaufmann. Ese matrimonio tan excéntrico que convierte cada reunión en un test de paciencia.

—Adelante —digo, genuinamente interesada.

Me explica su propuesta con cuidado, casi pidiendo permiso por existir. Ajustes de circulación, pequeñas correcciones espaciales, soluciones limpias. La escucho sin interrumpir.

—Mei —la detengo con suavidad—. Es una buena propuesta. Muy buena. Recuerda algo: cuando confías en tu criterio, ninguna crítica externa debería hacerte dudar.

Sus ojos se iluminan apenas. Orgullo contenido.

—¿Por qué no te sientas aquí? —le propongo—. Veamos cómo integrar esto juntas.

Se acomoda a mi lado. Trabajamos en silencio unos minutos, concentradas. Hasta que Olivia aparece, apoyándose en el borde del escritorio con su sonrisa habitual.

—¿Ves? —dice, dirigiéndose a Mei—. Harper no es el monstruo que circula por los pasillos. Solo muerde cuando es necesario.

Mei sonríe, mostrando los brackets.

—¿Qué te parece si vamos a elegir materiales para estas mejoras? —propongo.

Asiente sin dudar.

Ironwood Supply es un lugar que conozco sin pensar. Amplio, funcional. Donde los proyectos dejan de ser ideas y se convierten en decisiones irreversibles.

Madera. Metal. Barniz. Estanterías altas, ordenadas e intimidantes. Caminamos hacia el área de terminaciones. Mei revisa revestimientos mientras yo observo las muestras de mármol.

Mientras echo un vistazo al mármol, al otro extremo del pasillo lo veo.

No busca a nadie. Está frente a un módulo de aislación térmica, sosteniendo dos productos casi idénticos, frunciendo apenas el ceño como si esa decisión mínima cargara más peso del que debería.

Es Nathan.

—Mei, dame un segundo —murmuro.

Me acerco sin saludar.

—Ese va a despegarse en dos semanas.

Levanta la vista, sorprendido.

—Hola… ¿experta en adhesivos?

—Arquitecta. Y obsesiva con la aislación térmica. Si usas ese, el frío va a entrar igual y habrás tirado el dinero.

Le quito el paquete de las manos y le doy el otro.

—Este sella mejor sin endurecer la puerta. Úsalo. Y si no funciona, puedes venir a reclamarme a NH Architecture.

—Acepto el desafío —dice, sonriendo de lado.

Dudo apenas un segundo. Saco un bolígrafo, arranco un papel del block y anoto mi número.

—Por si te surge alguna duda —digo, tendiéndoselo.

Lo toma con cuidado, como si no quisiera arrugarlo.

—Gracias. En serio. Por cierto… —duda—. Sé que me dijiste tu nombre, pero ahora no lo recuerdo.

Sonrío.

—Nunca te lo dije. Harper.

—Gracias por la ayuda, Harper.

Mei se acerca con algunas muestras en la mano.

—Además de mesonero, te dedicas a las reparaciones —digo—. Bastante eficiente.

Nathan solo sonríe.

—Ella es Mei —añado—. Estamos cerrando una propuesta de diseño.

—Encantado.

—Igualmente —responde Mei, tímida.

Nos despedimos. Volvemos al proyecto como corresponde.

Pero pienso, sin querer, que algunos encuentros —como ciertos materiales— no están hechos para resolverse en una sola visita.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.