Fuerza y Osadía

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Los delirios de Hannya crecían y se aminoraban al mismo tiempo, comenzó enseguida a leer textos bíblicos, como el Rosario de la Virgen: el cual le produjo placer y confort pero se negaba de algún modo completo al cambio sentíase al mismo tiempo una Ax'eriva Is'sa dispuesta a acabar con el mundo que le rodeaba. La novena de San Judas Tadeo que le trajo paz, siempre había visto su figura con los "nacos" porque así los llamaba. Toda su vida había sido una persona privilegiada que con una sola llamada arreglaba su condición. La novena de San José como podía sentirse atraída a un santo de esa forma tan carnal, tal vez por la figura paterna que le había faltado. Se leía y releía a San Charbel, Santa Elena, Santa Bernardita. Leyendo un apartado eclesiástico decía que Santa María escogía a personas menudas como sus portavoces, al leer la historia y oración de la santa Bernardita se dio cuenta de su estrecha relación con ella. Hannya Bru cercana a la religión, cosa inaudita. Pero había movida por el deseo, el deseo carnal hacia un Padre, seguía siendo una pecadora. Acumulaba más pecados de los que ya tenía. María, era su seguro de vida.

 

Después de su Hijo¨Mammón¨, Lucifer acogió a una mujer del nuevo siglo, a la cual le otorgo poderes para que infundiera terror al mundo en su forma humana, es un demonio que carga con la responsabilidad de proteger a su padre cuando llegue el día del juicio final.

Otro argumento dado del mismo Lucifer es ¨mi hija nacida de un hombre y una mujer padecerá los males de la humanidad y así se dará cuenta cuan poco valor tienen y resurgirá aún más poderosa que su padre¨. Sin importar las veces que intente librarse de su pasado o sus acciones, el infierno será la única elección posible para ella, para resguardar a un demonio de este poder, aun si su origen es humano, ha sido condenada por toda la eternidad a vivir oculta y despojada de su poder hasta que llegue el día del juicio final.

 

Gabriel la volvió a visitar con su gallardía.

 

-Te veo más tranquila hija.

-Así es Padre, leer estas oraciones más allá de la razón me dan consuelo en horas de angustias.

-Me alegra Hannya, Dios siempre te busco, darte la oportunidad de regenerar tu vida, aun en el crimen.

-No le contado todo de mí Padre Gabriel. Manifiesta enérgica Hannya.

-¿A qué te refieres hija mía?

-Se lo que se dice de mí, fui acusada de locura, antes de estar aquí supongo se me tomaba como una desequilibrada que en cualquier momento podía perder el juicio, una lujuriosa por rastrojo, etc. Y además una satanista.

-Esa parte es la que me interesa Hannya, ¿quieres hablar de eso?

-Se vitupero mucho tiempo a mi madre, la visitaban hombres con los cuales se comentaba hacía orgías o ritos diabólicos, pero nunca se le llego a comprobar nada. Hasta que mató a mis hermanos.

-¿Tú crees que todo eso es cierto?

-Yo nunca vi nada en realidad solo a una madre demente y descuidada. Si la visitaban hombres oscuros, atormentados, malvados, pero no sé más. Si yo he investigado mucho sobre ocultismo y brujería, mi madre tenía una figura de Baphomet.

-"El Bautismo de Sabiduría".

-En efecto padre Gabriel, todas las noches repetía esta oración insana me la aprendí de memoria:

 

"Las puertas del cielo,

los barrotes del cielo,

las cerraduras del cielo,

tú las abres, tú las empujas,

tú las sueltas, tú las remueves.

El sostiene la vida del hombre

y de la bestia y al hacerlo,

no se olvida ni siquiera

del más pequeño e insignificante

retoño".

-Es una oración de apariencia satanista Hannya, en efecto padre la busqué corresponde a un demonio.

-¿Y por qué la repites, no tienes miedo de lo que te pueda pasar? Con los demonios no se juega Hannya son enemigos de la humanidad, solo pretenden acabar con el mundo en rebeldía contra Dios.

-Lo sé Padre, pero llega el momento en la vida de una persona que ya no tiene miedo, si no hubiese asesinado yo ya hubiese muerto, matándome o asesinada.

-Me da gusto que seas tan abierta conmigo hija.

-No tengo otra opción Gabriel. Se lanza sobre sus brazos enérgica y rumeante.

-¿Qué haces hija?

-No me diga que no siente lo mismo por mí Gabriel. Sentí esa conexión con contigo desde que entraste por esa habitación donde aparecía humillada y maneatada.

-Suéltame hija, no podrás conseguir eso de mí, soy un hombre de Dios.

-Estoy tan desesperada que ya no sé lo que hago, discúlpeme Padre, sigo teniendo arrebatos sensuales.

-El que lo siente soy yo hija, al malentenderme contigo. Yo vine en calidad de pastor de Jesús, mi intención no es otra.

-Puedo verlo en tus ojos Padre, comienza a sollozar terriblemente. Déjeme padre, váyase de una vez, déjeme sola, no necesito más ayuda, estoy sola en este mundo, abandonada de su Dios, solo acaso el demonio se apiade de mí. Somos dos condenados por la eternidad.

 

Gabriel cae rendido ante su pericia, era imposible manipular a Hannya, la manipuladora era ella.

 

-Ven Hannya, lo siento, no pretendía hacerte sentir mal, solo hacerte ver las cosas. Le extiende su brazo.

 

Hannya lo que hace es comenzar a chupar su dedo índice como una tentadora de lo santo.

 

-¿Qué haces hija? ¡Detente! En su fuero interno Gabriel el párroco lo estaba disfrutando.

 

Fue cayendo en la trampa de Hannya Bru la asesina, acusada de locura, inimputable y ahora diablesa de la seducción. 




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