Mateo:
El castillo estaba sumido en un silencio expectante, interrumpido solo por el tic-tac incesante del reloj de pared. Mateo paseaba de un lado a otro en su estudio, la mirada perdida en la ventana que daba al jardín. Mañana sería el día. Mañana, después de meses de planificación, le pediría a Luna que se casara conmigo. La emoción lo embargaba, pero también una profunda inquietud.
Me acerque a su escritorio y tome una pequeña caja de terciopelo negro. La abrí revelando un anillo de compromiso exquisito, con un diamante que brillaba como una estrella. Había elegido cada detalle con cuidado, deseando que fuera el reflejo perfecto de su amor por Luna. Sin embargo, una sombra de duda se cernía sobre su felicidad.
Mis padres nunca aprobarían esta unión. Luna era la princesa de un reino que había sido rival, y el matrimonio entre ellos sería visto como una alianza política más que una unión de amor. Sabía que sus padres preferirían que se casara con una princesa de un reino aliado, alguien que pudiera fortalecer los lazos políticos de su reino.
Suspire profundamente. ¿Cómo podía ser feliz sabiendo que sus padres estarían decepcionados? ¿Y si Luna rechazaba su propuesta? La idea me llenaba de un miedo paralizante. Pero luego, al pensar en los ojos de Luna, en su sonrisa, en la forma en que lo hacía sentir, me llene de valor.
Me dirigí hacia la ventana y miró al cielo nocturno. Las estrellas brillaban intensamente, como si quisieran guiarlo. En ese momento, tome una decisión. Haría todo lo posible por convencer a sus padres, pero si eso no funcionaba, se casaría con Luna de todos modos. Su amor era más fuerte que cualquier obstáculo.
Pero el amor no siempre era suficiente. La realidad, con sus rígidas estructuras y sus alianzas políticas, se interponía entre ellos. Sus padres, con su visión pragmática del mundo, nunca aceptarían a Luna. La princesa de un reino rival era una amenaza para su poder, una mancha en el escudo de su familia.
Sin embargo, no podía seguir viviendo con la duda. ¿Qué era más importante? ¿El amor o el deber? ¿La felicidad o la aprobación de sus padres? Se preguntaba si estaba siendo egoísta al perseguir su propio deseo, al poner en riesgo la estabilidad de su reino.
La caja de terciopelo, con su contenido precioso, descansaba sobre la mesa. El anillo, con su diamante resplandeciente, era un símbolo de su amor, pero también una carga pesada.
Y así sin darse cuenta no solo estaba enamorado sino que iba a pedirle matrimonio un día después a esa persona que él quería no, no quería haría feliz.
Con los pensamientos ordenados pudo dormir en paz… al menos esa noche.
Al día siguiente:
Me había despertado a las dos de la mañana anticipando lo que venía, porque aunque no pareciese ese día era suyo ni siquiera de Luna solo suyo.
Había decidido vestirse con un traje cómodo pero bastante elegante de un color gris acompañado de una camisa azul cielo que resaltaban sus ojos.
Pero sin intentar opacar a Luna, aunque claro que no la había visto no ni siquiera sus padres la verían hasta la fiesta nadie sabía cómo se veía además de sus sirvientas.
Pensando en que preocuparme estaba el hecho del nuevo mundo descubierto por nosotros y la extraña figura encapuchada que llevábamos sin ver por ya mucho tiempo.
Pero hoy esas preocupaciones no daban nada con todas las cosas haría hoy no alcanzaban ni un borrón minimo hoy no, hoy festejare mañana me preocupare por ello pero hoy hay que disfrutar.
Y así con toda la felicidad del mundo horas después entro a la sala del trono donde se estaba llevando a cabo la fiesta y ahí la vi.
No llevaba nada de maquillaje además de las sombras negras de sus ojos y si su vestido no era de los típicos colores metálicos tan de ella no era una gran sorpresa pero nunca la había visto usar colores claros y mucho menos un azul tan claro que tendía al blanco o gris.
Resultaba curioso ver a la mujer que amas tan diferente a la primera vez que la viste antes con un gesto serio y ahora curvando sus labios hacia ti. El amor puede ablandar hasta un corazón de oro.
Habiendo pasado la ceremonia en si me atreví a todo Luna estaba con su semblante serio hablando con una familia de la corte pedí perdón por llevármela y en medio del salón me apoye en una rodilla saque la caja aterciopelada y le propuse matrimonio.
No mostro ningún gesto de sorpresa pero sonrió ampliamente probablemente siendo la primera vez que la corte la veía sonreír.
-No sé para qué me lo preguntas porque mi clara respuesta es sí- Dijo ella.
La levante en mis brazos y la hice girar mientras se reía y cuando todo parecía perfecto…