Mateo:
La atmósfera estaba cargada, el aire denso con la magia de Ariane, cuando de repente algo ocurrió. En un parpadeo, un resplandor iluminó la sala. Mi mirada se centró en Luna, y vi cómo su determinación se reflejaba en sus ojos. No era solo mi fuerza la que contaba en ese momento; era la nuestra. Y aunque no entendiera por completo el porqué, sentí que teníamos una energía que no podíamos siquiera comprender. La magia de Ariane vaciló.
Ariane pareció desconcertada por un segundo, y la niebla oscura se disipó, como si algo de mayor poder estuviera resistiéndola. No perdí la oportunidad. Junto con los guardias, avancé hacia ella, exigiendo que se detuviera, pero antes de que pudiéramos hacer más, Ariane desapareció en una nube de humo negro, dejando tras de sí la amenaza de lo que vendría.
El silencio se instaló en la sala. La música, que había estado sonando hacía solo unos momentos, parecía tan distante ahora. Nos miramos, todos tensos, esperando que la siguiente movida de Ariane no fuera peor. Pero, en ese instante, solo tenía ojos para Luna.
"Esto no ha hecho más que comenzar, ¿verdad?", me preguntó, su voz aún llena de determinación, mientras su mirada se mantenía fija en el lugar donde Ariane había estado.
"No", respondí con firmeza. "Pero no importa lo que venga. Estamos juntos en esto, y nada nos separará."
Miré a la multitud, que lentamente empezaba a recobrar su compostura, y aunque el peligro no había desaparecido, supe que había algo mucho más grande de lo que imaginaba a punto de suceder. Y, por primera vez, estaba listo para enfrentar lo que fuera, porque mi amor por Luna era más grande que cualquier miedo o duda.
El salón estaba sumido en un caos palpable cuando Ariane desapareció en una nube de humo negro. La música, que antes había llenado el aire con alegría, ahora se desvaneció, dejando un silencio pesado. Los murmullos de los cortesanos se incrementaron mientras Luna, a mi lado, seguía mirando fijamente el lugar por donde Ariane había estado. No podía dejar de pensar en lo que había sucedido. Ella había llegado justo en el momento en que todo parecía perfecto. Y lo peor de todo era la razón de su aparición.
Luna se giró hacia mí, sus ojos reflejando una mezcla de confusión y preocupación. No podía ocultarle más la verdad.
"Mateo, ¿ella era tu exnovia verdad?", preguntó, su voz suave, pero cargada de incertidumbre.
Respiré hondo. No quería que Luna sufriera por algo que, aunque era parte de mi pasado, no la involucraba directamente. Pero ya no podía guardar más secretos, y ella merecía saberlo todo.
"Ariane...", comencé, bajando la mirada, "ella fue mi exnovia. Hace años, antes de ti, creí que íbamos a casarnos. Pero lo que sentía por ella no era lo que ahora siento por ti, Luna. Con el tiempo, descubrí que el amor que compartíamos era solo una ilusión, una que yo mismo había alimentado por orgullo."
Luna se quedó en silencio, procesando mis palabras. Yo seguí, con un nudo en la garganta.
"Lo que pasó entre nosotros terminó mal. Ariane... ella no aceptó nunca que lo dejáramos. Me culpó por todo, y a medida que pasó el tiempo, su resentimiento se convirtió en algo mucho más oscuro. No solo se sintió traicionada por mí, sino que su orgullo la llevó a un lugar mucho más peligroso. No podía soportar que yo hubiera encontrado algo real. Algo verdadero. Y mucho menos que lo hubiera encontrado en ti, Luna."
Luna me miraba, sus ojos ahora llenos de una mezcla de tristeza y comprensión. Pero antes de que pudiera decir algo, continué:
"Su hechizo, todo lo que hizo, no fue solo por el poder o por lo que representamos, Luna. Fue por envidia. Porque no podía aceptar que yo hubiera seguido adelante con mi vida, que hubiera encontrado a alguien que realmente me hacía feliz. Ella pensó que, al detener nuestra boda, al desbaratar lo que estábamos construyendo, podría recuperar algo de lo que perdió. Pero lo que no entiende es que no es solo su magia lo que está en juego aquí. Es nuestro amor, y eso es algo que no puede destruir."
El silencio se alargó, pero ahora había una claridad entre nosotros. Luna no dijo nada por unos instantes, solo me miró fijamente, como si estuviera comprendiendo toda la gravedad de la situación.
"Entonces... ¿todo esto es por mí?", preguntó, su voz más baja, como si lo estuviera procesando.
"Sí", respondí, asintiendo con firmeza. "Ariane no está aquí para destruir solo nuestra boda. No solo está buscando venganza. Ella me culpa a mí por haberla dejado, por haberla reemplazado por ti. Lo que no sabe es que lo que tenemos es más fuerte que cualquier resentimiento que pueda sentir. Y lo que ella no entiende es que su envidia solo la ha llevado a un camino más oscuro."
Luna respiró profundamente, como si estuviera asimilando todo lo que acababa de decirle. Pude ver en su rostro que estaba lidiando con su propio torrente de emociones, pero lo que más me sorprendió fue la determinación que comenzó a tomar forma en sus ojos.
"Entonces, si todo esto es por mi culpa", dijo finalmente, "si ella me ve como una amenaza, lo único que podemos hacer es demostrarle que somos más fuertes que sus hechizos y su odio."
La forma en que lo dijo, con una seguridad implacable, me llenó de esperanza. Sabía que no íbamos a ceder, no íbamos a dejar que Ariane, ni su envidia, nos apartara de lo que estábamos construyendo.
"No vamos a dejar que su magia nos destruya", respondí, tomando su mano con fuerza. "Esto no es solo un enfrentamiento por el reino o por la política. Es por nosotros, Luna. Es por lo que sentimos, por lo que hemos construido juntos."
"Entonces vamos", dijo ella con una sonrisa desafiante. "No voy a dejar que una bruja celosa nos arrebate lo que nos pertenece."
Nos dirigimos hacia la puerta del salón, decididos a enfrentar lo que fuera que Ariane tuviera preparado. La amenaza que representaba no era solo mágica, sino emocional. Pero mientras estuviéramos juntos, sabíamos que podíamos enfrentarlo todo.