Cita Nº4 y otro juego sin reglas
—GPT, dime algo: si un tipo escribe “quiero verte en persona porque tus fotos no transmiten tu vibra”, ¿es un punto a favor o una alarma?
GPT:
Depende. Si después de eso te invita a un café — punto a favor. Si a su apartamento — alarma, sirena y campanas.
—Me invitó a una cafetería. Incluso eligió el lugar.
GPT:
Entonces ponte tu look “anti-tontos” y observa si pasa la prueba.
Era una cafetería pequeña de estilo escandinavo. Muebles de madera, mucha luz, silencio, y ese olor rico a canela con café de naranja. Yo llevaba un cárdigan largo color caramelo, cuello alto color crema, pantalones azul oscuro y zapatillas. El pelo recogido en una coleta baja, el rostro — listo para sorpresas.
Él ya estaba sentado. Chaqueta de cuero, zapatillas blancas, teléfono en la mano. Al verme — se levantó. Sonrió.
—Hola. ¿Annett?
—Hola. Sí. ¿Tú eres Denís?
—El mismo. Al fin, sin pantallas.
Pedimos café con sirope de calabaza y cheesecake. Al principio, las típicas: trabajo, libros favoritos, qué llevarías a una isla desierta. Él hablaba mucho. De sí mismo. De su coche, su perro, su negocio. Luego empezó con las bromas:
—Soy como un “alfa”, pero sin lo tóxico. Aunque, sinceramente, a veces me gusta que la chica escuche más de lo que habla.
—¿Y si ella quiere ser compañera, no decorado?
—Entonces tendré que aprender nuevos roles.
—No tendrás que… si no quieres.
Cuando el camarero trajo la cuenta, Denís hizo una pausa. Sacó el teléfono, abrió su app del banco y dijo:
—Mira, mi tarjeta está “fallando” hoy. ¿Puedes tú pagar y yo te hago una transferencia?
—¿O es una obra de teatro que se llama “descubre tu propio IBAN”?
Se rió.
—No, en serio. Bueno, a ver… intentaré de nuevo.
Salí de la cafetería con dos sensaciones: el café — bueno, la experiencia — dudosa.
—GPT, dime… ¿qué fue eso?
GPT:
Eso fue la Cita Nº4. O más bien — una clase de la sección “hombres que no saben ser honestos”.
—Al menos el capítulo se está completando.
GPT:
Y haciéndose más divertido.
Llegué a casa, me quité el cárdigan, me preparé un cacao. Y anoté en mi cuaderno:
“Cita Nº4 — truco de la tarjeta y el rol de ‘escúchame que yo soy el importante’. Gracias. El siguiente.”
Pero en lugar de rabia — sentí alivio.
Porque ya había visto peores. Y reído mejor.
Justo cuando iba a poner el móvil en silencio, llegó un nuevo mensaje.
Sin nombre. Sin foto. Solo esto:
“¿Todavía no te cansaste de jugar con sus reglas? Porque hay quienes están listos para jugar con las tuyas.”
Mensaje sin nombre y otra “sorpresa” del pasado
“¿Todavía no te cansaste de jugar con sus reglas? Porque hay quienes están listos para jugar con las tuyas.”
El mensaje no tenía firma. Solo una silueta gris en el círculo. Sin foto. Sin chats anteriores.
—GPT, ¿tus teorías?
GPT:
Tres. Primera — Artem. Le encantan los acertijos.
Segunda — Vlad. Le encanta observar.
Tercera — nuevo “jugador” que acaba de salir a escena.
—¿Y qué hago?
GPT:
No respondas. Observa.
A la mañana siguiente decidí no responder a nada. Ni al “Buenos días” de Nazar, ni al “La experta Annett estará al aire” de la agencia. Aunque eso último… me alegró. Al menos alguien quería oírme.
Tomaba café en camiseta blanca y pantalones suaves, mirando mi balcón — e imaginando que era la orilla del mar. Porque lo único que me faltaba ahora… era profundidad. No más intrigas.
Cristina envió un audio:
—Mira, si te llega otro mensaje raro, mándamelo. Mi marido y yo montamos un perfil-trampa y atrapamos al idiota.
Me reí. En voz alta. Pero había algo serio en su tono. Porque ella… es como mi guardia personal sin sueldo.
Al mediodía tuve una sesión con una clienta que al fin dejó una relación tóxica. Me contó cómo su novio le rompió el portátil porque “lo miró mal”.
—Ahora entiendo que si no puedes explicar lo tuyo sin armar un drama… no eres un hombre. Eres una sirena de alarma.
Asentía. Y pensaba: ¿por qué quienes ayudan a otros… también caen en las mismas trampas?
Después del trabajo — paseo corto. Me puse chaqueta beige, jeans, zapatillas, escuchaba mi playlist “Déjalo, tonta” y no miraba el teléfono. Hasta que llegó otro mensaje:
“Sigo cerca. Solo espero a que estés lista para jugar diferente.”
Me detuve frente a una farmacia. Miré el escaparate. Y ahí — el reflejo.
Un hombre con chaqueta oscura pasaba justo detrás. Silueta demasiado familiar.
Inhalé… y caminé en dirección opuesta. No por miedo. Sino porque necesitaba un plan.
—GPT, ¿esto ya es un ataque psicológico?
GPT:
Es una prueba. Para ver si te quiebras… o recuperas el control del guion.
—Quiero saber quién es.
GPT:
Entonces juega con cuidado. Pero sobre todo — juega con tus reglas.
En casa — luz, manta, cacao. Y en lugar de stories, abrí un documento de Google y escribí:
“Los stalkers silenciosos son peores que los ruidosos. Porque nunca sabes dónde está el escenario… y dónde el espectador.”
Y justo antes de dormir… llegó un archivo de audio.
Voz masculina. Familiar.
Grave, suave, ligeramente ronca.
“Annett. Si estás escuchando esto — es bueno. Porque pronto ya no estaré solo cerca. Estaré… más cerca de lo que crees.”
La voz que no debía estar y la Cita Nº5
—GPT, ¿crees que era él?
GPT:
La voz es familiar. Pero su tono… es nuevo. Como si el juego ahora se jugara en otro nivel.
—Tengo miedo.
GPT:
Entonces no te escondas. Actúa.
Me desperté temprano. Encendí la cafetera. El aroma a espresso me anclaba en la realidad. Y la voz del mensaje… seguía sonando en mi mente como una vieja canción imposible de borrar del playlist.