Cita número 7 y el ritual que no vi venir
—GPT, repasemos una vez más. Voy a la séptima cita. Tiene perro, fotos en montañas y una guitarra. ¿Todavía no es razón para llamar un taxi desde la entrada?
GPT:
Todavía no. Pero si en su casa hay un “calendario familiar” con fotos del perro para cada mes — corre.
—Entonces la mitad de Tinder tendría que huir conmigo.
Por cierto, escribió que traería al perro. ¿Eso es normal?
GPT:
Si lo trae para ver cómo reaccionas — está bien.
Pero si le da de comer con cucharita — cancela la cita ya mismo.
Dejé el teléfono, terminé mi tostada con aguacate y me miré en el espejo.
Cabello ondulado, ojos — no tan cansados como ayer.
Llevaba jeans blancos, suéter claro, zapatillas — comodidad con un toque de “aún no me rindo”.
Labial suave. Un poco de perfume.
Listo.
Plan:
Sashko me esperaba en el parque, cerca de la cafetería.
Me saludó con la mano, y junto a él — el perro. Grande, claro, con ojos inteligentes.
Parecía el héroe de una peli infantil.
Y a diferencia de varios hombres que he conocido — no sacaba la lengua sin motivo.
—¡Hola! —corrió hacia mí—. Él es Grey. ¿Te molesta que lo haya traído?
—Solo si no se pone celoso cuando te tome de la mano —respondí.
Sashko se rió.
Grey olfateó mis zapatillas y se sentó. Como dando el visto bueno.
GPT:
Mejor. El perro te aprobó.
Siguiente paso: ver si empieza a hablar de su ex por una hora sin pausas.
Tomamos café y nos sentamos en una banca del parque.
Sashko era hablador, pero no aburrido.
Contó sobre su voluntariado, cómo ayuda a los animales, cómo Grey trabaja con niños en escuelas.
El perro se quedó tranquilo junto a la banca, mirando de vez en cuando.
—Ustedes parecen un dúo.
—Lo somos. Yo soy el manager, él — la estrella.
Le escribí a GPT:
—Me estoy preocupando. Es normal. De verdad normal.
GPT:
Eso se llama ansiedad de normalidad. Tienes alergia a la gente sana.
—Después del sexto que dijo que todas las mujeres son “madres controladoras”…
yo ya ni a mí me controlo.
—¿Quieres que te enseñe fotos del viaje a las montañas? —preguntó Sashko—. Son divertidas, te lo juro.
—Solo si no hay ninguna con torso desnudo y una cita de autoayuda.
Fuimos hacia su coche.
Abrió el maletero, sacó una botella de agua, snacks para Grey…
…y entonces — pasó.
Tomó un pedazo de sándwich con los dientes, se inclinó hacia el perro…
y le dio la comida directamente desde la boca.
Me congelé.
Sashko me miró y sonrió:
—Es nuestro ritual. Él ya está acostumbrado. Es como… un beso para nosotros.
—¿Para ustedes?
GPT:
Annett. Te advertí. Es el punto 6 de tu “Lista Roja”: “Nada de intercambiar saliva con mascotas”.
—¿Lo hacen… seguido? —traté de mantener la compostura.
—Casi todos los días. Nos une.
—Ya veo. Yo… tengo que irme.
—¿Tan pronto?
—Sí. En casa tengo una microbiota que no está lista para ese tipo de vínculos.
En casa me senté en el sofá, me quité las zapatillas y le escribí a GPT:
—¿Y esto qué fue?
GPT:
Grey. Y un hombre que, aparentemente, no conoce la cuchara.
—Pensé que después del que alimentaba a las palomas con la mano ya nada me sorprendería.
GPT:
Ahora conociste el nivel “boca a boca”. Nuevo récord.
Estaba por tirarme al sofá cuando llegó un mensaje.
De… Nazar.
“Tengo tiempo libre. ¿Nos vemos mañana?”
Miré la pantalla y solté una carcajada.
—GPT. Tu ex favorito ha vuelto.
GPT:
¿Con el clásico “he reflexionado sobre todo”?
—Con el clásico “sigo creyendo que no sabes nada sobre esa mujer en el coche”.
GPT:
¿Vas a responder?
—Quiero olvidar que alguna vez le respondí.
Apagué el teléfono.
La octava cita llegará.
Pero definitivamente… no será con él.
“Parece que esto ya no es coqueteo con la realidad”
—GPT, dime la verdad: si alguien envía cosas todo el tiempo pero nunca aparece en la vida real, ¿ya no es coqueteo pasivo, sino acoso?
GPT:
Depende. Si es un pretendiente — da miedo.
Si es una entrega — es conveniente.
—En mi caso no es el repartidor, porque las flores no huelen. Solo huele a pánico.
Estaba sentada en el suelo, abrazando una taza de té.
El amanecer aún no desplegaba el día por completo, y yo ya sentía que algo iba mal.
Como si la luz fuera un poco sorda. Como si las cortinas fueran más gruesas.
Como si el aire del apartamento tuviera sabor a atención ajena.
Desde la cocina se oyó un golpe sordo. Me sobresalté.
No, era solo la tetera. Solo metal. Solo vapor.
Pero el corazón ya latía como fiesta sin música.
—¿Y si estoy exagerando?
GPT:
Tal vez. Pero si exageras — es porque algo dentro de ti ya está en alerta. Y eso no se ignora.
—Entonces “intuición” es solo una palabra bonita para paranoia.
GPT:
Es una palabra bonita para instinto de supervivencia.
Y yo no pedí ser tu guardaespaldas virtual, pero quédate cerca del Wi-Fi.
Necesito ver si recibes algo “interesante” otra vez.
Bajé a recoger un pedido del e-shop.
Había pedido parches para los ojos.
Pero lo que encontré fue otro “regalo”.
Un sobre blanco. Sin nombre. Sin remitente.
Lo abrí allí mismo, frente al buzón.
Y lo vi.
Una foto.
Yo — en el banco de ayer.
Sashko al lado. El perro. El latte. Todo idílico.
Pero el ángulo… lateral.
Yo no miraba a la cámara.
Alguien observaba.
Y estaba cerca.
—No-no-no…
Apreté los labios, me giré, subí las escaleras rápido.