Gritos Silenciosos.

Capítulo 8

¿Escapar de nuestro pasado? Para bueno o para malo, es una huella que cargaremos siempre.


Abro la puerta de mi apartamento  percibo su olor —¿Nieve? —lo llamo, no viene a mi encuentro. El corazón me comienza a latir de manera veloz, termino de abrir la puerta con lentitud, intentando tener una visión más amplia de mi pequeña sala, antes de adentrarme en ella, no veo nada fuera de lo normal, sin embargo sé que está aquí, y que Nieve no venga a mi encuentro, me lo confirma.

—Nie... —no termino de hablar, porque sus manos me cubren la boca, inmovilizando mi cuerpo, siento como su altura me arropa.

—Hola, Zanahoria—

Me habla al oído, dejando un pequeño beso en mi cuello, logrando estremecerme, su loción sigue siendo la misma a pensar de los años, una mezcla cítrica, desde que la percibí por primera vez, cuando me saco de ese infierno, su olor me genera seguridad. Mi cuerpo se relaja, me suelta cerrando la puerta.

—¿Qué le hiciste a Nieve? —es lo primero que sale de mi boca, cuando me repongo a tenerlo en el mismo espacio que yo. De soslayo lo veo rodar los ojos, hace una señal a mi habitación, corro a ella veo a mi gato, ¿dormido o muerto? Busco su pulso, me doy cuenta de que su respiración es relajada.

—¿Por qué lo hiciste? —le digo irritada.

—No dejaba de atacarme sabes que odio los gatos, esto no está resultando como lo acordado. —cambia bruscamente la conversación yendo a lo importante, habla a mi espalda.

—Nunca estuve de acuerdo con todo esto, no te saque del infierno para que tú sola vuelvas a él. No te entrene por años para que esto —me volteo, señala mi ropa, clavando el verde esmeralda en mi pierna herida. Sé que tiene razón, si está aquí, después de tres años, es porque sus superiores lo están presionando.

—Sabes todo lo que arriesgue, aún sigo arriesgando por ti, mi trabajo, podría perderlo todo, fue tu decisión, Hannibeth. Tomaste decisiones sin consultarme, tienes tres meses y ya perdiste uno. Ese es el plazo, dejaste un apartamento con todas las comodidades, no te hacía falta nada, para que, para huir de mí, para comenzar a trabajar con la organización a mis espaldas, te estás arriesgando demasiado, sabemos que a los Kuzmin no se les escapan detalles ¿Qué rayos estabas pensando?—

No he querido encontrar mi mirada con la de él. ¿Apego, agradecimiento, cariño o amor? No lo sé, a quien tengo al frente es el único hombre que me ha hecho sentir algo más que dolor, preguntar cómo me ha encontrado, sería estúpido de mi parte, es el mejor en lo que hace,  tiene razón, desde que estoy en su vida ha arriesgado mucho por mí.

—¿Estás bien? ¿Qué pasa Hanns? —suaviza su voz al no obtener una respuesta.

—Creo que la pregunta llega tarde, después de tres años. —contesto sin mirarlo, suspira, frustrado, aprendí a conocerlo muy bien.

—Tenía que hacerlo, a pesar de todo, estoy aquí, porque me importas—

—¿Valió la pena? —le pregunto, quiero oírlo de sus labios.

Los ojos que he idolatrado todos estos años, se encuentra por primera vez con los míos desde que compartimos la misma habitación.

—No obtuve lo que quería, pero debía hacerlo y siempre fui claro contigo—

Tiene razón, muerdo la parte interna de mi labio inferior, no quiero despertar sentimientos que he enterrado, no me es permitido ser débil.

—Dos meses, lo comprendes, no hay más tiempo. —me recalca. Me tomo el atrevimiento de detallarlo, con su característica cazadora de cuero, vaqueros negros que se ajustan a su figura, una franela gris plomo, ladea su cabeza al darse cuenta de que lo estoy observando sin ningún tipo de disimulo. En el cuello tiene un nuevo tatuaje, una pequeña luna llena, de ella cuelga una letra de color rojo, alcanzo a ver muy bien es una J, siento una pequeña punzada en mi pecho ¿Acaso son celos? Sacudo mi cabeza.

—Me podría poner más cómodo —afirma con una media sonrisa.

—Si quieres claro —se encoge de hombros.

—¿Para qué? —he estado pérdida en mis pensamientos y no entiendo lo que dice.

—Para que puedas detallarme mejor —sonríe como cuando solo éramos nosotros dos, resoplo restando importancia a sus palabras.

—Como si te fueras a quedar esta vez, no comiences un incendio si no podrás controlarlo. —lo miro con fiereza.

—Debo irme Hanns. —pongo cara de fingida sorpresa.

—Dos meses, no lo olvides. —ignorando por completo lo último que le he dicho, comienza a caminar a la salida, es como un fantasma, se va sin dejar rastro. Mi cuerpo actúa sin control lo tomo del brazo.

—Eres feliz. —sonríe, sin gracia.

—Sabes la respuesta, aun así, la quieres oír de mis labios, dime Hannibeth ¿Lo eres tú? —muerdo mi labio. —no, no lo soy.

—Para ninguno de los dos resulto bien. Eso no limita que siempre intentaré cuidar de ti —coloca su mano en el pomo de la puerta, abriéndola para marcharse, como muchas veces lo ha hecho.

Sin él, no estaría respirando en este momento, sin él no hubiese tenido una segunda oportunidad, no importar las veces que se marche, siempre me queda esta sensación de esperar su regreso.




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