Guardian

Sábado

Ya han pasado varios días desde mi llegada a Laguna Beach. Los cuales no han sido color de rosa, mas bien han sido una especie de mini infierno para mi. Donde literalmente no tengo un techo en el cual vivir, por que la casa de mis padres es un total desastre. Los pisos de madera están colapsando gracias a la humedad producida por la lluvia que se filtra en la casa a través de las tejas rotas. Los vidrios de los enormes ventanales se encuentran quebrados gracias a los delincuentes potenciales del condado de Orange y la piscina, aquella que construyo mi padre para los inclementes días de verano, quedo reducida en una fosa atiborrada de tierra, hojas y agua aposada. Me atrevería a apostar 10 dolares, que si me meto en aquella  piscina de "maleza" encontraría el cementerio de mil animales muertos. 

Aquellos muebles que se encuentran en el interior de la casa quería conservarlos, pero desafortunadamente hay que cambiarlos, ya que se encuentran roídos y orinados por estos animalitos cuadrúpedos, de cuerpo alargado, hocico puntiagudo, orejas largas con cola alargada, delgada y casi desnuda, comúnmente llamadas ratas. 
¡Oh Bueno! eso fue lo que me dijo Harry, no se si estará exagerando. Debería verlo con mis propios ojos, pero en realidad no he sido capaz de entrar en la casa, aun no estoy preparado para ese choque con tanta carga emocional. Si tan solo deambular alrededor de la casa, cada paso que doy es como un activador de recuerdos de aquellos días felices.

Ahora me encuentro aquí, debajo de la ventana que un día fue mi habitación, en donde se encontraba el hermoso jardín que alguna vez mi madre sembró, el cual estaba lleno de las mas hermosas rosas rojas, las cuales eran sus flores favoritas, en donde sagradamente cada mañana las regaba, las limpiaba y alegremente les cantaba "You are my sunshine de Johnny Cash"

"You are my sunshine, my only sunshine, you make me happy when skies are grey"

Y aquel niño feliz, de hermosos ojos azul cielo, todos las mañanas despertaba de buen humor, porque no había mejor despertador que la dulce voz de su madre. Cada vez que abría sus ojos y la escuchaba esbozaba una somnolienta sonrisa, se levantaba de la cama en un, dos por tres, se asomaba por la ventana y cuando la veía gritaba —¡MAMA!...¡MAMITA!..— y salia corriendo como rayo veloz a la enorme escalera, la cual para el era un enorme abismo. Era como si estuviera en la punta del everest y tuviera que pasar miles de obstáculos para llegar a su objetivo, pero ninguno de ellos era lo suficientemente grande para impedirle encontrarse con su amada madre.

 

Y lo cuento en tercera persona, porque lo estoy viviendo, lo estoy sintiendo y lo estoy oyendo; es como si estuvieran proyectando la película de mi infancia, en donde yo el Martín de 18 años soy una especie de espectador y al mismo el narrador invisible. En el cual puedo ver los sentimientos expuestos de ambas partes. Por un lado esta el pequeño Martín con su corazón latiendo a mil y con la sofocación que siempre le acompaña al bajar fugazmente las escaleras. Pero nunca había visto la reacción de mi madre al escucharme bajar todas las mañanas a su encuentro, así que deje al pequeño Martín literalmente rodando por las escaleras y salí corriendo al jardín a reunirme con mi madre... y allí estaba  tan hermosa como siempre, con su usual bata de seda rosa, con una coleta que recogía su magnifico cabello dorado y lo mas importante su enorme sonrisa al saber que yo ya estaba en camino. Así que ella apresuradamente coloco en el suelo la regadera y el trapo con el cual minuciosamente limpiaba las hojas de sus rosas y se arrodilló al mismo tiempo que  abría magistralmente sus brazos a la espera del pequeño Martín, pero lo que ella no sabia era que yo ya estaba a su lado, acariciando suavemente su rosada mejilla, perdiéndome en sus hermosos ojos que por suerte yo herede. Y al fin entendí porque mi padre siempre repetía la misma frase cada vez que mi madre sonreía:

"Perdí la cabeza y casi pierdo la batalla pero al final yo me quedé con la dulce y perfecta sonrisa de mi eterna amada"

Y era verdad, mi madre con su sonrisa iluminaba el día más gris, la noche mas oscura y hasta el corazón más turbio.

Estaba extenuado ante su belleza ...¡Por Dios!... Mi madre era tan perfecta, como desearía que me diera un abrazo, acurrucarme en su canto y que me acariciara el pelo hasta quedarme dormido... que me diera uno de estos tantos besos de buenas noches que alguna vez desperdicie, ya que no me gustaba que se despidiera de mí, porque pensaba que se iría y en la mañana no iba a estar aquí en su mágico rosal 😢😢🌷.

La mire una vez más queriendo retratar su lindo rostro en mi corazón, en este corazón que dejo destrozado ante su inminente y triste partida.

—¡¡¡¡Donde estas mamita!!! Gritó jadeante el pequeño Martín.— Una pregunta un tanto estúpida porque de antemano ya sabía la respuesta.

—¡Aquí donde siempre te voy a esperar vida mía!.



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En el texto hay: deseo, amor, odio

Editado: 06.12.2020

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