Guerra De Sangre. El precio de una traición

III

La madre de Nathalie después de escuchar los fuertes gritos de George, adonde decía que su esposa estaba viva, así la investigación diga lo contrario. Estas fuertes palabras la hicieron temblar, porque éste aseguraba que ya la había encontrado, se sentía confundida. Anastasia Smith de Monasterios,  pareció que la misma vida le estaba dando una vuelta para encontrarse con su propio destino, ella se levantó del mueble, trataba de caminar hacia el despacho, pero sus piernas se doblaban por los nervios, lloraba con la mano en el corazón como si se iba a infartar, la madre del señor White la aguantó y la volvió a sentar. Ella tampoco tenía una respuesta para darle a su amiga.
—¡Cálmate querida! Por favor cálmate, sabes bien que mi hijo no deja de buscarla, y a veces se desespera. –La mujer trataba de explicar, pero sus palabras no surtieron efecto, cuando la mamá de Nathalie volvió en sí, y se pudo controlar,  se levantó nuevamente y fue directo adonde estaba el señor White—
—¿Dime de una vez en donde esta mi hija? ¿Ella se hace pasar por otra persona? ¿Por qué George? ¿Por qué mi hija me ha hecho esto? ¿Por qué ha permitido que yo viva con este dolor durante tanto tiempo? ¡Contéstame! —El señor White no se esperaba esto, jamás se imaginó que esta señora lo había escuchado, ni siquiera sabía que estaba ahi, se llenó de rabia, dudas y hasta temor de lo que esto podría provocar. Él había mantenido esto en secreto porque era una verdad en la que se podía estar arriesgando mucho, ya que tenía que haber una razón por la que su esposa se escondiera de esa manera, y tomando en cuenta que a él trataron de matarlo, no era fácil dar una respuesta. Francisco tomó la palabra explicando su versión—
—Señora Monasterio, es una confusión, no hay nada que indique que su hija este viva… —trataba de explicar el investigador, ante la magnitud de las ganas de creer que esto fuera posible por parte de una madre desesperada, que ya no quería esa ausencia, ella necesitaba creer;  Y de un esposo, que su luz era su mujer... Al ella quedar pérdida, así mismo quedaron sus sueños, sus ilusiones—
—Tampoco hay nada que indique que esté muerta, ¿o sí?  —La señora ha vivido con la esperanza de volver a verla, su corazón de madre la mantiene firme- Yo sé que mi hija vive, esto no se lo digo a nadie,  porque con quien necesito compartirlo, no lo cree, mi esposo la dio por muerta, dentro de su corazón, él ya enterró a Nathalie… — lloró irremediablemente— yo sigo esperando un milagro. George, yo necesito saber todo, prometo no hablar esto, ni con mi esposo, menos con mi hijastro, solo él se ha beneficiado de esta tragedia.  Mi esposo lo aplaude en todo, se muestra como que ya nada existe, ni siquiera yo que soy su esposa, me he encerrado en mi dolor de madre y he tenido que aparentar lo que no soy… ¡ayúdeme! Dígame algo, muéstrame una esperanza por mínima que sea para yo seguir viviendo. —la mujer lloraba suplicando que el señor White terminó rompiendo el silencio—
—Nadie me cree, pero ella apareció, se hace llamar Layla Chan… es rescatista; ella fue quien me ayudó cuando tuve el accidente… sé que suena absurdo, pero no lo es… ella es mi Nathalie…  —el hombre se mostró muy firme mientras su suegra lloraba, y su madre se mostraba incrédula como  Francisco que ya tenía las pruebas en las manos—
—¡Quiero verla, quiero ver a mi hija George…! —Suplicó la mujer ante tal acontecimiento, su corazón le daba fuertes palpitos que sentía que ya necesitaba tener esa verdad en su frente, suplicaba a Dios para que sea su hija quién esté de vuelta—
—Ahora no se puede, ella se mantiene en una posición muy adversa a lo que yo digo, de hecho se porta como si fuera otra… es déspota, grosera, hasta me amenazó que me denunciaría por acoso.  –El hombre pareció decaer su semblante—

— Según la investigación, no es ella, no debería de ilusionarse señora Monasterios. —Francisco, solo prevenía a la madre de la muchacha de que estuviera clara, que esa mujer no fuera su hija, para evitarle males mayores, pero ella hace caso omiso a sus ligeras palabras de advertencia—
—Yo tomaré otra actitud, le haré creer que ella es otra y me haré su amiga si es posible… ojalá supiera de un lugar que ella frecuente para coincidir allí sin levantar sospecha. —Anastasia, madre de Nathalie miró a su yerno dibujando una sonrisa, cómo si apartara la tristeza— George pronto está pesadilla va a pasar, ya verás mi hijo, nunca dejaré de agradecerte, que te hayas mantenido con la esperanza y que no hayas parado de buscarla. —Lo abrazó fuerte, y Francisco en seguida los interrumpió —

—Bueno, sigamos investigando entonces....
—Francisco sabe cuales son esos lugares… —Dijo el señor white de inmediato—
—Son muy pocos los lugares que frecuenta, siempre se sienta en un árbol cerca de su residencia a leer un libro, que aun no se como se llama, cuando trato de ver como se titula corro el riesgo que me descubra,  y a veces la he seguido a un parque que casi nadie visita. – el investigador decidió continuar con lo que parecía una locura—
—Necesito que me avise cuando este en ese parque…  —La señora Monasterio ha decidido acercarse para conocer si realmente Layla es su hija. A partir de ese momento está a la expectativa de una llamada para salir corriendo a como de lugar para saber la verdad—

**********
Nathalie era hija única de los esposos Monasterios Smith, era una bella mujer de finos modales, alegre y muy positiva, estudió en los mejores colegios y preparada para los negocios en la universidad Harvard, sus padres deseaba que ella lo reemplazara en los negocios, a pesar de que este  señor tenía un hijo que era mayor que la muchacha. Su hija era la que heredaría el patrimono, ya que era una sociedad de este matrimonio. 
Cuando la muchacha regresó a los Ángeles, aceptó la propuesta de matrimonio de George White, quien era su único y verdadero amor, estos se habían jurado un amor para toda la vida desde que eran muy jóvenes, ambos se demostraban una confianza única que era envidiable para muchos. Las dos familias se sentían orgullosos de hacerse parte la una de la otra porque había una estrecha relación de amistad y mucho cariño desde hacia muchos años. 
Nathalie  y George se casaron, fue algo que quedó para la memoria de todos los presentes, ya que fue por todo lo alto, y en todos los sentidos, ellos declararon un sentimiento único ante Dios y los hombres que sería inquebrantable. Ambos lloraron sellando ese pacto de amor que ni la muerte rompería. Todo el que  conoció la existencia de este amor, podía entender la locura que vivió el señor White  cuando la perdió y esa búsqueda tan insistente que no acepta ningún tipo de barreras para detenerse. Sin embargo era como vivir del pasado, encerrado, porque ya la muchacha no estaba, solo quedaba la esperanza, algo que parecía no tener sentido ni razón de ser.
El señor Monasterio prefirió poner a esta realidad una cortina de humo para empañar su dolor, no aceptaba nunca hablar de su hija para que no hayan quebrantos en su vida. Se refugió en su único hijo como si tratara de salvarse de algo que pretendía destruirlo. No soportaba pensar en su más grande tesoro, que llenó su corazón de felicidad, de ternura cuando desde pequeña supo hacer grandes travesuras que lo hacia reír y disfrutar de esa esencia de ser padre.
Su madre que solo vivía para ella, día a día rendía homenaje a sus recuerdos con sus lágrimas constantes tratando de sobrevivir recordándola en lo que ella más disfrutaba, que era organizar eventos para la caridad de los más necesitados, su madre no entendía como era tan entregada a este tipo de reuniones hasta que se involucró como una forma de sentirla cerca.
Nadie podía entender que fue eso que pasó que les cambió la vida, cuando hubo un desfalco en la empresa y solo apareció la firma de la joven empresaria, que apenas empezaba en el mundo de los negocios de sus padres. Viéndose afectadas ambas familias, el señor White no supo como defenderla cuando todo la acusaba, y sus padres permitieron verla esposada siendo trasladada a prisión, como si le hubiesen sellado la boca para decirle a ella que aun con todas las pruebas, que confiaban que fuera inocente. Esta muchacha  fue juzgada duramente  durante un mes, que lloró en silencio tras de la rejas rechazando cualquier tipo de visita hasta que decidieron trasladarla a la cárcel mientras se daba el juicio. Ese mismo día estaba muda sin mirar a su alrededor mientras su esposo le grito.
—Nathalie mi amor ¿por qué lo hiciste?, Aunque días antes le había dejado una carta pidiéndole perdón por las dudas que lo atormentaba, ella la respondió con odio porque sentía su desconfianza – Lo miró mientras sus lágrimas corrían por sus mejillas y se conducía esposada hacia el carro policial—
No hubo un momento más que recordar de Nathalie Monasterios que, cuando iba en camino hacia la cárcel, fue allí donde sufrió un terrible accidente, en el que murieron todos calcinados, se contaron seis cadáveres en donde debían haber sido siete. A partir de allí comenzó  la pesadilla del señor White, quien no se perdona  haber callado por creer que su esposa lo había traicionado con su mejor amigo, aparte de la estafa, permitiendo ver su dolor detrás de tantas acusaciones. No fue solo la ley, sino su familiares, a excepto de su madre y su suegra que creían ciegamente en ella. Dos meses después apareció el verdadero culpable del desfalco que terminó quitándose  la vida en la cárcel mientras esperaba el juicio. Este era su mejor amigo y administrador de la empresa, y a quién dijeron que Nathalie había engañado convirtiéndose en su amante para ella lograr sus propósitos.
*****  
  la familia Monasterios desayunaba, y  una señora de servicio se le acerco a la señora entregándole el teléfono, allí se le informó que Layla iba camino al parque donde corría cada cierto tiempo.  
—Querido voy a salir, estamos organizando un evento para recoger fondos para los niños huérfanos. – Mintió y se retiró, el señor Monasterios dijo estar  fastidiado de que su esposa tenga que salir, después que ya se había ido—
—Padre trata de comprenderla, no debe ser fácil su situación después de la muerte de mi hermana. —El hombre le dio una mirada de agradecimiento a su hijo por no dejarlo solo en esos momentos y por comprender la situación tan dura que viven sin remedio—
Cuando Layla llegó al parque se sentó en una de las raíces de un árbol y se tiró hacia atrás descansando su cabeza y respirando profundo como si disfrutara del olor a flores, escuchó una dulce voz que la hizo abrir los ojos.
—Hola muchacha, podría decirme si aquí trabaja… —La muchacha volteó y la mujer realmente  se impresionó al verla— ¡Nathalie, mi hija! ¡Estas viva! – El asombro de la señora se reflejó en su rostro, mientras la muchacha se puso de pie y luego de unos segundo repuso—
-Caramba voy a tener que mudarme de esta maldita ciudad, no puedo ni descansar… disculpe, — miró al cielo e hizo gestos de reclamos— ¿será señor Dios, que yo un día pueda estar tranquila…? —luego se dirigió a la señora— ¿señora usted también?, a veces pienso que estoy en un programa de cámaras escondida. A ver  ¿Quién es usted? Porque hace poco me encontré con un patético loco y no sé si hasta psicópata que me llamó de esa manera… — respondió con una descarga de insultos—
—Perdóname muchacha, es que, te pareces a mi hija, pero no hay duda; no lo eres… mi niña jamás me hablaría así… Nathalie era dulce, linda en su lenguaje, me amaba profundamente, ella no me hubiese causado este dolor que llevo en mi alma, si estuviera viva. –La mujer buscaba conmoverla pero era algo difícil, Layla era tosca con los sentimientos—
—No vaya usted a ponerse a llorar aquí, siga su camino mejor… — señaló el camino que debía seguir— usted me ha dañado mi momento, ¡Qué lástima! Era un día espléndido.  Mejor me voy, y usted vea a quien sigue molestando, busque al otro loco paranoico y háganse compañía. –La muchacha salió caminado con pasos agigantados y bruscos, y la señora la miraba, sus lágrimas corrían por sus mejillas y terminó sentándose. Francisco se le acercó—
—Señora, lo siento,  se lo dije es díficil que sea ella, imposible ¿Verdad? —el hombre quería una respuesta pero la mujer lloraba— ¿Qué me dice usted de esto? ¿Se parece a su hija verdad?  George está delirando… dígame algo por favor... –el hombre necesitaba una respuesta para saber si seguir con esta investigación o darla por cerrada—
—No, no se parece a mi hija, ella es mi Nathalie, jamás confundiría su esencia,  ni que se disfrace de hombre, necesito que no se detenga, ayúdeme a descubrir que pasó allí… sea discreto por favor, que esto quede entre usted, George y yo. —la mujer se reía luego de tanto llorar— Por fin volvió mi hija, Dios mío, mi hija está viva.
—¿Y si la señora White pregunta? 
—Dígale que fue una confusión, yo misma cuando la vea, voy a despistarla, no quiero que nadie más lo sepa. Si un día no supe defender a mi hija, ahora sí lo haré, aunque me cueste la vida. —la mujer se retiró feliz—
Cuando Layla llegó a la residencia, llamó a su padre pidiendo verlo con urgencia, el hombre no estaba en la ciudad, así que ella pidió permiso y llegó a encontrarse con él en Washington—
—¡Papá te extraño con toda mi alma! –La muchacha lo abrazó muy fuerte y no quería soltarlo, él la tomó por las manos y la miró de frente—
—¿Qué pasa hija? ¿Qué te acontece? –El hombre se preocupó y esperaba una respuesta—
—Me están confundiendo con Nathalie Monasterio. Sé que eso no debería preocuparme porque yo estoy muy alejada de ser esa mujer… pero me siento acosada papá. Primero el esposo de esa señora me busca y me acosa, pero lo amenacé con demandarlo....  Ahora hasta su madre…. ¿Sabes lo que significa eso...?  Desde el accidente de ese hombre ya no tengo paz, no sé que esperar..... es como una persecución, aunque te sorprendas; tengo miedo papá. — apretó los dientes con rabia y unas lágrimas salieron de sus ojos—
—Layla Chan, tú no tienes porque tener miedo, tú no eres esa mujer, tú no eres Nathalie…
—Yo lo sé padre, yo se que no soy ella, pero no puedo olvidar que un día yo me llamé Nathalie  Monasterio y tenía esa vida que hoy me persigue y me reclama…




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