Guerreros y Patriotas

la Isla

Finalmente  lograron desembarcar en la Isla Grande, en suelo patrio, en su tierra, en Apaicuar que era el nombre dado por los indios Caribes a este vasto territorio, conocido por los colonizadores como Capitanía General de Nueva Córdoba  y que comprendía, según la distribución política de la colonia, las provincias de Oriente, Los Esteros, las Pampas, Serranía, Golfo , las Islas y el Bosque.

La expedición fue recibida por los isleños que, al mando de Luis Cáceres, se sublevaron y derrotaron a la guarnición militar del ejército monárquico, que había dejado Lorenzo Ceballos, tomando de esta manera  el control de esta provincia.

Era increíble cómo una comunidad de apacibles pescadores, unos cuantos agricultores y muy pocos perlicultores, que nunca habían estado involucrados en la guerra, se habían transformado en unos guerreros, insuflados por la palabra de Cáceres, quien, al observar la llegada del Mariscal de Campo Don Lorenzo Ceballos y Martínez, con el título de Capitán General y Generalísimo de los Ejércitos conquistadores del nuevo mundo, en una expedición de casi 50 embarcaciones entre goletas, bergantines y transportes; enardecido este simple abogado y comerciante, por un patriotismo del que nunca había mostrado ningún signo, comenzó a organizar primero logias, luego milicias y finalmente una fuerza militar de unos 500 hombres que bastó y sobró para derrotar a la guarnición de 100 hombres que dejó el generalísimo en Isla Grande, porque, como dijo a sus hombres " esta es una gente pacífica, que vive de su trabajo y que nunca conspiraría contra su real  Majestad".

Pero si conspiraron y los derrotaron, engañándolos para entrar en el fortin, haciéndose  pasar por proveedores de alimentos para la tropa, cosa que ya había pactado Luis, en su condición de comerciante, con el Capitán General, lo que le abrió las puertas, para cuando el quisiera entrar al establecimiento militar.

Luego de ingresar fue fácil capturar a los centinelas, quienes eran los únicos armados, porque el resto del personal, cuando no estaba de servicio, guardaba sus armamento en el parque de armas. Posteriormente, ingresaron al puesto de comando del Fortín, donde se encontraba el comandante esperando, junto a un grupo de oficiales  a Luis,  para que esté los acompañará con un vino; sin embargo, grande fue la sorpresa que se llevó, cuando esté, pistola en mano y acompañado con 4 fusileros isleños, los apresó a todos y en un acto inexplicable, ante una guarnición que había tratado muy bien a los lugareños, los maltrató, luego los fusiló, ultrajó sus cadáveres cortándoles la cabeza y finalmente las colocó en picas frente al embarcadero principal de la isla, para que todo el que llegara observara el espectáculo.

Los 12 centinelas de guardia, pese a no oponer resistencia, fueron pasados por las armas, para un total de 9 oficiales, 3 sargentos y 8 soldados fusilados inmerecidamente. El resto de la tropa, ante esta excesiva muestra de barbarie y ante la evidente superioridad numérica y de armamento, ya que los alzados se habían apoderado del parque, cuya llave estaba en poder del oficial de guardia, se rindieron y solicitaron clemencia a Luis Cáceres, autonombrado General y jefe de la provincia. Todos fueron a parar a las mazmorras.

El ahora General Cáceres había cambiado totalmente su conducta. No quedaba nada del apacible muchacho que, años atrás, se debatía entre ir al seminario o ir a la universidad. De hecho, cuando  Santiago Carrige  declaró la independencia en la provincia oriental e invito a las Islas a unirse, él, como cabeza de una de las  familias más distinguidas de la provincia, preferió no meterse en ese asunto, lo único que le preocupaba era que, en caso de haber guerra, no pudiese continuar con la exportacion de cacao a Iberia y su "negocio" de venta de perlas en la Islas de Sotavento.

El único problema en el que se había  visto envuelto Luis a lo largo de su vida, fue uno sobre los linderos de su tierra con un vecino. En cierto momento de la disputa, se llegó a hablar de duelo entre Luis y su vecino, pero, personeros del cabildo, los hicieron entrar en razón y la disputa se zanjó pacíficamente. Luego de esto, ya con la invitación de Santiago a unirse a Oriente en la independencia, y posterior a una larga discusión de más de 10 horas, la provincia se unió a la independencia y Luis fue nombrado secretario de la asamblea, donde se destacó por proponer ñun conjunto de leyes para mantener la independencia comercial de la isla.

No hubo ninguna refriega en el territorio, no se armaron tropas para la defensa, no se hizo caso a la proclama de los independentistas de matar a los ibéricos "colonizadores", sino que todo continuó como en los tiempos pacíficos de la colonia. Se mantuvo la convivencia pacífica entre ibéricos e isleños hasta que llegó el Generalísimo Lorenzo Ceballos y Luis Cáceres cambio totalmente.

El cambio fue tan radical, que mandó a apresar a todos los ibéricos de la isla. Las cárceles estaban atiborrados. Mando a flagelar a los que, en la asamblea de hacia 5 años, cuando se discutió la independencia y él era secretario, se habían opuesto a ella y fusiló a 3 que ese día se destacaron entre los oradores anti independencia. Todo esto, pese a que ese día, él mismo se había mostrado neutral ante  las dos posturas; aunado a esto, cabe destacar que, luego que se decidiera a favor de la independencia, los que se habían opuesto apoyaron la decisión final y no hubo más enfrentamiento, ni se formaron bandos.

La propia madre de Cáceres, Prudencia  Evangelista de Cáceres, se sentía avergonzada por los demanes que este cometía, ahora se paseaba por los pueblos con un uniforme militar con tres estrellas doradas bordadas en la charretera, un sable que le quitó al que era Comandante del Fortín y una pistola al cinto, además de una escolta compuesta por 6 de sus amigos quienes también portaban uniformes y armamento similares a la de el General.




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