Guerreros y Patriotas

Morichal

A oídos del Capitán General Lorenzo Ceballos llegaron todos los desmanes que, de bando y bando, se estaban cometiendo en Córdoba. La Guerra en esta Capitania General era cruenta, destructiva, pero no solo entre los combatientes, sino también con la población.

Lorenzo llegó a estas tierras con la misión de acabar con ese tipo de guerra. Héroe en su patria, consideraba que Iberia, con sus colonias, era una sola y apenas piso tierra en la Isla Grande, fue magnánimo con el vencido y, a su paso arrollador desde Córdoba hasta Nueva Andalucía, en cada provincia conquistada, le seguían decretos de perdón para los rebeldes y amnistía general para los que seguían bajo las armas, con la única condición que se rindieran.

Prohibió a sus hombres el saqueo y la rapiña. Eliminó el fusilamiento de los prisioneros, Acabó con las torturas como método para buscar información u obtener confesiones, además de esto, suprimió cualquier forma de humillación y vejación para el vencido. En otras palabras, el conquistador humanizó la guerra para dar ejemplo a todos los combatientes, monárquicos o rebeldes.

Ante todo esto, envío comunicaciones a Millán, ordenándole acatar los principios cristianos en cada pueblo tomado y ante los rebeldes. Escribió a José Antonio y a Santiago, los que él consideraba las principales figuras cordobesas, para conminarlos a hacer la guerra como caballeros, como cristianos; pero, además a  respetar a la población, so pena de acusarlos de crímenes que los llevaran al patíbulo, una vez se restaurara la paz

Lorenzo creía que realmente podía haber una reconciliación entre ibéricos y cordobeses. Apostaba por una reanudación del comercio entre la madre patria y sus colonias, con la salvedad que  ahora sería en condición de iguales. Sin embargo, esto estaba lejos de concretarse. En Oriente la población huía a los montes, montañas o atravesando el mar hacia cualquier isla, porque sabían que quien ganara la batalla en Bahía, iba a tomar su botin de guerra, esto era mujeres para la tropa, metales preciosos para los jefes, comida, ropa, ganado y caballos para el ejército.

Mientras tanto, en el campo de batalla, en una llanura con una ligera inclinación favorable a los monárquicos, con palmeras tipo morichal bordeando y protegiendo los flancos de ambos ejercitos, con una brisa marina fuerte, salitrosa, picante; un suelo con poca vegetación, arcilloso, seco y con un sol radiante que cegaba la izquierda patriota y la derecha monárquica, se encontraban frente a frente Alonso y Manuel María, jefes monárquicos y patriota, respectivamente.

Ambos sabían que la batalla era crucial para el desenlace de la guerra. Bahía era la entrada a Oriente y una victoria de Alonso permitiría que, además de la conquista de la ciudad, los monárquicos rompieran el cerco en Salinas, la capital provincial, y con ello derrotarían los focos rebeldes en Córdoba que mantenían vivos Santiago y Francisco en Salinas y la tropa que, en ese momento, comandaba Manuel María Gómez en este campo de batalla, a 4 leguas de Bahía, conocido como Morichal. Para los patriotas la batalla significaba la supervivencia.

En el campo de batalla, la tensión se sentía en el ambiente. El bando cordobés no era una unidad monolítica. Poco tiempo tuvo el comando patriota para planificar la batalla, esto motivado en gran medida, a que todos querían un rol protagónico. Mac Donald consideraba que la capacidad de la caballería para desplegarse era muy limitada, por la presencia de los morichales en los flancos. Su propuesta era que la infantería, que estaba a su mando, presentará combate e hiciera bajar al enemigo, que era fuerte en caballería, hasta el terreno más raso, para ahí ser atacado en el flanco izquierdo por los rompe filas al mando de Burgos, ya que esta era una unidad de caballería más ligera, menos numerosa, por lo que podía romper la agrupación enemiga con facilidad. Este plan de combate dejaba a la tropa de Manuel María cómo simples espectadores, con la función de contener y luego perseguir a los monárquicos,.cuando estos se retiraran derrotados.

Este plan no fue aceptado por Manuel. Su afán de protagonismo era muy elevado, además que él estaba consciente que una  victoria lo dejaba en una posición inmejorable ante Santiago y Francisco; pero la victoria tenía que ser de él, porque era la unica manera de ganarse el respeto de los esterianos, leales a José Antonio, combatiendo en este momento  a las órdenes del galea, y que se encontraban prácticamente huérfanos en el territorio nacional porque José Antonio se encontraba derrotado y esperando apoyo en Baneque.

Manuel desde su posición, en la izquierda de la agrupación, ordenó fuego con la batería que comandaba  el Coronel Olegario Guevara. Esto desarticuló un poco a la tropa de Alonso, pero no los sacó de sus posiciones. Alonso, veterano combatiente, sabía que solo podía abandonar su posición y atacar cuando se le acercaran las tropas cordobeses lo suficiente como para arrollar las, ya el tenía información sobre los problemas de mando en las tropas cordobesas. 

Para él mantener su posición era fundamental, ya que  luego podía desatar la fuerza de choque y furia de su  caballería, de esta manera lograría  dividir la agrupación patriota, desarticulándola  y con ello asegurar su victoria.

La impaciencia de Manuel María lo hizo avanzar con su caballería. Con ella atacó la derecha monárquica. Dos veces cargó y dos veces fue repelido sin lograr que la derecha, al mando directo del Coronel Aldana, bajará y los persiguiera. Tras una tercera carga, cuando Manuel María se acercó  a una distancia temeraria de la posición de Aldana, Alonso ordenó la carga que ya tenía prevista, dos tercios de su tropa, con él al frente, fue a presentarle combate  a los patriotas, mientras que el otro tercio, con el Coronel  Del Martillo al frente, se quedó en reserva, esperando entrar en combate o perseguir al enemigo en su huida.




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