Guerreros y Patriotas

Bahía

Millán estaba exultante después de la victoria y saqueo de Salinas. Arengó a sus hombres contra la casta de blancos, contra los grandes hacendados, sin importar si eran ibéricos o cordobeses.

Millán, natural de Iberia, tenía una relación estrecha con los mestizos, tal como lo hacía Manuel María en el bando patriota, Millán prefería ascender a estos y darles comandos de tropas.

El Capitán General, de camino a Córdoba por la Pampa, se entera de la masacre de Salinas y le envía una carta a Millán en donde, además de amonestarlo, le ordena no ejecutar ninguna acción militar hasta que ambos se encuentren cara a caras; además le da instrucciones de apresar a los cabecillas de la masacre, para ser sometidos a juicio marcial y prepararse, él mismo, para responder por los desmanes ocurridos

Millán hizo caso omiso de las disposiciones de Lorenzo. En franca insubordinación, le respondió que los hombres que él comandaba, solo obedecían sus órdenes, ya que él personalmente los había reclutado, entrenado y armado, pero, además, con él al mando estaban triunfando.

Millan, por sus acciones, cartas y arengas parecía distanciarse de la causa ibérica. Su lucha era por los mestizos, negros  e indios, la casta más baja de la sociedad, los excluidos. Su rival eran los blancos, ibéricos o cordobeses, a pesar que él mismo era blanco e ibérico.

José Antonio, al enterarse de lo sucedido en Salinas, comprendió el peligro en que se encontraba. Envió proclamas a todas las provincias, a todos los jefes militares, a todas las partidas que estaban dispersas, a todos les pidió recurrir en rescate de la ciudad de Bahía, del parque de armas, de la población y de lo que quedaba del ejército en el Oriente.

La esperanza de José Antonio estaba en que Manuel María respondiera a su llamado y regresara. Pero esto no ocurrió. La situación se volvió tan desesperada, el pánico era tanto en la población que José Antonio decidió ir personalmente a hablar con Manuel María. Preparó una escolta pequeña, solo de 33 hombres para que lo acompañaran, en esta escolta incluyó a Francisco y a Joseph Alcalá.

Manuel María, por su parte, apenas empezó el asedio sobre Santo Tomás, ordenó un asalto dirigido por el Cnel Cruz. El asalto fue rechazado, la población junto con la guarnición militar, se defendió con todo. Niños, mujeres, ancianos, esclavos, hombres libres, cordobeses e ibéricos, tenían terror de Manuel María y ese temor se incrementó cuando llegaron noticias de lo ocurrido en Salinas. Ellos estaban conscientes, de que en la mente de los patriotas solo estaba la venganza.

Tres noticias flotaban en el campamento de Manuel Maria, la primera era la victoria de Millán en Salinas, que ponía en jaque al armamento que tenia José Antonio en Bahía. La segunda era que Lorenzo Ceballos estaba en camino a la provincia de El Bosque, por lo que se esperaba que en cualquier momento llegará, a través del Río Ancho, a Santo Tomas. La tercera era que José Antonio vendría personalmente a pedirle que moviera su división a Bahía.

Ante este panorama, Manuel María tomó la decisión de adentrarse en la provincia, irían hacia el campamento franciscano de El Dorado. Este campamento estaba formado por 23 comunidades indígenas y campesinas,.dedicadas a la agricultura y la ganadería. Durante la guerra servía de base logística a los monárquicos, ya que los franciscanos eran leales a la corona. Tomando estos campamentos, Manuel María pretendía cortar los suministros, que le llegaban a Santo Tomas, la capital de la provincia, desde ahi. Con esto se estrechaba un poco más el cerco sobre la ciudad.

Además de ser tácticamente lo más aconsejable, adentrarse a los campamentos permitiría poner distancia con José Antonio y, cuando esté llegase, tener un logro importante que mostrar; de esta forma, continuar con su plan de conquista de la Provincia de El Bosque, evitando así que los esterianos de su ejército, se marchasen al mando de José Antonio.

La toma de los campamentos fue rápida, fácil y efectiva. Los franciscanos que dirigían la comunidad, se sentían ajenos a la guerra y no esperaban la llegada de los patriotas. Manuel María los reunió y fue claro con ellos, necesitaba el inventario exacto del ganado, animales de carga y del área sembrada; dio la orden que nada salía de los campamentos sin su autorización, se prohibía la venta de lo producido ahí y el control del campamento quedaba a cargo el Cnel patriota Espósito Ribas, quien además era sacerdote y vicario del ejército.

Los franciscanos protestaron, no aceptaban los términos para la administración del Campamento. Tampoco aceptaban  que se empezara a reclutar y entrenar a los indios como soldados.. Le reclamaron a Manuel María todo lo que consideraron impropio, como la confiscación de los caballos  y burros de carga, que ellos utilizaban es sus  faenas agrícolas y que ahora se usarían en la guerra.

Como posible solución, Manuel María le ordenó al Cnel León que se llevará a los franciscanos al otro lado del río, lejos de las comunidades que hasta ese momento dirigían. León, quien sabe porque motivo, entendió que los pasará para el otro lado, es decir que los mataran y eso fue lo que hizo. Degolló a los franciscanos, lo que causó un gran malestar en la tropa patriota y en las comunidades del campamento.  León siempre manifestó que fue la orden que recibió de Manuel María, pero este siempre negó esto.

En medio de esa situacion llegó José Antonio. Estaba en busca del auxilio para salvar Bahia. Como era de esperarse, Manuel María justificó la campaña de El Bosque con la toma de los campamentos de El Dorado, los cuales tenían el potencial para sostener logísticamente a todos los ejércitos Patriotas; además de esto, demostró que estaban cerca de derrotar al ejército monárquico de la provincia y con ello consolidar definitivamente el primer territorio libre de la naciente República.

José Antonio observó que era lógica la postura de Manuel María. Salvo el incidente con los franciscanos, no había nada que reprocharle, su ejército era el mejor preparado que tenían los patriotas desde que empezó la lucha por la independencia. Optó por aprobar sus acciones y trato de contactar a Santiago para que apoyarse, con lo que había quedado de su ejército, a Bahía. Estás gestiones también fueron infructuosas. Santiago no estaba en condiciones de apoyar y tampoco está dispuesto a hacerlo.




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