El encuentro de Gómez y Carrige estuvo lleno de desconfianza y recelo, solo estuvieron un día juntos. Se reunieron en Aguada Grande, pueblo que quedaba a la mitad del camino entre Paria y Las Cuevas. Carrige tuvo la decencia de decirle a Gómez que a uno o quizás dos días de camino se encontraba Manrique y que venía a apresarlos. Gómez escuchó a Carrige, pero no se preocupó, confiaba en que la tropa que dirigía Manrique no lo atacaría, porque, a fin de cuentas, eran sus propias tropas, las que él habia entrenado y preparado, las tropas que lo ascendieron a General en Jefe.
En el encuentro que sostuvieron los dos caudillos, se habló de la necesidad de levantar hombres en armas y avanzar ciudad por ciudad hasta recuperar Oriente. Gómez confiaba que el ejército que formó para liberar el Bosque, pese a que el mando lo tenía en ese momento José Antonio, estaba con él, de hecho iba a esperar a Manrique y lo quería convencer que se quedara combatiendo a su lado en Oriente, si este se rehusaba confiaba en que los oficiales subalternos, sargentos y soldados, recordaran que el fue el Jefe que los llevó a la victoria y lo siguieran en esta nueva lucha que iba a emprender.
No planearon un ataque a José Antonio, ni iniciar una guerra civil, lo que querían era continuar la lucha por la independencia, pero no creían que Palacios fuese el indicado para la Jefatura Suprema. Sin embargo ese día se enteraron que Palacios había distribuido en todas las unidades independentista y en los pueblos, un manuscrito en donde acusaba a Manuel María Gómez de traidor a la causa republicana, de deserción porque abandonó el puesto que se le había asignado, de insubordinación porque no cumplió la orden de permanecer en los campamentos de El Dorado y por último se le acusó de propiciar una guerra de colores en el país, tratando de incitar a los merizos de iniciar una lucha contra los blancos y a los pobres de acabar con los ricos. Asimismo, en el manifiesto quedó asentado que Manuel Maria Gomez era un sanguinario de la misma calaña que José Millán y que ellos estaban juntos en su afán de levantar, bajo falsos pretextos de igualdad, a mestizos, negros e indios contra blancos
Este manifiesto era un documento de unas 20 paginas en las que Gomez era acusado de atentar contra la República, de ser un agente extranjero que tuvo contactos con los británicos de Demarara para vender las riquezas de la Provincia de El Bosque. Se le acusó de ser un cobarde por abandonar el campo de batalla en Morichal, pero que al ver que Mac Donald, con sus valientes soldados lograba la victoria, regresó al campo de batalla y valiéndose de su mayor jerarquía, le robó la victoria a aquel y, para completar, lo expulsó del Ejército de forma arbitraria.
En fin, en el manifiesto se utilizaron medias verdades para mal poner a Gómez. Se le acusó de crímenes imperdonables y se puso en duda su valor y patriotismo. Gómez estaba indignado, le dijo a Santiago que estaba dispuesto a lavar su honor ante tanta calumnia y que ahora, más que nunca, estaba dispuesto a esperar a Manrique para demostrar a todos que esas acusaciones eran totalmente falsas. Santiago le pidió que olvidara eso y se fuese con él a Paria para levantar un nuevo ejército; pero Manuel María Gómez era un hombre de honor y no podía soportar que estuvieran acusándolo de tantos crímenes. Decidió esperar a Manrique y acompañarlo a Santo Tomas a limpiar su nombre. Se quedó con 30 de los soldados de Santiago Carrige en Aguada Grande a esperar su destino.
Manrique llego a Aguada Grande, un día después que se fue Santiago. Se llevó una sorpresa y un susto inmenso, cuando observó a Manuel María con un escuadrón de treinta hombres a caballo, esperándolo en la entrada del pueblo. Manrique conocía los dotes militares de Gómez, un hombre reconocido por obtener el triunfo en 13 batallas y perder una sola, un récord inigualable para cualquier General independentista o monárquicos. Se esperó lo peor, pensó que Gomez le iba a dar pelea e intuyó qué tenía tropa escondida lista para emboscarlo y atacar. Manrique desenvainó y mando a sus tropas a empuñar las lanzas al frente, estaba a punto de ordenar una carga cuando escuchó a Gómez
- Baje sus armas General, vamos a reunirnos
- Tengo instrucciones de llevarlo conmigo, a usted y al General Santiago. Tienen que presentársele al General Palacios en Santo Tomás
- Se cuales son sus órdenes y estoy listo para acompañarlo, pero no como un preso. Como puede ver el General Santiago no está conmigo
- Esta bien General, lo único que quiero es que me acompañe y que no haya un enfrentamiento entre hermanos.
- Le repito, no tengo nada porque huir, yo mismo lo acompañaré inmediatamente. Quiero resolver esta situación lo más pronto posible.
Ambos Generales salieron a Santo Tomás. Gómez iba al frente comandando a sus treinta hombres, iba confiado en que su nombre quedaría limpio de tanta ignominia, iba seguro que sus hombres en Santo Tomás lo defenderían, iba seguro que la justicia iba a prevalecer y obtendría una nueva victoria.
Mientras tanto en Santo Tomás, Palacios era despertado de la cama de la sra Bárbara Turnbul, con la noticia de Concha Martínez había muerto de fiebres tropicales. José Antonio sufrió de un ataque de consciencia. Se despreció por haber abandonado a Concha en el momento en que más lo necesitaba, estaba enceguecidó con las mieles del triunfo, disfrutando del calor de hembra de Bárbara y se olvidó de la mujer que se sacrificó por él.
Trató de compensar esa situación. Preparó unos funerales de Estado, para darle el trato de esposa al cuerpo de Concha. Ademas de eso, ordenó que se le prohibiera la entrada a Bárbara a su habitación y oficina; por su puesto, nadie pudo evitar que Bárbara consiguiera acercarse nuevamente a José Antonio. Esta mujer tenaz consoló y lloró junto a José Antonio la muerte de su ex amante. Fue su paño de lágrimas y se hizo indispensable a su lado en ese momento trágico.