Hacer El Amor

LO QUE ES

HACER EL AMOR es una novela original de IRWIN SAUDADE (Chico Literario)

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Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de la presente obra a través de los diversos medios de comunicación (impresos, audiovisuales y digitales) sin el consentimiento del autor.

La presente obra es el resultado de una ficción creada para conmover, dramatizar y mostrar que la vida es bella sin importar las circunstancias, y que siempre depende de uno el salir adelante. Aunque se mencionan nombres de lugares reales, cualquier coincidencia con la realidad es pura coincidencia.

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Disfruta la lectura.

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HACER EL AMOR

LO QUE ES

Pasado 

¿En qué momento dejaré de vivir con este nudo en la garganta? ¿Hasta cuándo dejaré de sentirme culpable por esto? ¡Me sentía muy vulnerable!

—¡Todo estará bien! No te canses, sigue pelando —pronuncié para darle ánimo.

Él tenía los ojos llenos de lágrimas. Podías ver sus clavículas y el tono de su piel se había manchado con lunares oscuros en el rostro. ¿En qué estaba pensando su mente justo ahora? ¿Sus ideas? ¿A dónde habían quedado sus recuerdos? ¿Me reconocía aún? ¿Mejoraría su estado de salud? ¿Qué pasaría con él?

—Pero si sientes que ya no puedes, no te preocupes por mí. ¡Descansa! —Añadí.

El oxígeno entraba por su nariz, el catéter permitía que se absorbiera el suero y todo el antibiótico. ¿Qué estaba pasando? El monitor reflejaba sus signos vitales y su vida estaba en la cuerda floja.

—Papá, no te preocupes, vamos a estar bien —me atreví a decirle por última vez.

No me respondió, era imposible que me diera una respuesta. ¡¿Canija angustia?!

De pronto apretó su mano al barandal metálico de la cama, sus ojos se clavaron en los míos y las convulsiones no tardaron en aparecer. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué me tocó a mí? ¿Por qué justo ahora? Capturé su mano con mi palma derecha, temblaba en máxima potencia y el momento en que la vida cedió ante la muerte, fue demasiado rápido como para poder creerlo.

Un segundo antes y aún respiraba, ahora él estaba muerto.

¿Qué pasaría ahora? ¿A dónde habían quedado todos nuestros planes para el futuro? ¿Qué sería de mí?

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Presente

El aroma a tabaco me hace toser. ¡Qué rico aroma! La habitación estaba oscura a causa de las cortinas gruesas y el sonido de los autos me hizo querer huir de aquí cuando abrí la ventana para ventilar el cuarto. ¿A dónde iría? ¿Dónde podría esconderme? ¡El tiempo se había terminado!

Caminé desnuda hasta el sanitario, necesitaba sacar "todo" y el volumen de la canción que sonaba me hizo sentir bien. Recargue mi cola en el retrete, dejé escapar un suspiro y descargué toda mi furia ahí. ¡Un desahogo! Lo necesitaba. Expulse todos los rastros que él había dejado en mi interior.

¡Era momento de salir de este lugar! Tire la carga de agua, use papel higiénico, lavé mis manos, observé mi reflejo unos cuantos segundos y salí del baño.

Los rastros de su orgasmo habían desaparecido de mi alma, los billetes quedaron sobre la almohada y el humo de cigarro se había quedado encerrado en mis pulmones.

—¡Gracias por tu servicio! —Parecía haber pasado más que un buen rato.

—¡No agradezcas! Sabes dónde encontrarme.

—Por supuesto. ¡Volveré! ¡Das un excelente servicio!

El hombre salió del cuarto, tomó su chaqueta de cuero y buscó las llaves de su auto. Escuché la cortina de metal abrirse, su vehículo desapareció rápidamente y ahora me encontraba a solas. El reloj marcaba las seis treinta de la tarde, los billetes eran suaves, terminé de contarlos. ¡Hoy había ganado un poco más que la ganancia de ayer!

Me vestí con una playera blanca y un short de mezclilla. ¡Me sentía cansada! Mis piernas dolían de tanto cabalgar hombres, así que decidí dormir un poco.

A las ocho de la noche desperté. Estaban tocando a mi habitación, bostecé varias veces, me estiré sobre el colchón y al final reuní todas mis fuerzas para poder llegar a la puerta. Abrí.

—¡Buenas noches, señorita! —Dijo la chica.

—¡Buenas noches!

—Vine a hacer la limpieza de su habitación.

Detrás de ella, había utensilios de limpieza que transportaba en un carrito de metal.

—Por supuesto. Pasa.

La habitación seguía oliendo a tabaco y sexo añejo. ¿Qué pasaba conmigo? No me dio pena que la chica entrara a mi mundo de esa forma, yo ya estaba acostumbrada a esto.

—No tardaré mucho —ella tomó un trapo húmedo de color morado para comenzar a limpiar los pocos muebles que había

—Toma tu tiempo. No creas que me incomoda tu presencia. Yo saldré a buscar algo para cenar. Tu propina está en el lugar de siempre. ¡Gracias por tu buen trabajo!

—¡Gracias señorita!

—Al contrario. ¡Gracias a ti!

Cerré la puerta detrás de mí. Afuera ya era de noche y por la calle había tranquilidad. La mayoría de las habitaciones tenían las luces encendidas y en verdad que parecía que esta noche sería buena para el motel. ¡Mucha clientela!

Saqué mi celular del bolsillo trasero, conecté el cable de los auriculares y puse play. Comenzó a sonar Boyish con Smithereens. ¡Neta que se sentía bien el fresco nocturno! Doblé por la banqueta hasta encontrarme con la calle principal que conducía a la gran avenida. ¡Me sentía un poco hambrienta! Iría a cenar a la taquería, traía antojo de unos tacos.




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