Haré un desastre

Capítulo 2 - Parte 1

Cuando entregaron la lista de calificaciones, suspire aliviado al ver como todas mis notas estaban en siete, así que esto demostraba que estaba aprobado en cada una de las materias, y solo un punto más que lo normal.

Me recosté en mi asiento sintiéndome bien por mis logros. La tutora estaba dando un discurso motivador sobre cosas a las que no prestaban atención porque estaba aflojando la corbata, y entonces uno de mis desafortunados compañeros decidió preguntar.

—¿Qué pasó con la profesora pedófila? —preguntó Noel Gomperz, un chico austriaco, con algo de sobrepeso que tenía el tacto de una roca, y uno de los payasos de la clase. Pero su pregunta era buena, y lo supe, porque la tutora se quedó helada.

—No tengo permitido hablar de ello, y no deberías decirle así —aseguró ella, seriamente.

—¿Por qué no? —pregunté levantando la mano— Al fin y al cabo, la pedofilia es una parafilia que esa profesora sufre.

—Creo que deberían parar aquí —interrumpió Darian, salvando a la profesora—. No necesitamos más información, el consejo estudiantil se encargó del asunto, además es por la seguridad de la profesora. La difamación es algo muy importante.

—Profesora que se acostó con un estudiante ejerciendo su rol de poder, y coaccionando a un alumno —aclaré, viendo el ceño fruncido de ese estúpido pelirrojo— ¿Y ella necesita protección?

—Basta Matthew —dijo con tono de advertencia que realmente provocó en mí un escalofrío, y una sonrisa, que intente contener.

—Deja de proteger a los agresores, señor presidente.

—Bueno. Mejor olvidemos el tema y hablemos sobre la nueva lista de los estudiantes de mejor promedio de este mes —interrumpió la profesora, para desplegar una pequeña lista al lado del pizarrón. Esa lista estaba hecha con papel claro y las letras de los nombres estaban escritas en caligrafía, clara y grande, que, estando en mi lugar, se podía ver claramente

Siempre pensé que ser un sabelotodo y un nerd eran lo mismo, pero resultó ser completamente distinto. Hay una fina línea entre ambos, y una clara ventaja entre sí estás de un lado o del otro.

Los nerds, por ejemplo, son duramente criticados y atacados, pero tienen el papel de víctima eterna que provoca la pena y la condescendencia de muchas otras personas, y resulta que funciona para gente como yo, que tiende a doblar las reglas a su conveniencia. Sin embargo, los sabelotodo son arrogantes, molestos, pretenciosos y siempre tienen la última palabra, sin mencionar que son críticos, sectarios y tienen una necesidad de aprobación de todos los profesores.

¿Qué sucede cuando ambos mundos casualmente coinciden? Implica que hay un perdedor desplazado y un genio discriminado.

“Un genio discriminado”. Esa frase llegó a mi mente cuando vi el nombre de Adriel en el segundo puesto de aquella lista. Quise hablar con él, pero cuando sonó la campana, salió corriendo. Iba a ir tras él, pero una estúpida conversación llamó mi atención.

—No puedo creer que bajaras tu promedio —dijo Saia Ames, mientras se acercaba a quien yo creía, era su amiga. Realmente, habría tenido la expresión de su amiga, una de completo terror; Saia era una rubia de cabello corto, con un lado rapado, un intento de punk sin la parte de lo rebelde.

—Lo siento, tuve un problema —aclaró Elena Jabois, mientras dirigía su mirada disimuladamente al lugar vacío de Sienna Boyle. Supongo que los rumores de que estaba enamorada o algo así, eran ciertos—. Y me distraje.

—No me importa, mira lo que hiciste por tu descuido. Dejaste que ese maldito nerd entrara a la lista —replicó enojada, golpeando con mucha fuerza la mesa de madera, provocando que me exaltara—. Olvida que alguna vez fuimos amigas. Mallory, desde ahora somos amigas —comentó, sorprendiendo a la chica morena de cabello negro y flequillo irregular— ¿Qué estás mirando? —preguntó acercándose a mí, intentando intimidarme.

—No vi nada —aclaré fingiendo sentirme intimidado, mientras ordenaba mis cosas.

—A ver —dijo tomando la hoja con mis notas— Tu promedio es mediocre. Y déjame decirte una cosa, el instituto Daglar, no es para mediocres —comentó tirando mi hoja y pisándola mientras se iba.

Salí de mi lugar, después de tomar mi hoja de calificaciones, y guardarla con cuidado, a pesar de estar con una huella del zapato de Saia. Pero cuando estaba a medio camino, entró Darian al salón, y aunque disfrutaba mucho pelear con él, no podía verlo a los ojos, decidí ignorarlo para salir a buscar a Adriel, con el poco tiempo de recreo que teníamos. Y lo encontré subiendo las escaleras, caminé con cuidado y le pedí apoyo para que me enseñará algunas técnicas de estudio, al principio se negó, pero después de molestarlo, logré que aceptara.

—Gracias, Adriel. Prometo que me esforzaré —dije abrazándolo de la emoción. Pero, la tensión subió por mi espalda, cuando ambos nos encontramos con ese futbolista. Era idea mía, o el rostro de ese sujeto se veía molesto. Desvié la mirada, a Adriel— ¿Estás bien?

—Sí. Vamos a clase —pidió más nervioso de lo normal.

Darian y yo nos miramos cuando entramos, pero ninguno quiso decir nada, y yo apresure mi paso para llegar a mi lugar. Ambos nos encontrábamos en una misteriosa paz cada vez que nos ignorábamos, siempre sucedía así después de una discusión, era como un ritual extraño que ambos aceptamos y pactamos silenciosamente.




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