Los rumores se volvieron tantos y tan diversos que apenas pude seguir el hilo en días. Aquel lugar que había ocupado, se había llenado de varias personas que al inicio eran populares, pero, ahora eran víctimas de los rumores adornados que pasaban de alumno en alumnos.
No sé si era mi bondad interior, o la culpa, incluso creía que era la pena, que me llevó a acercarme a ciertas personas.
Ambos estaban siendo acosados, desde el momento en que se reveló que llevaban una relación. Gracias a Adriel y Ethan, descubrí que incluso las mujeres con sus ships, llegaban a ser bastante fanáticas. Aquellas mujeres del club de arte, se habían vuelto locas, completamente decepcionadas por la pareja descubierta, se volvieron terriblemente molestas, las quejas e incluso la pelea entre ellas, se había vuelto constante en los horarios del club. Lo que sí me sorprendió, fue que ellas eran las principales en acosar e insultar a ambos chicos, y aunque creía que yo era un ser vengativo, no pude seguir viendo como todos los rechazaban.
Cerré mi libro de historia de la economía, tomé unos segundos, y acomodé mi cabeza en la mesa, tenía mucho sueño, historia era la materia que más me aburría, y siempre era mi cura para el insomnio. Solo por el hecho de estar en clases no quería cerrar mis ojos, pero honestamente me moría por hacerlo.
Cuando sonó el timbre empecé a guardar mis cosas, y me estiré para quitarme la pereza, en el momento en que la profesora se retiró, me levante para estirar las piernas, no tenía en claro que hacer para acercarme a la pareja gay principal, pero salí del salón para poder alejarme de mis compañeros, simplemente iban a hablar sobre los chismes que se esparcieron misteriosamente, y no tenía gana de escuchar teorías conspirativas, aunque los mayores sospechosos eran Ethan y Laila.
Sin previo aviso, alguien tomó mi hombro, y cuando me giré, era Adriel. Se veía horrible, aunque él no se preocupaba particularmente por su apariencia, aun así tenía los ojos rojos, el rostro pálido y las ojeras marcadas, me parecía una imagen horrible. Y, aunque las ganas de mandarlo a la mierda no me faltaban, era mi culpa que esté así, y no podía lidiar con esa situación.
—Podemos hablar un segundo, por favor —pidió, y yo asentí, puesto que no podía decirle no, cuando estaba de esa manera. Yo y mi corazón de pollo, siempre arruinando mi maldad.
Ambos caminamos a la biblioteca, hace varios días que no me pasaba por la parte de atrás de ese edificio, así que cuando volví una pequeña pizca de añoranza se metió en mi. Claro que mi momento especial, con el único lugar en donde no me molestaban, se vio destruido porque ya había otra persona ahí. Ethan Miller, se veía enojado, descompuesto y enfermo, pero antes que nada, se veía desgastado por lo que le daba un aspecto casi fantasmal.
—¿Hola? —saludé dudoso, él y yo no teníamos la mejor relación, y estaba muy consciente de que no le agradaba—. Les diría algo pero honestamente…
—No necesitamos comentarios —aclaró serio, con su voz agotada pero firme.
—Tienes razón —contesté—. ¿Para qué me llamaste? —pregunté mirando a Adriel, quien sin dudarlo se puso frente a mi, y con la voz insegura me dijo:
—Lo siento, todo esto es mi culpa —eso alerto a Ethan, y me confundió profundamente, aunque lo hice pasar por sorpresa.
—Adriel, eso no es cierto —confronto Ethan, y yo me sentía cada vez más en una novela dramática.
—Pero es cierto, y quiero ser honesto contigo —aclaró mirándome con mucha determinación—. Ayude a esparcir ese video con el que te empezaron a molestar, y ni siquiera pude ayudarte, o apoyarte en ese momento, aunque sabía que estabas sufriendo. Y te deje solo, y en verdad lo siento mucho. Y ahora, ambos estamos siendo acosados, quisimos quejarnos pero el consejo no está en posición para ayudarnos, es como si fuera el Karma —aclaró, mientras su voz se empezaba a volver cada vez más temblorosa—. No tengo derecho a decirte nada, pero por favor, perdóname.
No sabía qué decir exactamente, Adriel una vez más, me demostraba la increíble persona que resultaba ser, me parecía tan agradable y tan bueno, que me resultaba difícil odiarlo, a pesar de saber lo que hizo, sumando eso a la idea de que estaba llorando frente a mi. Y, aunque intentaba ser cruel, y verlo como un manipulador que se hacía la víctima, sus palabras me resultaban tan honestas que golpeaban mi sentimentalismo. Suspiré notoriamente, mientras Ethan ayudaba a Adriel a limpiarse las lágrimas.
—Está bien, te perdono, no vale la pena llorar por cosas del pasado —contesté sorprendiendolos a ambos—. No importa lo que sucedió antes, lo importante es saber cómo lidiar con esto. Ahora, tu… Ambos, están siendo víctimas, y esto no puede seguir así, digo mírate te ves horrible —puede que esas no eran las palabras más impresionantes del mundo, pero honestamente era lo único que podía decir. Eso claramente, mostraba la diferencia entre ambos.
—¿Por qué nos quieres ayudar? —dijo seriamente Ethan.
—Porque Adriel es mi amigo, y tú más o menos me agradas, así que no quiero verlos tan horribles y patéticos —aclaré sin medir mis palabras—. Lo siento, no quise decirlo así.
—Está bien. Lo entendemos, y apreciamos mucho tu ayuda —dijo Adriel, mostrando otra vez, la buena persona que era.
—Y ¿Cómo se sienten con respecto a esto? —pregunté intentando entrar en conversación, pero no lo logré. Sonó la campana y nos separamos.