El cuerpo humano tenía un límite. Y el mío llegó después de esa paliza, el miércoles.
Cuando Darian dijo que iba a arreglar esto, no entendí a lo que se refería. Es más, la necesidad de saber, me mataba poco a poco. Cuando llegó la mañana, estaba lastimado, y aunque quisiera ir a la escuela, mi madre como la mujer de hierro que es, me detuvo y me obligó a quedarme en casa, esperando en mi cama al doctor que vendría a las cinco.
Mi estado era lamentable, y no podía disimularlo como en otros lados. Hablé con Adriel y Ethan, ambos me dijeron que estaban en las mismas condiciones, y por ende no tenía a nadie en quien fiarme para que me dijera la verdad de lo que pasaba.
No quería hacerlo, pero busqué el número de Darian en mi grupo de clase, y le hablé. Deje mi teléfono a un lado, dramatizando un poco por lo que había hecho. El presidente de mi clase, era mi enemigo, él mismo lo había dicho, vemos diferentes soluciones, y vivimos en mundos completamente diferentes, jamás podríamos ser amigos. Y ahora, estaba hablando con él, como si fuéramos amigos. Mi cara estaba completamente roja de la vergüenza.
—Tranquilo, Matt. Es solo un mensaje, no te contestaría —y como si el mundo me odiara, el sonido predestinado para mensajes de chats con los que no hablaba frecuentemente. Lo sabía porque personalice los tonos de mensajes, para diferencias el de mis amigos, y el del chat de clase. Básicamente, era para ver cuál mensaje ignorar, y cuál no.
Me levanté de mi cama, nervioso de tomar mi teléfono. No quería parecer desesperado, pero estaba esperanzado por ver el mensaje de Darian. Cuando volvió a sonar, me levanté bruscamente y tomé mi teléfono, solo para ver que era el chat de la clase, hablando sobre quién me mandaría la tarea. La decepción me invadió más rápido de lo que esperaba, inmediatamente me puse nervioso por ilusionarme con Darian. Rápidamente me di un golpe en la mejilla.
—¿Hijo? ¿Estás bien? —preguntó mi mamá, y yo me oculte bajo la sabanas— ¿Puedo pasar?
—Si, mamá. Solo estaba viendo mi chat de clase —aclaré mientras escuchaba como mi puerta se abría y sentía el peso ajeno en mi cama.
—¿Cómo te sientes? —preguntó con un tono preocupado. Me quité las sábanas de la cabeza, y la mire.
—Estoy bien, me duele el cuerpo y eso, pero creo que estaré bien mañana —comenté con una sonrisa que poco la convenció.
—Tienes el rostro rojo, ¿Tendrás fiebre? —murmuró tocando mi rostro.
—Estoy bien, mamá.
Ambos nos quedamos callados, mientras ella revisaba mis heridas. Estaba preocupada, lo sabía y quería consolarla, porque sabía que era mi culpa, incluso pensé en decirle todo lo que pasaba, pero se que no es el momento, y tampoco sería bueno que se entere. Debía hacer esto, como el adulto que iba a hacer en mi futuro cercano, completamente solo.
—Matthew —llamó, y sin dudarlo me abrazó—. Eres mi bebé, y me preocupa que estés lastimado, si quieres decirme lo que pasó, prometo dar lo mejor de mi para apoyarte.
—No es necesario mamá, estoy bien. Y lo que pasó, es tiempo pasado —dije, mientras cerraba los ojos por las caricias en mi cabello—. Ahora es momento de centrarme en sanar.
—Aquí viene el postre para mi hijo —avisó mi papá, mientras entraba con una bandeja de plata—. ¿Qué sucede aquí?
—Mamá se puso sentimental —aseguré mientras me soltaba.
—Estoy mimando a mi bebé, y al parecer, tu también tuviste la idea de mimarlo —comentó con una sonrisa, mientras se levantaba para besar en la mejilla a mi padre.
—No puedo no hacerlo —se justificó—. Aquí tienes campeón, un postre especial para que te recuperes rápido —aclaró dejando la bandeja en mi mesa de noche.
Entonces, mi teléfono volvió a sonar, lo tomé ignorando todo. Y casi se me para el corazón al ver el número en mi pantalla de bloqueo. Darian me había contestado, y la vergüenza volvía a atacarme, no sabía porque me daban tantos sentimientos que no podía describir la idea de contestarle. No quería parecer desesperado, ni apresurado, y tampoco quería parecer un maleducado por no contestarle. ¿Cuánto tiempo tendría que pasar para no parecer desesperado por una respuesta? Necesitaba datos concretos, porque no entendía cómo encontrar el punto medio por mi mismo. En mi lógica, prácticamente tendría que mandar la respuesta al día siguiente, y bajo esa misma lógica, tenía que contestar antes de que pase la hora. Así se dramatiza la respuesta de un mensaje tan simple como era: “Hola, buenos días, Matt. Te lo informaré cuando termine.”
—Ejem —carraspeó mi madre, y allí fue consciente de que ellos seguían en mi habitación.
—Es un compañero —expliqué un poco nervioso. Mis padres intercambiaron miradas, como si se dijeran algo, que podía entender. Y luego, mi madre sonrió—. Está bien, te dejaremos solo para que hables con tu compañero.
—Si, adiós, campeón, disfruta tu charla —comentó mi padre, y ambos se fueron susurraron cosas que no logré escuchar. Los ignoré, y volví a mi teléfono.
Yo:
Darian, ¿A qué te refieres con cuando termine? 🤔
Darian:
Tengo que presentar la idea, y si consigo que me apoyen, el consejo lo aprobará, y lo presentará a los profesores.