Estaba en el cuarto piso, mirando como un grupo de chicas se peleaba con otro grupo de chicas, los atletas estaban enemistados y se estaban provocando, incluso los nerds y los inteligentes estaban peleando. Algunos gritaban, otros se insultaban, otros ya eran muy agresivos, algunos más débiles, se ocultaban en los salones buscando algún refugio de la violencia desatada. Todos se peleaban con todos.
Siempre creí que la violencia era contagiosa o era rechazada, no había un punto medio, por eso mucha gente terminaba violenta en un contexto violento. Aquí pude confirmar eso, incluso la gente más inofensiva estaba desatada, se golpeaban llenándose de adrenalina.
Y todo esto había iniciado justo antes de las clases. De hecho, para ser específico, fue el miércoles, en la tarde, justo una hora antes de que terminaran las clases del día.
Lo recuerdo perfectamente, porque podía sentir muchas miradas en mi. No soy bueno estando en el foco del público, puede que antes quisiera hacerlo, pero ahora, después de todo lo que había sufrido, entendí que la gente como Darian o la presidenta, eran los que podían estar en el foco sin ningún problema. Daba hasta cierto miedo.
Pero, en fin, podía sentir sus ojos en mi cuerpo, intentaba ignorarlo metiendome en la acción de pasar las frases más groseras que tenía para mi plan.
—¿Qué sucede? —pregunté mientras levantaba la mirada. Los primeros ojos en encontrarse con los míos, fueron de la presidenta.
—Entiende que eres un chico raro, por no decir curioso —aclaró ella seria, mientras volvía a su lectura.
—Gracias, supongo.
—No es un cumplido —aseguró el vicepresidente—. ¿Qué tan mal es tu vida para que tengas la mente tan retorcida?
—Lo mismo me preguntó por ustedes, pero realmente no me interesa la respuesta, solo la pregunta —el silencio volvió a reinar.
—¿Estás seguro de que esto va a funcionar? —preguntó Mirko Smirnov, el tesorero del consejo, algo inseguro—. ¿Y si no caen en la trampa?
—Dudaría si mi objetivo es una o dos personas —aseguré, mientras tomaba nota de un comentario bastante agresivo—. Pero, como nuestro objetivo es en masa, es sumamente sencillo.
—¿Cómo puedes saberlo? —me acuso Dihero Mail, un chico al que nunca oí hablar hasta ahora, representante del club de ciencia en el consejo.
—La masa es tonta —volví a asegurar fijando mi rostro serio en él—. No necesitan explicaciones, tampoco aclaraciones, simplemente tienes que empujarlo a un punto, y hacerles creer que están acorralados. Ellos mismo van a llenar los huecos, terminaran justificando y excusando su responsabilidad, y empezaran a buscar culpables. El sentimentalismo da muchos puntos, la culpabilidad, la ira, la vergüenza. La gente buscará rasgos significativos, y empezarán a atacarse. Ellos no pensarán ¿Cómo llegó eso ahí? Sino ¿Quién escribió eso y a quién va dirigido? Las cámaras de seguridad serían un problema, pero realmente no se muestran a menos que haya una petición específica, y solo es para verificación, y por el momento, nadie pensará en eso —expliqué—. El impulso de algunos, es lo que llevará a todos los demás a actuar, y no podrán detenerse. Y ahí es cuando el consejo tiene que involucrarse, o no. Hagan lo que quieran a partir de ahí.
—Estás loco, ¿Lo sabes? —preguntó irónico Elliot, mientras sonreía—. Como alguien de doce años puede pensar así.
—No es difícil, la vida, el mundo, las redes sociales, incluso las noticias te hacen entender cómo funciona la sociedad, puede que no te de todas las respuestas, pero hasta ustedes tienen una idea de cómo funciona —comenté, mientras volvía a ver mi libreta. Hice una mueca, porque no estaba convencido si esto era todo lo que necesitaba—. Por eso llegaron hasta donde llegaron, porque saben moverse en su grupo de clase, y así mostraron la habilidad para poder ser representantes, o miembros de un grupo. Yo no soy bueno en eso, me cuesta fingir que soy agradable naturalmente, no tengo ese carisma especial que llama a todo el mundo. No soy como Darian, pero sí llamó la atención de un grupo reducido.
—Ese grupo reducido son tus amigos ¿No? —preguntó la presidenta.
—Si, es la razón por la que hago esto, y por la que pido su ayuda —aclaré—. No quiero meterlos en un problema así, aunque no habrá pruebas de nada, la culpa no es algo con lo que todo el mundo es capaz de lidiar. Y eso lo sé más que nadie —dije sin mirarla. «Además no sé cuánto tiempo van a seguir soportando» pensé sin querer.
No era fan de tener charlas medianamente profundas con un grupo de chicos que no me agradaban particularmente, pero las palabras que decía no eran mentira. No iba a mentir, porque me parecía estupido hacerlo a está altura de la conversación, pero si me incomodaba, me sentía un niño alrededor de adultos, que no entenderían sus sentimientos y lo verían como algo minimizable. Por ello, terminé guardando silencio, y me centré en ver las frases anotadas.
—Sabes, con esa extraña capacidad que tienes, podrías ser parte del consejo si te lo propones —comentó la presidenta, sorprendiendo a más de uno de los presentes, incluyéndome—. Incluso podrías ser presidente.
—No es algo que vaya conmigo, además de que odio la burocracia con todas mis fuerzas, y su sistema no es el mejor —aclaré.
—Eso lo dices porque estás en primer año, cuando llegues a cuarto, verás al consejo con otros ojos. Eso me sucedió a mí —comentó ella con una sonrisa.