DARIAN BORYA
Esperaba muchas cosas, realmente buscaba hasta la más mínima reacción. Pero, nada me preparó para verte con esos ojos tan perdidos, era la primera vez que veía tu mirada con tanta falta de determinación.
No era un acosador, pero conocía más o menos tu rutina, ahora debería llegar tu amiga Kathaysa Ainsworth de la clase H, y Lyna Lockwood, de la clase N, aparecería para continuar con la conversación. Incluso se acercarían Adriel Hayden y Ethan Miller, e irías con Adriel hasta el salón de clases, hablando de cosas sin mucho interés. Pero, hoy estabas completamente solo, nadie se había acercado, y tú no parecías estar en tu mejor condición.
Me preocupe por ello, no me gustaba verte así. Admito que todo lo que hiciste fue muy irritante, y complicas mi vida un poco, incluso mi hermano te felicito por tu habilidad para manipular, pero no esperaba que mi predicción se cumpliera tan pronto. Estás completamente solo.
No podía parar mi necesidad de observarte durante las clases, sentía que algo estaba mal contigo, quería ayudarte, pero nosotros no somos nada como para tener una excusa. Estaba enojado por lo que hiciste, pero también sabía que tenías algo escondido, tu no dejarías que la gente sufriera, eras así se sensible con las personas, pero al parecer solo yo podía verlo. Tu plan me costó un poco entenderlo, pero no fue tan difícil, eres transparente como el agua, así que el miércoles entendí lo que pasaría. Ahora, solo tocaba que el consejo hiciera lo suyo, pero de eso yo me encaraba.
Mi hermano estaba seguro de lo que debía pasar, así que pensé que harías algo cuando vieras todos los carteles motivacionales, incluso creí que mostrarias alguna mueca en tu rostro, de esas que me resultan graciosas, pero tu ni siquiera te diste cuenta, o preferiste ignorarlas, seguro que tenías muchas cosas en que pensar.
Durante las clase de Historia Universal I, me contuve para no mirar hacía atrás, quería ver tu rostro, confirmar si esa expresión triste aún estaba y si el brillo había desaparecido definitivamente de tus ojos. Pero, tenía que dar el ejemplo, debía encargarme de mostrarme como el alumno perfecto que siempre era. Cuando terminó la clase, conté cinco segundo y te vi pasar, mirabas al frente como el chico orgulloso que siempre eras, pero aun así podía ver esa falta de brillo que tanto te caracterizaba. Quisiera poder seguirte, pero como presidente de la clase tenía que ayudar a los profesores, llevar algunas copias, ver la lista de presentes, muchas cosas con papeles. Incluso tenía que ir con el consejo para que revisaran unos exámenes, y que estos no sean iguales a otros años, así evitar que los alumnos intenten entorpecer el sistema de mérito de la escuela.
Cuando me tocó sacar copias de los exámenes, fue cuando te ví. La biblioteca un poco vacía, por ser el primer receso, le daba algo irónico y poético a tu situación. Estabas solo, con una libreta, unos auriculares, y con tu mirada constantemente moviéndose entre tu libro y tu teléfono. Quise acercarme, preguntarle si necesitaba ayuda pero no creí que fuera correcto, no estabas en tu mejor momento, y meterme me haría ver como un acosador.
Sentí que mi rostro se calentó, cuando te giraste a recoger algo que se te cayo, se que me viste. La vergüenza me toco, pues no quería que me vieras viéndote, se podría malinterpretar. En cambio, me hiciste un favor, y me ignoraste, continuaste con lo tuyo, y el sonido de la impresora terminando su trabajo, me sobresalto. Supongo que me distraje mucho contigo, Matt.
—Maldición —murmuré tomando todas las hojas.
La tensión en toda la escuela poco a poco fue disminuyendo, cuando se presentaron los dos proyectos del consejo. Uno era de la presidenta, consistía en un grupo de sanación, donde todos podrían buscar la manera de enemistarse, hablar francamente. Prácticamente era terapia, pero sin especialistas. El segundo proyecto fue uno presentado por mi hermano, Evan. Consiste en una política de sanciones, para que los alumnos vean cuantas infracciones han cometido, y así determinar un castigo justo. Buenos proyectos, grandes soluciones, sin mencionar el gran final. Quedaba poco tiempo, y tenían que solucionar todos los ataques de una vez por todas, así que todo tenía que ser eficiente y eficaz, incluido nosotros, los presidentes de cada clase.
—Borya, podemos hablar un minuto —pidió la presidenta mientras tomaba los papeles—. Si no te molesta, claro.
—No tengo problema.
—Como presidente tienes que ser la cara de tu clase, y también debes conocer a cada uno de los alumnos. Ser popular es algo importante, y más si es una popularidad positiva —aseguró quitándose los lentes—. ¿Eres cercano a Matthew Brann?
—Más o menos.
—Porque necesito que intentes hacer que ayude con la parte final de su plan —comentó tranquila—. Él ya no está dispuesto a continuar, y si esto va a funcionar, necesitamos que el partícipe, porque hizo todo esto para proteger a sus amigos. Y ahora anda vagando por la escuela como un alma en pena, esa actitud no funcionara para asegurar el bien de está escuela —aseguró.
—Lo entiendo, me aseguraré de que coopere.
—Perfecto, ya puedes irte.
Así que alma en pena. Que interesante forma de describirte, y también un poco curiosa. Las clases pasaron, tu rostro no cambiaba, y solo necesitaba una vista panorámica para darme cuenta que esos cuatro chicos que antes estaban contigo, también estaban tristes, se notaban bastante. Confirme que fue buena idea hablar con ellos, advertirles de lo que podría pasarles, poner en duda su moral y su ética, sobre todo dar con la culpa. Supongo que no todos son buenos lidiando con ella.