Haré un desastre

Capítulo 4 - parte 2

Desconocido:

Lamento molestarte tan temprano, mi nombre es Devon Mallow.

Oí que tú podrías ayudarme con una cosa. 

Espero paciente tu respuesta.

Ese mensaje me llegó temprano por la mañana. Era de un desconocido, pero fácilmente podría ser una trampa, así que no tenía por qué preocuparme por ello. Era sábado, así que mis padres me pedían que ayudará en la casa, en la tarde estudiaría un poco, y luego me acostaría en mi cara a ver el techo. 

—Matt, cariño, ¿Puedes sacar la basura? —preguntó mi madre, mientras miraba  la hora—. Pronto pasaran a buscarla. 

—Claro, ma —contesté mientras tomaba la bolsa de basura de la cocina, buscaba la del baño, y la de mi cuarto. 

Cuando salí de mi casa, me sentí verdaderamente extraño. Normalmente, no salía de mi casa, y mucho menos con ropa casual. Estar afuera y sin el uniforme tenía un toque íntimo, me hacía sentir expuesto, pocas personas me habían visto así. Por eso cuando sentí a alguien tocando mi hombro,  me asusté. 

Un chico de tez morena, con rastas y unos extraños adornos en el pelo, estaba al otro lado del portón, que le llegaba hasta el pecho, gracias a su favorable altura. Se veía nervioso y preocupado, seguro que estaba así por mi reacción. 

Una parte de mi, quería irse e ignorar a esta nueva persona, no tenía intenciones de moverme o esforzarme por un desconocido, ya sabía cómo eso había terminado, y la idea de acostarme y mirar el techo de mi habitación, no me resultaba un mal plan. Por otro lado, esa expresión nerviosa, me golpeaba en el sentimentalismo de una manera que no esperaba, supongo que aún estaba sensible por lo que había pasado.  Suspiré, sabiendo que me arrepentiría por lo haría. Me giré y lo miré. 

—¿Quién eres? ¿Qué quieres?¿Y como sabes donde vivo? —pregunté inmediatamente. Él se quedó callado, como si pensara en cual pregunta contestar primero—. Entonces… —insistí para que hablara. 

—Lo siento, es que tu eres Matthew Brann —comentó sorprendido—. Yo, tengo un problema, y quisiera que me ayudaras —puse los ojos en blanco, y recordé el mensaje 

—Tu eres el extraño que consiguió mi número, y me mandó ese mensaje ¿Verdad? —pregunté, y mis ojos se quedaron clavados en su rostro, buscando alguna señal de que estaba mintiendo, pero nada me convenció. 

—Si, se que fue muy raro —dijo con la mirada en el piso—. Pero, se que tu eres el único que puede ayudarme. Pero, cuando no contestaste, supe que debía ser muy sospechoso, así que decidí venir frente a frente. 

—¿Qué clase de problema tienes? —pregunté—. Se acerca el final de año, y no hay mucho que pueda hacer. 

Fue solo un segundo, pero incluso si hubiera sido mi imaginación, se veía muy sospechoso. Cuando contesté, su rostro se deformó, por un segundo mostrando una rostro desagradablemente alegre. Una curva en su labio, como si quisiera sonreír pero, eso lo sacaría de algún tipo de papel. Aun cuando hubiera sido mi cabeza traicionándome, sus ojos café eran distintos, tenía una intención oculta, se podía ver pero tampoco era una prueba fehaciente de que fuera real. 

—No me siento cómodo hablando de eso aquí —comentó interrumpiendo mi análisis—. ¿Podemos vernos en algún lado?

«Que simple» pensé sin querer, entendía en esencia lo que quería. No había un problema, era una mentira para llevarme a algún lado… Pero a dónde y ¿Por qué? Sin mencionar que…

—¡Matt! —gritó mi mamá mientras salía del interior de la casa—. Vaya, estás con un amigo, lo siento me preocupé cuando tardaste. 

—Yo…

—Lo siento, mamá. Pero, mi amigo me invitó a caminar por la tarde. ¿Puedo ir?

—Claro mi bebé, sabes que puedes, pero tienes toque de queda —comentó mientras se acercaba a mi y me abrazaba—. Así que no quiero verte llegar tarde a casa —ella era impresionante, parecía tan dulce, para el resto de las personas, pero podía sentir la amenaza en aquella frase. Mi madre, podría ser una mujer increíble, pero ni la criatura más cruel y proveniente del mismo infierno, se comparaba a ella enojada.  

—Sí mamá —contesté con una sonrisa—. Por cierto, ya voy a dentro. Así que no te preocupes. 

—Está bien, pero tu amigo no quiere algo, ¿Quieres pasar? —preguntó con un tono que provocaba que nadie se niegue. 

—Mamá, él tiene que irse a casa ahora.  

Mi mamá se mostró un poco desilusionada, pero aceptó la situación y solo se fue adentro con una sonrisa. El chico frente a mi estaba en algún estado de shock. Me miró a mí y luego a la puerta de madera negra donde había estado mi mamá. 

—Entonces, señor desconocido —decidí llamarlo para despertarlo  de su transe—. ¿A qué hora nos vemos?

—¿Eh? Ah, si. —su cara enrojeció—. ¿Te parece a las cuatro?

—Perfecto, pasa por mi casa. Y finge ser amigable para que mi mamá no crea que mentí —dije—. ¿Cuál es tu nombre? 

—Devon —contestó con un hilo de voz. 

—Bien, adiós. 

Entré a mi casa. Mire a mi madre, quien estaba pasándole los platos mojados a mi papá para que los seque. Ella era tan increíble, pero me había cortado mis pensamientos, así que ahora me sentía algo a la deriva. Me resultaba algo estupido, pero no podía recordar el hilo de mis pensamientos, ni lo que intentaba deducir, era como haberme olvidado de algo.  Lave mis manos, y me fui a sentar en la sala de estar. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.