Haré un desastre

Capítulo 5 - Parte 2

En dos días puedo cambiar mi vida por completo. 

No se si para bien o para mal, de lo que estoy seguro, es que mi tormento podía ser peor y por ende eso era un alivio. 

Me había vuelto prácticamente un cliente habitual en el consejo, además de mis clases, estaba en el consejo la mayor parte del tiempo. 

Solo habían sido dos días y ya estaba cansado de ver a todos, me parecían tan odiosos y más cuando debíamos practicar en orden lo que deberíamos decir. Mientras estaba practicando lo que debía decir, me encontré con la mirada de alguien, entre todas las miradas era la más suave, la más tranquila, y posiblemente la única que me miraba con cierto cariño.

No era la primera vez que veía esta mirada, pero claramente la había visto en otras personas. Aunque esas personas ya no me hablaban, aún mantenía en mi mente esa forma de mirarme, con ese cariño. 

Pero, no me sorprendía, de todas las personas, la única que en este punto se acerca a mi sin dobles intenciones, es él… 

 Glenn Wyatt.

...

Todo inició el miércoles. Como siempre, me llamaban para ir al consejo, aun cuando no estaba en mi mejor condición, mi posición en este ridículo evento, era un poco importante. 

No tenía popularidad, pero necesitaban a una víctima que dijera lo importante y lo bueno que era el sentimiento de ser aceptado, comprendido… Y un sin fin de cursilerías, que despertaron cualquier tipo de sentimiento de empatía. Pero, no podía elegir a cualquiera, y no contaban con tiempo para perder. Las clases se terminarían en unas semanas, y aunque la tensión disminuyó, seguía presente. Todo el consejo, estaba apostando por su primer y último ataque. 

Me resultaba un fastidio tener que ir a leer palabras vacías y tratar de hacerlas sonar reales. Me desgastaba de una manera que no esperaba, incluso estando cerca de los exámenes finales. Aunque, en esto me había metido solo, y solo debía salir. 

Con ese pensamiento, entre y lo primero que ví fue a ese despreciable sujeto. Evan Borya, tenía algo particular que me molestaba y me resultaba insoportable, no se que era en específico. Pero, me desagrada aún cuando ni siquiera me hablara o se acercara a mí. El simple hecho de estar consciente de que estamos en el mismo lugar, o que compartimos el mismo aire, sin duda me resultaba fastidioso. 

En fin, me encontraba con él, que debía pasar mucho tiempo aquí, seguramente porque el año que viene será el presidente del consejo. Es mucho mejor, reconocer el lugar que vas a tener, antes de tenerlo, es como acceder a un porcentaje más de control de la situación. Pero, de él no podía encargarme, no ahora que todo está por llegar a su final. No valía la pena. 

—Lo siento —dije, antes de arrodillarme y ayudar a juntar los papeles. 

—No te preocupes —contestó una voz baja, que nunca había escuchado, así que cuando levanté mi mirada, me di cuenta que había un chico que jamás vi en mi vida—. ¿Tu eres Matthew Brann?

—Si, ¿Quién eres tú? —pregunté y él mostró una sonrisa apenada, pero al mismo tiempo tenía una mirada de que ya se esperaba esa pregunta—-. Lo siento, es que nunca te vi. 

—Es normal, no debes preocuparte —aclaró poniéndose de pie, rápidamente lo imite, y me percate de que era mayor que yo—. Mi nombre es Glenn Wyatt, soy el contador del Consejo estudiantil. Normalmente no suelen conocerme. 

—Vaya, eso es una pena. Hasta ahora, eres el único al que no detesto —comenté y él se sonrojo avergonzado. 

—Tú te diriges a la sala de la presidenta ¿Verdad? —preguntó y yo asentí—. Suerte, creo que existen torturas, pero no como la que te hacen pasar. 

Eso me hizo reír, por primera vez, honestamente me reí. Nos despedimos, y fui a la sala. Hablar con Glenn me dio una recarga de energía, supongo que ambos congeniamos rápido. Cuando llegué al piso, no pude evitar mirar buscando a Glenn, y lo encontré, hablando tímidamente con un chico. Tyler Farrell, el futuro vicepresidente, parecía totalmente embobado hablando con él. Con una sonrisa, llegue a la sala, supongo que llamé la atención. 

—Veo que al fin te das cuenta que estar con nosotros es un privilegio —comentó Elliot.

—Estoy feliz, ¿Por qué tienes que arruinar todo, recordándome que existes? —pregunté, y él me miró ofendido. 

—No sean infantiles, y empecemos —pidió la presidenta. 

Pobre presidenta, se veía como la sombra de lo que había sido, estaba cansada y ojerosa. Se notaba que lo único que quería, era terminar con todo esto. Por eso, decidí ser considerado, y no causar más problemas. Mientras más rápido mejor. 

Después de nuestra reunión, me encontré con Glenn, y me pidió que lo esperara, porque debía entregar unos papeles a la presidenta. Acepte porque la siguiente clase, gracias a un trabajo con Darian, no debía participar, o al menos, no es obligatorio estar.

—Gracias por esperarme, espero no haber sido una molestia —aclaró mientras tomaba un mechón de su cabello.

—No hay problema —contesté hundiéndose de hombros—. ¿Tu no tienes clases?

—Bueno, realmente no, mi peor momento ya pasó —confesó algo nervioso—. En fin, ¿Te gustaría ir a caminar?




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