Llegó el viernes, y podía sentir en mi piel los murmullos de la gente con respecto a nuestro “debate presidencial”. Katt se acercó a mí, y me abrazó deseandome suerte, Lyna me sonrió y dijo lo mismo, antes de que se vayan a sus respectivos grupos. Adriel se me acercó con Ethan, ambos no se separaban hasta llegar a la escuela.
—Suerte con tu debate, espero que ganes para que sufras —comentó Ethan, mientras levantaba su pulgar.
—¿Por qué me odias tanto? —pregunté y él solo beso la mejilla de Adriel y desapareció entre el grupo de alumnos.
—Creo que es su manera de apoyarte —aclaró Adriel acomodando nerviosamente sus anteojos—. De todas formas, vamos a entrar, creo que estamos en el foco de la atención.
—Lo bueno, es que vamos a terminar esto de una buena vez —comenté, sintiendo como los ojos de las personas me apuñalaban en la espalda y en el pecho. La gente siempre era mucho más intensa e interesada de lo que parecía.
Adriel se alejó rápido por la vergüenza, a veces era un poco tímido con la idea de ser el foco de la atención. Así que me pidió que nos alejáramos hasta que pasara la hora del debate.
Para mi sorpresa, la idea de la presidencia de una clase, era importante, por eso muchos chicos y chicas estaban bien vestidos, parecía él día internacional del debate. Algunos se miraban serios, otros preocupados, y mientras más miraba, más me percataba de que parecíamos una exhibición de animales apunto de hacer un truco.
Cuando llegué a mi casillero, pude apreciar a Darian, que estaba vestido demasiado formal. Hasta su corbata parecía planchada. Ambos nos mirabamos, pero él me ignoró y continuó con su amigo. No insistí, ambos éramos enemigos, así que era normal que no tengamos un trato agradable, pero su forma de tratarme me parecía un poco excesiva.
Después de pensar eso, me di una cachetada mental, no podía creer que quisiera que él fuera bueno conmigo. Eso si demuestra que me había vuelto débil contra él, así que eso debía cambiarlo. No éramos amigos, no teníamos nada en común, y nuestras maneras de resolver las cosas chocaban constantemente, y eso me lo tenía que aprender y grabar con fuego en la cabeza. No debía olvidarme de cuál era nuestra posición en este tablón de juegos.
Cuando llegamos, toda la clase estaba esperando por nosotros, incluso Darian ya estaba en su puesto. La nueva tutora nos miraba con una sonrisa misteriosa, algo quería de nosotros y no podía deducir hasta qué punto iba a llegar. Caminé a mi lugar, a un lado de Darian, ambos estábamos de pie frente al escritorio del profesor.
—Bien, daremos inicio al debate presidencial —habló la tutora mientras caminaba entre los escritorios de los alumnos—. Debemos recordar, que al igual que en la realidad, la necesidad de mostrar un discurso coherente, honesto y, por sobre todo, ganado, pero eso es para los candidatos, quienes son los que deben ganarse al público. Para ustedes, el público, deben ser discretos, y buscar en las palabras de cada uno de ellos, algo que los represente, pero no hay que dejar que el fanatismo nos ciegue. Tampoco debemos llevar las cosas a lo personal, sino a un nivel colectivo, y buscar la manera de beneficiarnos y ver por algo mejor para todos nosotros —comentó—. La atención al detalle, la situación y el contexto del discurso, incluso el significado de las palabras de cada candidato, todo es importante para no dejarnos engañar con palabras bonitas y vacías. Dicho todo esto, por favor, comiencen.
Me quedé callado, mientras Darian empezaba a hablar. Su vocabulario, sus acciones, incluso los gestos eran asombrosos, podría convencer a cualquiera de hacer cualquier cosa, pero en este momento, estando a su lado, podía ver la tensión que tenía, su espalda recta parecía cargar con una gran peso. Incluso, sus piernas estaban ligeramente temblando. Desde mi perspectiva, podía ver algo que la audiencia ignoraba. Darian estaba desesperado por ganar esto, y no entendía porque.
—Señor Matthew… ¡Señor Matthew! —gritó la tutora y reaccione mirando al frente—. Es su turno.
—Bien —contesté, y por el rabillo del ojo me di cuenta que Darian estaba mirándome—. Ustedes, como alumnos de está clase, merecen lo mejor. Y eso, claramente podría ser cualquiera con ganas de apoyarlos, de ayudar a mejorar nuestra estadía y la experiencia que tenemos aquí —dije—. Y les mentiría si dijera que esa persona, soy yo. Me resulta imposible cuidarme a mí mismo, incluso a la gente cercana a mi, por ello, no soy bueno para nadie que esté a mi alrededor. Soy egoísta, y extremadamente vengativo, es imposible que pueda ayudarlos a ustedes. Finalmente me hundiría en la venganza y los olvidaría por completo —aseguré—. De entre todos nosotros, solo hay uno que habla por ustedes, uno que logra más que cualquiera, el único que puede entender y sobrellevar el cargo de presidente está a mi lado. No es un secreto que voté por Darian —dije—, y nadie debería dudarlo. El año pasado, tuvimos uno de los mejores años, y todo gracias a él. Incluso yo, que soy su enemigo público número uno, tuve una buena experiencia gracias a él. Así que sean conscientes, honestos y hagan la balanza, de cuantas veces Darian fue el que apagó los incendios de está clase. Eso es todo.
Miré a Adriel, quien estaba levantando su pulgar disimuladamente. Estaba de acuerdo conmigo, y eso me hacía feliz. No quise decir nada más, la tutora empezó con sus preguntas, tres para cada uno, y volvimos a nuestros asientos. La decepción en la mirada de la tutora, no podía valerme menos, porque estaba en otro momento.