Todo resultó ser más fácil de lo que esperaba.
En la escuela existen diferentes formas de mover los chismes. La primera, que es la más verídica, la que cualquiera podría creerse, y es la que se da en el periódico escolar, a cargo del club de periodismo y fotografía, pero no cualquiera puede acceder a los profesionales. El segundo, se da en los diferentes clubes, pero solo dos trascienden por sobre sus salones de club. El primero es el de arte, allí llegan todos los chismes, solo los importantes son enviados de boca en boca, pero hay uno que es el reír del chisme rápido. Con el cual es fácil decir A y que se transforme en una Z, fácilmente. Y ese era el club de literatura, y todas sus subrayas de grupos.
Aunque pareciera extraño, en la sub ramas de cada uno de los grupos de literatura, existían alumnos que leían una gran variedad, y gracias a ellos, los chismes crecían de forma exponencial.
Así que cuando me rechazaron en el club de arte como tenía previsto, incluí esta situación en mi solicitud para el club de literatura, y me sorprendió que me aceptaran tan fácil. Ni siquiera me preguntaron que libros me gustaban, o qué género había leído recientemente, o si conocía a algún autor en específico, estaba tan acostumbrado a los grupos de libros que esperé algo más. Supongo que fue demasiado.
Cuando llegó el momento, un nuevo mundo se iba a abrir ante mí. Estaba nervioso, era de segundo año y aún no conocía cómo funcionaba todo. Cuando llegué, abrí la puerta y supe que todo iba a ser más fácil de lo que esperaba, cuando llamé la atención de cierto grupo. Caminé entre los estantes, y tomé un libro con una portada increíble. Era un boy love, que mostraba a dos chicos con coronas y sentados en un trono, era grande el libro, pero me sorprendí lo fácil que era leerlo. Me acerqué a una esquina, al menos hasta que un chico se acercó a mí.
—Hola, ¿eres nuevo? —preguntó aquel chico de cabello rubio—. Mi nombre es Nova Ardan, segundo año, clase Y.
—Un gusto, supongo. Soy M…
—Sé quién eres —me interrumpió con una sonrisa—. Todo el mundo aquí te conoce, tal vez por eso te dejaron entrar.
—¿Está bien eso? —pregunté desconfiado. Nova no tardó en acercarse a mi lado, y sentarse como si fuéramos amigos, y tomar el libro que tenía en mis manos
—Sí, es más que perfecta —aseguró, aunque no entendí si hablaba del libro o me pregunta—. ¿Realmente te gusta este género?
—No creo que exista género que no me guste leer, solo algunos se me hacen más largos que otros. Me gusta la fantasía, pero si es alta fantasía será mucho más denso.
—Buena respuesta —comentó—. Ven, únete a mi grupo, no te arrepentirás —ambos caminamos entre los diferentes círculos de lectura, en donde los diferentes miembros del club, se reúnen para hablar y comentar sobre los libros.
—… entonces, se dice que ese sujeto de último año, es un hombre que los acosaba…
—Pero no es su primo…
—Son primos políticos, realmente no comparten sangre…
Solté un suspiro agotado, no podía pensar en nada más que la absurda cara del maldito hermano de Darian. Como odio a ese sujeto, se me había adelantado, y me frustraba la idea de no ser el primero.
—Te ves molesto, ¿ocurrió algún problema? —preguntó mientras peinaba su prominente flequillo con sus dedos, que llamaba la atención por tener las uñas pintadas de negro.
—Si, el chico que me gusta y que pensé que le gustaba ahora simplemente me ignora y finge que me odia, porque quiere tener una buena posición cuando salga de la escuela —comenté como si me liberara de un peso terrible.
—¿Quién es?
—Alguien que tiene un primo político.
Eso era todo lo que necesitaba decir para que mis palabras se esparcieran como fuego en un bosque seco. El resto de la hora del club, la pasé fingiendo tristeza o desinterés, incluso intenté que mi imagen que tenían de mí se viera en conflicto con lo que mostraba.
Cuando llegamos a clase, choque sin querer con cierto chico perfecto, que por primera vez se notaba algo molesto. No quise centrarme en Darian, así que pase rápido y fue a buscar mi lugar, y la clase comenzó.
Podía sentir la mirada de Adriel, él era el único que sabía lo que estaba haciendo, al menos hasta que el rumor llegara a todos mis amigos. Las clases me resultaban lentas, los profesores explicaban muy bien, pero aun así, todo era igual; tomar notas, lectura, hacer cuadros, sinopsis, resúmenes, contestar encuestas, resolver actividades, compartir con un compañero cuando es grupal… era lo mismo, una y otra vez, aunque los temas eran diferentes.
Bostece. Era la quinta vez en el día, y cuando sonó el almuerzo, mi cuerpo recordó que tenía hambre. Pero nunca llegue al comedor, ni siquiera al lugar donde almorzaba con Adriel y Ethan. De hecho, el primero en aparecer en mi camino, fue Darian.
Siempre creí que sería alto cuando llegara a la adolescencia, pero ver a Darian frente a frente, incluso cuando apenas teníamos trece años, le llegaba a la clavícula. No tenía que preguntar, ni siquiera tuvo que decir nada para que empezara a seguirlo por el pasillo bajo la atenta mirada de varios alumnos.
Ambos llegamos al salón del consejo estudiantil, el único lugar que frecuentaba más que mi propia casa. Era ridículo pensar que cada vez que venía era por algo que había hecho.