Decir que Ellioth se veía enojado, era una palabra muy superficial para como lo podíamos ver en ese momento. Glenn quiso intervenir, pero Darian lo interrumpió.
—No quieres que esto sea nuestro asunto.
Palabras simples, una advertencia leve, pero Glenn miraba a Darian como si viera a algún objeto raro. Yo solo sonreí, y me acerqué a Ellioth.
—Hola —saludé mientras que él me tomaba de los hombros.
—Tú… Bastardo, como…
Pero se detuvo al ver que estaba siendo imprudente, algunos alumnos estaban moviéndose y susurrando a nuestro alrededor, incluso empezaron a acercarse. Que descarados y cínicos. Pero ambos nos miramos a los ojos, y entonces suspiré, hasta que escuche un jadeo. Algo pequeño entre el mar de murmullos de la gente, y mi mirada se fijó fugazmente en la multitud, y me encontré con Adriel, pero no estaba solo, y mis mejillas se sonrojaron por la vergüenza.
—Veo que ustedes tienen cosas de que hablar —interrumpió la voz de la persona que más odio en el mundo, y entonces, sentí una mano en mi cabeza, acariciándome como si fuera un maldito perro—. ¿Verdad, perro? —dijo inclinándose al lado de mi oído y luego, Evan se alejó un poco para ver a la multitud—. Como presidente del consejo estudiantil, les pediré a todos ustedes, queridos estudiantes, que se retiren a sus aulas, por favor. No podemos permitir que este escándalo interfiera con nuestros horarios. La responsabilidad está primero —pide amablemente, y la gente sin dudarlo empezó a irse—. Hablen en otro lado, lejos de aquí.
Ellioth sin pensarlo, se giró y empezó a caminar, no necesitaba decirme nada para que yo lo siguiera. Lo odiaba, pero si me iba a ahora, todo se iba a complicar. Odio las farsas.
...
Ambos caminábamos por un sendero de tierra, y llegamos a una fuente, nunca la había visto antes, no estaba en los planos que tenía de la escuela. Era blanca, o eso creía, pues estaba llena de hierbas, sucia y ya no tenía agua, incluso tenía una curiosa estatua intimidante y algo tosca, no parecía la típica imagen de la representación de la belleza romana.
—No la encontrarás en los planos del instituto, porque, digamos, que se crearon reformas —dice Ellioth con una mueca arrogante—. ¿Por qué diablos te metes en mi vida?
Esto no parecía una amenaza, ni siquiera se veía como una reprimenda. Tenía ese tono cansado. Como si estuviera agotado.
No quería decir que no me afectará, obviamente no quería perjudicarlo de una forma rara, sino que simplemente… Eran consecuencias de lo que hacía, y me pesaba en la mente ver de frente a los afectados. Parece que ser frío y calculador, era más complicado de lo que pensaba.
—Tú… Lo hiciste primero —fue la respuesta que dije, y él me miró con cierta molestia—. Glenn es mi amigo, no quiero que sufra.
—Eres un poco extraño, todo lo que provocas es sufrimiento —asegura directamente—. Tyler no está muy feliz, y ya no quieres hablarme, y no se lo ve bien, sin mencionar tu mentira, seguro que Glenn está muy… Orgulloso ¿no?
—No recibiré lecciones de moral de un sujeto que se aprovecha de un idiota —aseguré mientras me sentaba en la fuente. Mi teléfono vibró, pero no quise hacerle caso, sabía quién era.
Ellioth soltó una risa amarga—. Eres profundamente molesto, ¿te diste cuenta? No eres mejor que yo.
—No quiero ser mejor, ya lo dije antes —murmuré bostezando—. Honestamente, pensé que me golpearías.
—Estoy ocupado viendo mi futuro, como para perder el tiempo, rompiendo tu horrible cara —aseguró mientras se inclinaba contra un árbol—. Mira, soluciona esto, no voy a permitir que me arrastres al mundo del chisme barato. Este juego de mierda término.
—No terminará hasta que tú te rindas —dije y él se levantó y se acercó a mí—, solo interfieres en la relación que tienen Glenn y Tyler.
—No interfiero en nada, tengo que oírlo de su boca —contesta con mucha molestia y entonces empieza a reírse—. Pero supongo que tú me entiendes, porque ambos somos nada para la persona que amamos, ¿no?
Me queda en blanco, ¿qué diablos significaban esas palabras? Ambos nos quedamos callados. No podía contestar a algo que no entendía, ¿persona que amo?
—En fin, volvamos antes de que digan algo degenerado de nosotros.
El camino fue silencioso, no podía evitar pensar en lo que me dijo, y él lo sabía porque no podía evitar sonreír al ver lo que provocó en mí, o al menos eso sospecho, por tener esa sonrisa estúpida en la cara. Cuando ambos llegamos a los caminos principales, a los lugares de todas las cosas comenzaron. Entonces, tuve que actuar, lo que me fastidiaba, porque tendría que volver a meterme. Y entonces, lo empujé, no fue fuerte, ni lo alejé mucho, solo fue un ataque diabólico.
—Maldito, idiota.
Sabía que me habían escuchado. No tenía que preocuparme de lo que ocurría, porque sabía que había puesto la balanza a mi favor, de nuevo. Fui a mi clase, pero estuve de malhumor todo el día, incluso me fijé en el mensaje que tenía sin revisar. Otra vez, instrucciones, felicitaciones, elogios, o lo que sea que me mandaba, siempre era corto, y ciertamente molesto.
No quería pensar en eso, así que ni bien terminaron las clases, no dude en irme casi corriendo de ahí. No iba a hablar ahora, qué incómodo era hablar de sentimientos que no entendía, de confusiones que me provocaban personas que no me agradan y sobre todo, pensar en mis errores. Pero al menos, la balanza sigue de mi lado, y esto iba a seguir así, o al menos eso creía, hasta que…